lunes, septiembre 15, 2008

Vuelvo a usar Windows en lugar de Linux

Desde hacía algún tiempo, quizá para librarme del engorro de tener que actualizar el antivirus y el firewall constantemente, o quizá sólo por variar, tenía instalado en mi ordenador el S.O. del pingüino. Tengo que decir que en estos últimos años se había forjado un mito entorno a este software libre. Se llegó a asegurar que era igual de eficiente o más que Windows XP o Leopard pero gratis, que era más estable y encima gratis, que esa eficiencia permitía sacarle al hardware anticuado más rendimiento y, encima, era gratis.

Eso son pamplinas. Es posible que fuese todo eso hace unos años, cuando muchos tuvimos que resignarnos a convivir con el Windows 98, sus pantallazos azules y sus cuelgues. Pero con Windows XP dejé de ver esas cosas.

En un año he experimentado con varias distribuciones de Linux y con todas tuve problemas de todo tipo; incluso cuelgues y hardware sin controladores adecuados. Particularmente me dediqué al PClinuxOS y al Ubuntu, en sus dos últimas versiones: un desastre en términos prácticos. Es gratificante conseguir que te funcione pero mantenerlo funcionando es un quebradero de cabeza, cuando usas el ordenador para muchas cosas y no asumes la optimización del sistema operativo como un fin en sí sino como un medio.

Por supuesto, valoro y agradezco que haya gente que se dedique a programar software libre. Es inevitable y, además, no creo que exista una interferencia real negativa con los intereses de los que venden software propietario. Es más, pienso que es escuela y estímulo para el negocio que también parece inevitable hoy por hoy. Yo diría que incluso conviven en una armonía simbiótica ambos modelos.

Y, para aquellos idealistas a los que les da manía contribuir al engorde del bolsillo de Bill Gates, fumen o no, tendrán que reconocer que este señor ha dado con la clave de la filantropía: la lucha antitabaco. El tabaco es el mayor asesino de todos los tiempos y un hombre rico e inteligente se ha dado cuenta. Lo que no sé es qué pensarán ahora nuestros neoliberaloides españoles que, por un lado idolatran a Bill Gates y por otro al tabaco. Bill Gates y Michael Bloomberg donan ingentes cantidades de dinero para la lucha contra el tabaco a través de sus fundaciones benéficas:



Va siendo hora de que, como una reacción en cadena, todas las corporaciones, gobiernos, ideólogos, filántropos, etc. le den la espalda a los intereses de la Industria Tabaquera, que se han instituído como el verdadero imperio del mal de nuestro tiempo.

En España, tal y como está la cosa, me conformaría con que cambiásemos a otro sistema político alternativo al actual Régimen Tabacocentrista.