jueves, junio 24, 2010

El PNF y el borrador I

Desde el PNF advertimos sobre las peligrosas excepciones que contempla el borrador de la Ley del Tabaco.

El PNF, en su labor como gestoría de denuncias ha presentado 5500 hasta la fecha, desde que entrase en vigor la Ley 28/05 Reguladora de Tabaco. Nuestro compromiso en la lucha contra la lacra, ni mucho menos ha contado con la colaboración del Gobierno, que sólo ha actuado para obstaculizar las demandas sociales de una sociedad que está harta de sufrir enfermedades y pasar asco por culpa del tabaco.

Y sin embargo, se ha impuesto un número irrisorio de sanciones (o simulacro de estas). El incumplimiento de la Ley es la norma general y las administraciones, para eludir responsabilidades, siguen escudándose con cinismo en frivolidades tales como la imposibilidad material de comprobar la infracción, la falta de interés por parte de la sociedad en cumplir la ley, o la poca importancia de este tema en general. La escasez de campañas de concienciación durante estos años en los medios de comunicación públicos reflejan esta realidad política, que no social, como si el Gobierno estuviese dispuesto a hacer censura o boicot al respecto con tal de auspiciar la imagen social del acto de fumar. En este escenario no es de extrañar que casi el 30% de de la población esté acostumbrada a infringir espontáneamente las leyes reguladoras del consumo de tabaco ante la resignación general de los ciudadanos y consumidores, que nos encontramos en una situación total de desamparo.

Pero el atropello final se ha visto con la redacción del borrador de la nueva ley, que no es si no una concesión encubierta a los intereses de las tabaqueras, ampliando innecesariamente los puntos de venta de tabaco con la burda excusa de la crisis. De especial sorna ya resultaba que se vuelva a permitir por ley vender en los quioscos y locales de prensa tabaco en base a cuestiones contables de dudosísima credibilidad, cuando lo lógico habría sido prohibir a los estancos vender prensa y cualquier otro artículo que no esté directamente relacionado con el tabaco. Exigimos al Misterio de Trinidad Jiménez un giro en ese sentido porque debemos reducir los puntos de venta de tabaco; no ampliar exponencialmente su número.

El exceptuar de la regulación al 30% de las habitaciones de hotel es muy peligroso porque la experiencia nos demuestra que en este país la excepción se aplica a la generalidad. No es sólo que muchos hoteles al final corran el peligro de vulnerar el derecho de los consumidores a una habitación o estancia libre de humos, sino que además, una tendencia negativa en la política de los hoteles podría trascender su ámbito y trasladarse a otro tipo de locales de ocio, que aleguen agravio comparativo, que su negocio se parece a un hotel o que hay un hotel a la vuelta de la esquina como excusa para permitir fumar. Por otra parte, no vemos qué razón económica pueden esgrimir los propietarios de cadenas de hoteles para solicitar que se pueda fumar en las habitaciones, pues no creemos que una prohibición de fumar en el hotel vaya a suponer perdida de clientes porque estos prefieran pasar la noche con sacos de dormir en la calle en base a un capricho tan absurdo. A estas alturas nos parece una solución radical permitir que el humo se instale cómodamente en estancias en las que muchas veces nos vemos obligados a pernoctar por necesidades que van más allá del ocio; hay que proteger las habitaciones y los derechos de quienes trabajan en ellas frente al contaminante. También esperamos que el Señor Zapatero no califique la ley como “tolerante” permitiendo que demasiados bares sean declarados clubes privados para fumadores. Esperamos que no proliferen a partir de ahora esos clubes mientras el Gobierno se obstina en mirar para otro lado.

Solicitamos encarecidamente que se subsanen estos errores en el borrador cuanto antes.

sábado, junio 19, 2010

La regulación de los clubes de fumadores

En esta entrada, de hace ya años, intenté acotar el estatuto ontológico de ciertos clubes privados.

Estos días se habla de cómo regular los clubes de fumadores en la reforma de la Ley 28/05. En principio, un club de fumadores no tendría que por qué tener una regulación diferente a la de un club de tenis, un club de petanca o un club de paracaidismo. Pero, dada la tamaña importancia de los intereses cruzados y la interferencia potencial de los clubes en las políticas de salud pública, se les ha de aplicar una regulación específica, y salvaguardada por completo del libre albedrío y la ley de la libre oferta y demanda, al igual que habría que establecer una regulación de la venta de tabaco al público más restrictiva de lo que está ahora. Pues recordemos que las reglas de la adicción no son compatibles con las del libre mercado.

En la legislación moderna sobre el tabaco se suele asociar la venta de tabaco con su consumo. De esta manera, se tiende a pensar que donde se puede vender tabaco se puede fumar. Otra cosa es que las cosas tuviesen que ser de otra forma: que en el único sitio donde se pudiese vender tabaco, el mismo punto de venta ofreciese el servicio con las instalaciones adecuadas para poder fumarlo. Es vital entender en base a qué criterios deben ser concedidas las licencias de expendeduría. Para alcanzar de manera más efectiva los objetivos de la política en salud pública y social, la permisión de fumar, debería estar íntimamente ligada la venta controlada. Con ello se trata de aislar el acto de fumar de la sociedad y, relegándolo por tanto, a estos espacios acotados y a la intimidad del hogar.

Muchos propietarios de quioscos y de locales de prensa y revista se quejaban de que es injusto que a ellos no se les permita vender tabaco. Eso es porque existe un error de concepción sobre lo que debe ser un estanco, que hoy en día compite como punto de venta de prensa y otros artículos que deberían ser exclusiva del libre mercado en unas condiciones injustamente ventajosas, privilegiadas. Aclaro, en un estanco, sólo se debe vender tabaco y los utensilios o accesorios propios de su consumo, loterías oficiales, impresos administrativos, sellos etc. pero no de revistas, periódicos, chicles y golosinas, artículos de regalo etc.

Los requisitos que se establezcan para la concesión de licencias de clubes de fumadores, han de ser análogos a los exigidos para las expendedurías. Así se determinará su número y ubicación de acuerdo a baremos poblacionales, y no según la demanda. Como ejemplo quizá sería razonable ofertar 100 m2 de local en núcleos urbanos por cada 300.000 habitantes. Así, es como se le ofrece al derecho a fumar una regulación neutra y no como en la actualidad, donde el acto de fumar es auspiciado, y los que fuman lo hacen en una situación privilegiada en detrimento de la libertades privadas, públicas y colectivas.

sábado, junio 05, 2010

Multas ya

En CNN+ acaban de dar a conocer ciertas realidades de corte estadístico. Hablaban de la tasa de fumadores según los oficios. Según dicen, el porcentaje de adictos más alto lo lleva el tajo, el trabajo en la construcción. En segundo lugar sigue, cómo no, los trabajadores de la hostelería. Un gremio destacado en este estudio lo constituyen los médicos (un sorprendente 40% de adictos).

Esto viene a corroborar algunas cosas. Lo primero, en relación a los albañiles, es que se confirma que la epidemia de tabaquismo en España se halla actualmente fuera de control. Lo segundo, a propósito de los camareros y trabajadores del ocio nocturno, viene a decirnos que el tabaquismo pasivo parece que acaba llamando al tabaquismo activo, es decir, el humo de tabaco ambiental, quizá por algún milagro en su formulación química, provoca adicción y los fumadores pasivos corremos el riesgo de caer presas del cigarrillo sin que nadie se responsabilice de las consecuencias. En cuanto a los 4 de cada 10 médicos que fuman esto viene a demostrar con números irrefutables que la solución a la enfermedad no es un asunto sanitario, sino policial; que la única manera de conseguir que la gente lo deje no es ni enseñando ni sensibilizando sino multando.

Esto, no lo digo yo. Esto es una lectura hecha a partir de los últimos estudios sobre neuro-marketing, que nos ponen sobre la mesa datos tan llamativos como que las imágenes de cánceres de pulmón en las cajetillas no valen para nada. Sino que es un estímulo más que le recordará al fumador el placer de las caladas que le daba al cigarro mientras leía las leyendas fúnebres y se recreaba en las imágenes de pulmones y bocas destrozadas. Otra cosa sería, según las teorías básicas sobre el condicionamiento, que cada vez que alguien fuma donde no debe, eso le supusiese un problema, un displacer. Si cada vez que fuese a echar mano del cigarrillo, ese acto le recordase las nauseas que sufrió la última vez que fue multado, ya empezaríamos a ir por buen camino. Con esa estrategia cuya efectividad nos la aseguraría el mismísimo Paulov, empezaríamos a entendernos porque estaremos aplicando la lógica y dejándonos de estupideces.