miércoles, diciembre 10, 2008

Tóxicas, nocivas y molestas chimeneas de hogar

Vivo en un barrio en la periferia de Almería capital. Me gusta mi casa y mi vecindario en cuanto a espacios y estética. No me gustan las garruladas y las cochinadas.

En muchas zonas residenciales alejadas de los centros urbanos de las grandes ciudades, se nota la relajación de la Administración, de su policía local y de los lugareños. Es el caso de La Cañada de San Urbano; donde el civismo no abunda.

Durante este verano pude observar cosas que para un cosmopolita resultarían llamativas pero que, sin embargo, allí parecía normal. Allí es fácil ver, a fecha de 2008:

-Tres adolescentes sin casco sobre un mismo ciclomotor de noche, sin luces y sin espejos.

-Motos de alta cilindrada circulando sin permisos, sin la ITV pasada y, por supuesto, los propietarios enseñando como se conduce sin casco y con el tubo de escape roto.

-Carreras de coches con discoteca móvil los sábados de madrugada por una de las calles principales del barrio.

-Gente que invita a sus mascotas a que dejen sus deposiciones en mitad de la acera pública y asunción del hecho como normal por la comunidad.

-Gente que escupe por esas mismas aceras con más desinhibición de la habitual.

-Uso indistinto, aleatorio, de los contenedores destinados al vidrio, a la basura orgánica o al cartón.

-Afiladores, panaderos, tapiceros que se pasean con sus furgonetas por las calles del barrio manteniendo pulsado el claxon no-homologado durante larguísimos espacios de tiempo.

-Obras y reformas mayores sin licencia municipal y sin el uso tan siquiera de contenedores donde depositar la arena que con el viento se esparce por el largo de la calle.

Todo ello ante la mirada impertérrita de las cobardes autoridades municipales

Haciendo un ejercicio de toleración, de tolerantismo tolerador, puedo hacer como que no veo y oigo estas cosas y seguir tan feliz. Pero entonces llega el invierno, con ello el frío, y con el frío las chimeneas. Entonces es cuando toca privarse de otro sentido más.

Un día tendí la ropa de la colada y, tras dejarla una noche en mi propia terraza para que se secara, tuve que devolverla al canasto de la ropa sucia otra vez. Pues apestaba a humo de chimenea.

Es increíble como hoy en día la gente sigue usando las primitivas chimeneas y con ello ambientando el aire de las calles, condimentándolo con algunos isótopos radioactivos extra. Hoy en día, la leña es cara y su combustión molesta al prójimo asmático o alérgico o que, sencillamente, le da asco que le atufen el pelo y la ropa con el pestazo a hollín.

Nadie tiene derecho a contaminar un aire que no le pertenece a él solo. Hacer un uso abusivo y perjudicial de un aire que es común, no puede justificarse con argumentos tipo “Es que te quieres cargar el olor a hogar” “Es que a mis niños en navidad les gusta” “Da un ambiente acogedor” “Es que con tus estufa de calor azul las chimeneas de Endesa también expulsan humo a la atmósfera” etc. Porque, efectivamente, hay alternativas que cumplen la misma función a un precio semejante y que no molestan. Están las estufas de gas y las eléctricas; sin ceniza ni humo y sin ocupar espacio en el sótano con peligrosa leña afectada por la carcoma y, a la hora de la verdad, más limpia y eficiente.

Además, por culpa de esas chimeneas he tenido que comprar una secadora eléctrica para así cumplir con los planes de ahorro energético del gobierno que, por supuesto, ni los vecinos humeantes ni el Ayuntamiento me han sufragado.

Las chimeneas caseras en los núcleos urbanos o sus proximidades deberían estar prohibidas. Si no, pues que paguen un alto impuesto e indemnicen a los que nos molestan y nos hacen gastar más dinero en limpieza e higiene.

viernes, noviembre 28, 2008

La OCU

Dice las noticias que ha sido premiada por su compromiso en la lucha antitabaco.

Hace algunos años, mientras se hablaba sobre la creación del Partido del Cigarro Partido, varios intercambiamos ideas de cómo debía gestarse un partido así, sobre cuales deberían ser sus fines, sobre cómo estos fines, aún diferenciados y, tan aparentemente específicos, podían ser universales -en cuanto a sus consecuencias en términos de orden social- llevando las cosas a extremos ideales porque estas conjeturas no podían salir del nivel teórico ni encontrar aplicación práctica. Por tanto, desde casi la fantasía, se habló bastante de nociones reinventadadas “pero sobre realidades existentes”.

En ese proceso dialéctico, aunque de manera muy rudimentaria, y a falta de un pulido en sus formas, se manejaron conceptos y re-definiciones tales como la de estado, corporación, demagogia, manipulación mediática, ciudadano, institución y consumidor, entre otros.

Si la sociedad había avanzado y ya todos los movimientos habidos en el siglo XX habían ya vencido, evolucionado o pasado de largo, ya se había alcanzado una estabilidad que no hacía presagiar una gran revolución –social-. Entonces, podíamos llegar a suponer que en el primer mundo vivimos la era de la “sociedad del bienestar” y, o todo ya está bien como está, o no puede cambiar más de manera significativa, o corresponde al azar o el destino ese tipo de cambios. En un panorama así, extrapolando la Pirámide de Manslow al caso, los integrantes de la sociedad han alcanzado el último escalón de la pirámide y como última meta queda la autorrealización. La plena autorrealización pasa por la “exhibición” moral y la resolución de problemas no-vitales -de manera altruista o no-. En tal caso, el tabaquismo en todas sus dimensiones, es un problema a resolver con alguna que otra implicación moral.

En conclusión, bajando a la tierra y apartándonos de explicaciones pesadísimas, en el último escalafón de una pirámide de Manslow adaptada a la psicología social, es lógico que el consumidor sea siempre una parte disconforme. Desde la constante exigencia, siempre aspiraremos a la mejora de nuestro entorno inmediato; primero el de nuestra intimidad, luego el de nuestro entorno laboral y, finalmente, el de los espacios en los que solemos socializar durante nuestro tiempo de ocio. En esos entornos el ciudadano ejerce el papel de consumidor de servicios que, pueden ser definidos como sociales, si el ocio se constituye como un servicio ofrecido al público (lo gestionen o no manos privadas y siempre que el propietario no renuncie al acceso público como según expliqué aquí). Por tanto, al menos aquí y ahora, lo que caracteriza la mala calidad del ocio es el humo de tabaco y sus inconveniencias principalmente. Como consumidores creo que es el objeto primordial de nuestra lucha: por la calidad del ocio; por la calidad del aire que se respira en esos entornos, donde disfrutamos de nuestro tiempo libre, donde socializamos, nos conocemos, nos comunicamos etc. Ese logro nos es vital.

martes, noviembre 18, 2008

Max Payne y el tabaco

En una de las primeras escenas de esta película, una chica despampanante trata de coquetear valiéndose de un extraño cigarro (no recuerda a ninguna marca en concreto); para ello, por unos momentos, adopta unas posturas y un lenguaje corporal que recuerda a esa particular estética de los años 20. Ese cigarro es el único que aparece en la escena. Es el único que sale en toda la película y jamás será encendido, sino que acabará partido y pisoteado en el suelo sin producir una sola voluta.

Entonces, entre un juego de sombras y claroscuros, avanza hasta colocarse en el mismo plano que el protagonista.

Seductora, pregunta en un intento de aproximación comunicativa.

-¿Tienes fuego?

Pero él rompe las expectativas comunicativas de la joven y de cierto tipo de espectador. Su pensamiento está alejado de ese ambiente festivo. Impasible, apático, contesta.

-No fumo

Inmediatamente después, otros personajes entran en la acción de la escena. Lo que se sucede a continuación es el preludio de la acción trepidante que se disfruta a lo largo de la película y, el cigarro, desaparece para no volver tras una exclamación de enfado de su portadora, que lo parte y lo tira al suelo para pisotearlo sin ni siquiera haberlo encendido, como ya he dicho.

Resulta interesante que nada más empezar la película uno sepa que el tabaco no tiene lugar en ese universo. Si hubiese sido un a película española es probable que, en ese local de ocio nocturno en el que tiene lugar la escena, la mitad de la gente estaría ya fumando. El protagonista no sólo habría sacado su mechero ante el requerimiento de la chica, sino que además se habría encendido otro para él. Dado el tipo de película, el número de volutas avistadas rivalizaría con el de Casablanca. Se habría fumado con cualquier excusa en cualquier escena.

Se puede hacer un análisis semiótico de algunos aspectos de la trama y extrapolar el caso al tabaco. Aquí la acción gira entorno a una droga y su uso con fines perversos (por parte del malo, como instrumento de dominación mediante la alteración de conductas). En un principio, el gobierno había contratado a una farmacéutica para que diseñase un fármaco capaz de ofrecerles a los soldados ventajas sobrenaturales en combate. Pero no pudo ser. El proyecto fracasó porque la droga terminó siendo un arma incontrolable debido a sus indeseadas repercusiones psíquicas en los casos estudiados, que incluían alucinaciones y adicción. Así, el gobierno ordenó detener el proyecto, pero el malo de la película continúo con la producción de ese suero; le había encontrado una aplicación para su beneficio.

Se nota que en las películas americanas, las clasificaciones por edades y las advertencias, “morales” como muchos dicen, están funcionando para el caso del tabaco. Uno de los criterios empleados para determinar el grado de aptitud para según qué público, es el número de escenas de tabaco. Gracias a esta regulación, pronto, en el cine americano, será una rareza ver a un personaje fumando.



Antes de esa película, con las luces aún encendidas, pasaron el trailer de una producción española llamada “Sólo quiero caminar”, aunque bien podría llamarse “Sólo quiero fumar”. En demasiados fotogramas, estaba presente ese trastorno respiratorio que obliga a los enfermos a inspirar y exhalar humo de cigarro, sólo que no se presentaba de esa manera, sino con clase y estilo. El humo se veía realzado, espeso, abundante. Se paseaba por el objetivo de la cámara sin ningún tipo de asco o pudor, como si fuese lo más normal del mundo. En España, estamos a años luz de un cine libre de tabaquismo.
De hecho, una secuencia únicamente muestra una exhalación, de tal manera que el humo la centra y destaca -como si intentase decirnos algo-. Vosotros mismos podéis averiguar cuál es:

domingo, noviembre 02, 2008

Agnes de Dios: Una monja muy fumadora

Es posible que Ron Brugal y la Fundación Altadis España patrocinen ciertos eventos culturales. Eso explicaría lo insólito de algunas escenas tabáquicas en muchas obras teatrales. A veces, el rostro constreñido de los productores y directores al comentar ante los medios la incorporación de elementos ajenos en sus propias paridas da cuenta de ello.

Esto es sólo una posibilidad teórica que puede tener reflejo o no en la realidad. En un escenario así, en el que la producción teatral da muy poco dinero sin el debido patrocinio, la Industria Tabaquera tomaría las riendas de la situación y compraría un canal comunicativo privilegiado para difundir sus mensajes. El impacto visual -sensorial en este caso- es esencial para conseguir dos objetivos primordiales de una inversión a plazo indefinido: la normalización del acto de fumar desde el rescate retrocultural y la invitación a desafiar prohibiciones en su interés; como si los “intentos de censura administrativa” aplicada al fumeteo fuesen una cuestión moral asociada a las trama argumental de la obra representada.

Actores de amarillentos dientes, nos proponen la última moda en estravaganzza teatral. Una monja muy fumadora y a mucha honra.

La obra es una adaptación estética de la obra de un tal John Pielmeier. Dicen que la han acomodado a los tiempos modernos. Ya existe una película de 1985 protagonizada por Jane Fonda. Por tanto, me parece que este forzado remake sólo destaca por la intención de sus escenas de tabaco. Para los que tenemos un mínimo de cultura, ese trasfondo que invita a una supuesta reflexión, es sólo apto para ingenuos con complejo de garrulos porque el tema propuesto para la reflexión y el debate está ya muy visto; es desfasado y cateto.

Aquí tenemos la presentación:

El dramaturgo americano John Pielmeier leyó en un periódico que el cadáver de un bebé había sido encontrado en la celda de una monja y, aunque el hecho en sí no llamó especialmente su atención, sí sintió interés por las posibilidades de reflexión que suscitaba. Comenzó a escribir Agnes de Dios espoleado por las preguntas de si existen los santos en el mundo de hoy y si son posibles los milagros en una sociedad marcada por el laicismo más rotundo. Las protagonistas de Agnes de Dios, la doctora Livingston, que procediendo de una educación católica ha abandonado la religión, y la madre Miriam, que ha llegado a la devoción como última agarradera que la libera del mundo, del demonio y la carne, encarnan, sólo aparentemente, las dos posibilidades de enfocar el drama: a partir del racionalismo o la fe. A una y a otra, el terrible suceso les remueve los débiles cimientos de sus creencias.
¿Quién fue el hombre que entró en el convento y sedujo a la hermana Agnes? ¿O fue ella la seductora? ¿Cómo es posible que ninguna de las monjas se diera cuenta de que la hermana Agnes estaba embarazada? ¿Es verosímil que ni la propia novicia conociera su estado? ¿Acaso la concepción del bebé fue por intervención divina? ¿Fue Dios, tal como afirma la hermana Agnes, quien estranguló a ese niño concebido por un ángel caído para llevarlo inmediatamente a su divina presencia? ¿Crimen o milagro?

El trailer no tiene desperdicio. Da pena en el fondo la atriz fumadora, que tiene que estar hasta la narices de fumar en cada representación, sin cobrar su plus de toxicidad. Muchos dirán que es necesario caracterizar a la monja así. Que es la mejor forma de recordar que, detrás del hábito, hay una mujer, un ser humano. Otros dirán que detrás del hábito lo que se esconde son los intereses de la Industria Tabaquera.

Los comentarios de los actores y el director tratan de justificar las peculiaridades de los cambios estéticos (porque no hay otros notorios a parte de lo del tabaco) con las coletillas liberaloides de siempre:

“…He optado por una visión muy libre, es decir, he pretendido que se acercara lo mas posible a los espectadores de hoy, a los espectadores españoles...”

“…nada es blanco ni es negro, sino que todas las relaciones entre los personajes están llenas de matices…”

“…será el propio público el que tome sus propias conclusiones…“


Pero lo mejor son los criterios empleada a la hora de remodelar la estética. Ellos dicen que se ha optado por el minimalismo y la sobriedad (con unos muebles de diseño muy bonitos, por cierto) en los que priman las líneas rectas y las formas lisas. Es cierto que no hay decoración añadida y los colores predominantes –un acierto- son el blanco y el negro. Ni siquiera veo otro color en el trailer. La verdad es que lo único que destaca visualmente, lo único que queda realzado con tanta sobriedad reapartida, es el cigarro encendido y las volutas de humo. El tabaco no pega en ese escenario ni con cola.

En conclusión, no recomiendo que vayáis a ver esta obra salvo que queráis que os atufen impíamente con humo de tabaco. Quizá tenga interés pedir palco o última fila y conservar la entrada para luego deducir la pertinente reclamación o denuncia.

martes, octubre 28, 2008

El Sentenciazo

Una sentencia de la Audiencia Nacional pretende ratificar lo evidente (que el tabaco produce cáncer). Lo cual es todo un detalle que se nos conceda jurisprudencia en ese aspecto; qué generosidad. Pero, sin entrar a estudiar en profundidad la casuística del acto de fumar, concluye que el Estado no tiene la culpa de que la gente fume y asuma libremente ese riesgo porque, ¿quién les manda meterse humo en los pulmones?, ¡mira que es tonta la gente!

He aquí el enlace de la noticia.

Podría no haber entrado al fondo de esa cuestión y haberla obviado de alguna manera, con algún subterfugio, pero no lo ha hecho. No sólo ha preferido la Justicia -o esos representantes de la Justicia, mejor dicho- no sopesar las razones del denunciante sino que, de un plumazo, han querido dar carpetazo a las posibles futuras demandas porque, hablando de superlativos, si en otro tiempo se habló de un “decretazo” por polémico, yo creo que lo que ha dicho la Audiencia Nacional merece el calificativo de “sentenciazo”.

Resulta que el tribunal fundamenta su decisión en el hecho de que fumar es un acto libérrimo, y que el Estado no impone el consumo de tabaco, el cual es exclusiva responsabilidad del fumador.

La palabra “libérrimo” es la que destaca por su carga afectiva. El juez podría haber dicho simplemente que es un acto “libre” o “voluntario”, sin recurrir a ese superlativo que suena hasta arcaico. Denota bastante exaltación en lo que se revela a continuación.

“Libérrimo”, junto con lo de “no impone” y “exclusiva responsabilidad” (tenemos alguna que otra redundancia semántica en la sentencia), delatan una fuerte influencia de un tipo de ideología determinada en la sentencia pronunciada. Sin duda, no podemos hablar de imparcialidad en el dictado de esta sentencia, cuya justificación se apoya en unos planteamientos ideológicos determinados, alejados de cualquier tipo de razonamiento estrictamente jurídico. Estos jueces parece que han leído más de la cuenta “Libertad Digital” o sencillamente fuman mucho.

Pero el reconocimiento de que tal acto es libérrimo, como ellos dicen, y que es de exclusiva responsabilidad del fumador, implica que ese mismo acto (el de meterse humo en los pulmones), no es de exclusiva responsabilidad del fumador pasivo. En tal caso, es el fumador pasivo que enferme, o sea molestado indeciblemente, el único legitimado para interponer una demanda de esta índole puesto que su decisión de fumar correspondió a los intereses de la Industria Tabaquera y al Estado y su coerción social para permitir –e imponer en algunos casos- el consumo de tabaco en ciertos lugares públicos. A estos lugares, corriendo un riesgo que ahora se reconoce, accedimos legítimamente en ejercicio de nuestra libertad deambulatoria ¿o tendríamos que haber renunciado a ella, Señorías?.

Por tanto, el Estado y la Industria Tabaquera, son los que deben indemnizar a los que no fuman por respirar hollín cancerígeno y radioactivo en contra de nuestra voluntad. Porque recordemos que donde empieza la libertad del que no fuma, termina la libertad liberrísima del fumador. Tarde o temprano, estos jueces, políticos y otros actores sociales, tendrán que dar explicaciones sobre lo que han dicho y hecho. Y es posible que en un futuro haga falta una ley de memoria histórica como la que propuso el Partido de los No-Fumadores.

lunes, octubre 27, 2008

El ministro más inútil de la historia de la democracia

Pensaba no volver a mencionar más a este ignominioso siervo aquí. Porque no se merece ni la más mínima atención este débil mediocre. Su persona es demasiado vulgar como para merecer que la gente se digne a prestarle atención.

Ya recordé una de sus payasadas como ejemplo:

http://mirandoatrasconira.blogspot.com/2008/08/bernat-soria-el-padrazo.html

Aquí ya se le hizo la carta de presentación:

http://mirandoatrasconira.blogspot.com/2007/07/la-cobarda-del-gobierno.html

Pero él tiene afán de protagonismo. Insiste en ganarse nuestro más profundo desprecio a base de bien.

He aquí la noticia que ha despertado mi ira:

http://buscador.lavanguardia.es/buscador/resultados/20081027/53566864512/Sanidad-descarta-endurecer-la-ley-del-Tabaco-por-l.xhtml

Pero no me voy a arriesgar a que se rompa el enlace con el paso del tiempo, pues esto es basura ahora y lo será aún más en 100 años (no va por la periodista Celeste López). Aunque Quod scripsi scripsi, lo dejo aquí:

“El Gobierno no endurecerá la ley del Tabaco, al menos, en esta legislatura. Así lo indicaron a este periódico fuentes del ministerio que dirige Bernat Soria, quienes justifican esta decisión en que en la actual situación de incertidumbre económica y de contracción del consumo "no parece adecuado presionar más a la población, sobre todo a los propietarios de los bares y restaurantes", señalan.

Desde Sanidad se insiste, sin embargo, que la reforma de la ley no es un compromiso adquirido por el ministro Soria, quien siempre se ha mostrado más a favor de potenciar las campañas que promuevan el abandono del tabaquismo que por endurecer la normativa que entró en vigor el 1 de enero del 2006. Pero, la presión recibida por parte del mundo sanitario, así como por responsables autonómicos como la consellera Marina Geli, que consideran que la norma quedó "corta" ya que, aunque se ha erradicado el tabaco del mundo laboral, el humo sigue presente en los ambientes de ocio, como en bares y restaurantes, le obligó a replantearse la conveniencia de afrontar en esta legislatura la citada reforma.

A esta situación se sumaba la constatación de que, dependiendo de la comunidad, la ley se cumplía con rigor, como es el caso de Catalunya y Galicia, mientras que en otras, como en el País Vasco o Madrid, la norma apenas si se ha implantado en los bares y restaurantes. La única opción para imponer la tan cacareada equidad territorial, a decir del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT), es endurecer la norma estatal.

La reelección del Gobierno Zapatero el pasado mes de marzo y la continuidad de Soria al frente de un ministerio centrado en cuestiones de salud pública permitían al ministro abrir la posibilidad de ampliar el cerco al tabaco. Máxime cuando gran parte del trabajo de concienciación social de exigir ambientes libres de humo ya estaba realizado.

Pero cualquier modificación de la norma ha quedado tajantemente aparcada hasta que la sociedad española recupere la tranquilidad económica perdida en los últimos meses. "La reforma era clara: prohibir el consumo de tabaco en bares y restaurantes independientemente de los metros cuadrados que tenga el local", señalan fuentes del ministerio. Ante la actual situación de contracción del consumo, que se ha traducido de inmediato en la caída de los ingresos en ocio y restauración, el Gobierno "no puede" introducir un nuevo elemento que pueda frenar el consumo, indican.

Soria se centrará esta legislatura en intentar combatir el tabaquismo con campañas de concienciación y en velar para que la actual ley se cumple en todo el territorio. En este último punto, el ministro tiene mucho que hacer a tenor de los resultados de la ley. Según datos de la CNPT, seis de cada diez locales de hostelería incumplen esta norma que protege el derecho de todos a disfrutar de un ambiente no contaminado por el tabaco. Esto significa que el 40% de la población sigue expuesta al humo de los cigarrillos.”

Ahora, sin ser cansinos, divirtámonos con sus disparates…citemos pues (lástima que sea una transcripción de la periodista).

“El Gobierno no endurecerá la ley del Tabaco…”

¡Claro!, que no se asuste La Tabaquera y que no se apuren los fumadores, echándole jeta se podrá seguir fumando como hasta ahora; casi en todas partes. Debe de ser todo un alivio, después de lo dura que ya estaba. O sea, leyendo entre líneas, “desde el Estado iniciamos el intento de derogación de facto de la Ley 28/05, con uno poco de suerte, y si Europa no nos molesta, podréis volver a fumar hasta en la oficina”.

“…en la actual situación de incertidumbre económica y de contracción del consumo, "no parece adecuado presionar más a la población, sobre todo a los propietarios de los bares y restaurantes"…”

¡Anda!, ¿entonces no era un mito? El tabaco es bueno para la economía. El dinero que la gente no gasta en tabaco, se lo traga en un agujero negro, se me había olvidado. Lo que más gracia me hace es lo de “no me parece adecuando presionar más a la población”. Por un momento pensé que se refería al fumador pasivo. Pero es lo contrario: del fumador pasivo abusad lo que queráis, a barco hundido cañonazos.

En cuanto al resto, debe de haber una errata en el texto. Donde pone “sobre todo a los propietarios de los bares y restaurantes”, hemos de entender, “sobre todo a los propietarios de los estancos” (y otros beneficiarios e interesados por extensión).

“…siempre se ha mostrado más a favor de potenciar las campañas que promuevan el abandono del tabaquismo que por endurecer la normativa…”

Es decir, lo más caro e ineficaz. Lo que garantiza la estabilidad de los niveles de consumo que ya vuelven a implicar al 30% de la población.

“…el Gobierno "no puede" introducir un nuevo elemento que pueda frenar el consumo…”

Es tajante y no quiere dejar lugar a réplica y discusión. Eso es consecuente con la conspiración de los poderes públicos contra la salud y el bienestar de la sociedad. La contundencia asertiva es una estrategia avistada también en el texto del “sentenciazo” (mañana hablaré de él); seguridad en apariencia, debilidad en realidad.

¿"Frenar el Consumo" de qué, Señor Soria? ¿En general? Me parece que no, lo que quiere decir es que el gobierno no puede permitir que la gente compre menos tabaco. Por muy en crisis que estén los vendedores de coches, las inmobiliarias y los restaurantes, el gobierno no puede permitir que se produzca un trasvase del dinero que el contribuyente se gasta en tabaco a otros sectores necesitados. Sería lógico que el consumidor tuviese otras prioridades distintas a las de fumar pero Soria, en su ignorancia supina, no lo ve así. Es evidente que no se va a reformar la fiscalidad del tabaco porque el gobierno se ha acomodado a ese sistema de recaudación; recaudación garantizada por la adicción de la población. Qué suerte tiene la industria tabaquera que goza del amparo privilegiado de un estado al completo. Ya cabría preguntarse si, en caso de depresión absoluta, de debacle económica aguda, preferiría que la gente muriese de inanición antes que tomar medidas que contrariasen a los intereses de un solo sector: el de la Industria Tabaquera. Quizás seamos así más felices, fumando; aunque muertos de hambre pero fumando.

miércoles, octubre 15, 2008

Ya estamos con los premios. Ahora Fernando Savater

A Fernando Savater se le concede el Premio Planeta 2008 por su “buen quehacer” como novelero. Este escritor y filósofo pasa a engrosar la ya escandalosamente larga lista de liberaloides protabaquistas agraciados con el don del éxito mediático. Irá al cielo junto con, entre otros, Javier Marías y Xavier Sala Martin.

Para este miembro del Club más Tolerante de toda España, lo del tabaco y su regulación es un tema recurrente en sus escribidurías. Dedica bastantes esfuerzos, (hasta rozar el descaro), a difundir su particular filosofía; determinada por su vicio y la patológica necesidad de convencerse a sí mismo de lo que no puede ser.

Trata de ofrecer una solución evasista al sentido de la vida y haciendo uso del relativismo moral y gnoseológico, trata de inocular en sus lectores una visión quebrada de la realidad adaptada a su vicio, con tendencia a solicitar nuestra tolerancia con… lo que no puede ser.

He aquí,(substraigo las siguientes líneas), una típica muestra de su estéril rechazo al intento de búsqueda de cualquier verdad absoluta. Dice en una de sus clases de ética:

“Algunos aseguran que lo más noble es vivir para los demás y otros señalan que lo más útil es lograr que los demás vivan para uno. Según ciertas opiniones lo que cuenta es ganar dinero y nada más, mientras que otros arguyen que el dinero sin salud, tiempo libre, afecto sincero o serenidad de ánimo no vale nada. Médicos respetables indican que renunciar al tabaco y al alcohol es un medio seguro de alargar la vida, a lo que responden fumadores y borrachos que con tales privaciones a ellos desde luego la vida se les haría mucho más larga. Etc.”

Entre sus devaneos que no vienen a decir nada, se descubre su autismo y falta de compromiso social (típico de la filósofía, la psicólogía o cualquier otra materia tratada desde una perspectiva unidisciplinar, la verdad), se topa un no-fumador con llamadas de atención en forma de manifiestos pro-libertad-para-el-fumador, que es en lo único que para él parece no estar sujeto a duda o discusión. Es lo único a lo que no le aplica el “Sólo-sé-que-no-sé-nada” porque es su única verdad absoluta. Su adicción a los puros le hace verlo tan claro como el principio del racionalismo cartesiano. Tengo ganas de fumar, luego tengo que defender mi libertad de fumar donde me de la gana.

jueves, octubre 02, 2008

¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Vas a comer a un restaurante sin fijarte mucho en los carteles de “aquí sí” o “aquí no”. A lo mejor no caes en la cuenta porque tales carteles no están o porque el hambre apremia y ni te acuerdas de eso. Además, si vas temprano y eres de los primeros en tomar asiento, casualmente nadie te recuerda que estás en España a base de tufaradas humeantes. Pero mientras esperas el plato y pasan unos minutos de las dos de la tarde, los camareros empiezan a colocar los ceniceros en las mesas. Entonces es cuando toca suspirar, inspirar hondo y aguantar porque llega la hora del toque de queda: los garrulos desenfundan sus armas y abren fuego…

Han transcurrido cinco minutos y lo que debía ser una agradable hora de la comida y de la sobremesa se convierte en un calvario. Te das prisa en terminar tu plato y renuncias al postre con la esperanza de poder terminar e irte antes de que tu pelo quede impregnado de ese aroma tan exclusivo, o al menos para que esas pegajosas partículas no penetren demasiado hasta tu ropa interior y más allá. Al final, lo que podría haber sido una estancia con un ambiente agradable para todos, acaba convirtiéndose en un entorno con una atmósfera incómoda para la mayoría. Para ti, que no fumas y te sienta mal o te da asco el humo, el restaurante es un auténtico purgatorio. Y es entonces cuando te preguntas, “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”

lunes, septiembre 15, 2008

Vuelvo a usar Windows en lugar de Linux

Desde hacía algún tiempo, quizá para librarme del engorro de tener que actualizar el antivirus y el firewall constantemente, o quizá sólo por variar, tenía instalado en mi ordenador el S.O. del pingüino. Tengo que decir que en estos últimos años se había forjado un mito entorno a este software libre. Se llegó a asegurar que era igual de eficiente o más que Windows XP o Leopard pero gratis, que era más estable y encima gratis, que esa eficiencia permitía sacarle al hardware anticuado más rendimiento y, encima, era gratis.

Eso son pamplinas. Es posible que fuese todo eso hace unos años, cuando muchos tuvimos que resignarnos a convivir con el Windows 98, sus pantallazos azules y sus cuelgues. Pero con Windows XP dejé de ver esas cosas.

En un año he experimentado con varias distribuciones de Linux y con todas tuve problemas de todo tipo; incluso cuelgues y hardware sin controladores adecuados. Particularmente me dediqué al PClinuxOS y al Ubuntu, en sus dos últimas versiones: un desastre en términos prácticos. Es gratificante conseguir que te funcione pero mantenerlo funcionando es un quebradero de cabeza, cuando usas el ordenador para muchas cosas y no asumes la optimización del sistema operativo como un fin en sí sino como un medio.

Por supuesto, valoro y agradezco que haya gente que se dedique a programar software libre. Es inevitable y, además, no creo que exista una interferencia real negativa con los intereses de los que venden software propietario. Es más, pienso que es escuela y estímulo para el negocio que también parece inevitable hoy por hoy. Yo diría que incluso conviven en una armonía simbiótica ambos modelos.

Y, para aquellos idealistas a los que les da manía contribuir al engorde del bolsillo de Bill Gates, fumen o no, tendrán que reconocer que este señor ha dado con la clave de la filantropía: la lucha antitabaco. El tabaco es el mayor asesino de todos los tiempos y un hombre rico e inteligente se ha dado cuenta. Lo que no sé es qué pensarán ahora nuestros neoliberaloides españoles que, por un lado idolatran a Bill Gates y por otro al tabaco. Bill Gates y Michael Bloomberg donan ingentes cantidades de dinero para la lucha contra el tabaco a través de sus fundaciones benéficas:



Va siendo hora de que, como una reacción en cadena, todas las corporaciones, gobiernos, ideólogos, filántropos, etc. le den la espalda a los intereses de la Industria Tabaquera, que se han instituído como el verdadero imperio del mal de nuestro tiempo.

En España, tal y como está la cosa, me conformaría con que cambiásemos a otro sistema político alternativo al actual Régimen Tabacocentrista.

lunes, agosto 25, 2008

Como la que se bebe un vaso de agua

En una parada de bus, a las dos de la tarde, bajo un sol de justicia, espera una mujer embarazada de unos 6 o 7 meses esperando el autobús. Llego, la saludo con un “buenas tardes”, me siento y espero con ella.

Debió ser el miedo al silencio comunicativo o que sencillamente le puso nerviosa mi mera presencia. Fuera lo que fuese, desencadenó en su subconsciente esa imperiosa necesidad de sacarse el paquete y el mechero del bolso para...fumarse un pitillo.

Por supuesto, la dirección del viento, no ayudaba a que el humo del cigarro pasase desapercibido para mis narices, lo cual me provoca ese malestar, esa ira contenida que tanto nos caracteriza a algunos. Sin embargo, decido no decir nada y sólo me levanto de mi, ya no tan cómodo asiento, para sortear el humo. Encontré, en los consejos de los matasanos, la excusa para no intervenir (sí, intervenir o mediar, pues no sabría decir si ya era una o son dos, habida cuenta de su estado biológico),

El auténtico matasanos, es el médico español castizo que se las da de comprensivo y liberal, el que asume que el humo de tabaco es un agente externo del que él y su frivolidad han de desentenderse o que, en su ignorancia supina, piensa que es un agente natural difícilmente evitable como la exposición al sol y la radiación ultravioleta, el mal tiempo o la contaminación atmosférica; o que, cree de verdad que daña más al organismo de la mujer y el feto el estrés que conlleva intentar dejar de fumar que el fumar en sí (la falacia más estúpida jamás predicada por los medicuchos).

A los dos minutos llegaron dos personas más, pero ella se sentía más cómoda fumando que sin fumar, a la vista de todo el mundo, como si nadie en la vida le hubiese dicho algo al respecto, o como si fuese, en definitiva, lo más normal del mundo. Ella entraba dentro del 30% de mujeres fumadoras que no lo dejan durante el embarazo. Entonces uno se pregunta, ¿qué labores de concienciación se están llevando a cabo desde el gobierno? Me gustaría conocerlas.

Esta práctica, me parece particularmente obscena y, además, es posible que sus implicaciones jurídicas se estén obviando porque, cuando se le permite a una mujer embarazada fumar, ¿se está teniendo en cuenta el interés superior del nasciturus?. Es ingénuo pensar que ese sujeto, en grado de indefensión mayor (el mayor de los posibles), no está siendo envenenado calada tras calada. Con los datos que hoy tenemos, y la certeza de que la embarazada que fuma es consciente de que lesiona o pone en peligro la vida del nasciturus, hacerlo durante el embarazo es un delito, delito de imprudencia quizá, pero delito.

viernes, agosto 22, 2008

El anuncio de Nestea y el mensaje de Pau Gasol

Que los no-fumadores que viven en España tienen serias dificultades de integración en su sociedad es un hecho. Si una persona acostumbrada a fumar, no fuma en una cafetería, no sufre por ello inconveniencia alguna, pero los que detestamos el humo sí tenemos un problema; salvo que no nos atrevamos a decirlo.

Es algo absurdo pero es así. Parece de chiste, como el anuncio de Nestea que habla de las dificultades en la integración de la gente perfecta. Si sustituyésemos, allí donde se dice “gente perfecta”, por “gente que no fuma”, ¿dejaría de ser absurdo?.

Más directo en su aplicabilidad al caso es el mensaje publicitario para la marca Nike, pronunciado por el jugador de baloncesto Pau Gasol, cuyo eslogan final es:

SER ESPAÑOL YA NO ES UNA EXCUSA, ES UNA RESPONSABILIDAD

Lo vi precisamente después de hablar sobre tabaquismo con amigos extranjeros que han venido de vacaciones a Almería. Se sorprenden, no ya de que en la terminal T4 de Barajas se celebre el luto a fecha de hoy fumando en esos ridículos recintos acotados con cuerdas de cuadrilátero de boxeo, sino de la proporción de españoles que fuma en todas partes y mucho. Esto ya empieza a convertirse en una cuestión de patriotismo porque algunos ya estamos desarrollando tolerancia a la vergüenza.

Parece que ser español continua siendo una excusa para no luchar contra el tabaquismo y creo que ya estamos hartos de reflexionar.

martes, agosto 19, 2008

Con toda la naturalidad

El otro día, en los Informativos Tele5 de las 15:00, escucho de fondo una noticia relacionada con la crisis. Hablaba de un colectivo de comerciantes que ha tenido que abaratar sus tarifas para coservar clientela. La curiosidad hace que baje adesde los dormitorios al salón para enterarme al detalle.

Entonces me doy cuenta de qué se trata mientras me voy acercando estupefacto hacia el mando de la tele para subir el volumen. Hablan de la prostitución y de las cifras de siempre: en España hay una prostituta por cada 38 varones y subiendo.

Pero hay algo diferente en el tratamiento informativo otorgado esta vez. Es el tono. Al parecer, muchos medios informativos han querido dárselas de chachis pirulis, de comprensivos y de tolerantes con la mente abierta. Han pasado por alto, como el que no quiere la cosa, el hecho de que la prostitución no es legal, o al menos no está regulada en España. Valiéndose de sus dotes de actores, como si fuese algo sólo achacable al desenfado veraniego, los presentadores de este noticiario han querido forzar una determinada percepción en el oyente, como si de una temeraria apuesta se tratase. Seguramente les ha resultado satisfactorio el reto de mostrar el susodicho negocio como lo más natural del mundo, como quien vende tomates o tornillos (salvo por el televidente que ahora escribe y alguno más).

Me parece una frivolidad el tratamiento informativo dado a la noticia. La prostitución, por mucho que traten los telediarios de mostrarnos su cara amable, es algo sucio, triste y trágico. Al menos podrían también hablar de los círculos de pobreza, enfermedad, drogadicción y criminalidad asociados a esa actividad. Si insisten en "comentar" este tipo de cuestiones en horario infantil, que hablen de lo malo también, no sólo de sus ingénuas fantasías liberaloides en lugar de servir de vehículo publicitario para el negocio y ya está.

lunes, agosto 11, 2008

Las vergüenzas del ciclismo español

Maribel Moreno es otra víctima de la subcultura deportiva española cimentada en la tolerancia al dopaje. No es la única y Path Macquaid podría volver a dar cuenta de ello ahora sí y después también. Hace meses advertí sobre el problema de las malas actitudes en España dentro del mundo del ciclismo. Antes de satanizar cobardemente la figura de la joven ciclista preferiré desviar la culpa a otras partes o, mejor dicho, me basta con señalar una cabeza de turco o dos:

Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte español

Por no reconocer su incompetencia, prefiere tildar de irresponsable a la joven ciclista. De otra forma, tendría que reconocer que Pat Macquaid, Presidente de la UCI, tiene razón:en España se practica la vista gorda (y no tenemos ganas de indagar en las razones de por qué se hace, serían detalles demasiado vulgares)

Fulgencio Sánchez, Presidente de la Real Federación de Ciclismo Española

Sobre lo de “Real” y derechos reales se podría hablar un rato, curiosamente. Es otro que viene a defender el libre albedrío y la aplicación de la responsabilidad individual de modo que, si a uno lo pillan en un control antidopping, mala suerte y que espabile para la próxima porque, como él dice, si alguien es culpable, hay que demostrarlo. Claro, pero el problema está en que él no presta ayuda para que se demuestre.

En fin, esta entrada de bitácora sigue sin estar obsoleta. Lamento que los enlaces a las noticias originales y los informes estén rotos.

¿qué culpa tienen los ciclistas de estar tan mal acostumbrados?

viernes, agosto 01, 2008

Bernat Soria el padrazo

Ayer pudimos saber sobre los resultados de una encuesta sociológica. Trata sobre la valoración de nuestros ministros por parte de la opinión pública, cansada de oír palabras feas como crisis y recesión. Como era de esperar, han suspendido casi todos, y con nota muy bajita, con el antiguo “Muy Deficiente” que nos ponían en los boletines de la EGB de primeros de los 80. Por supuesto, Bernat Soria, no está entre los 3 o 4 que han aprobado -y menos mal-.

El otro día para mí volvió a hacerse merecedor de un suspenso absoluto. Ya sabemos que ha sido instituido por Zapatero con un objetivo claro: aparcar la lucha antitabaco y cualquier tema susceptible de polémica. De hecho, me apostaría el cuello a que tiene tiene instrucciones claras y concretas de no meterse con el tabaco, so pena de cese inmediato. Por eso, con las manos atadas, a la cartera de Sanidad y Consumo le toca dedicarse a desplegar el marketing que tanto emboba a los tontos. Es hora de virar con disimulo hacia los aspectos más triviales de los derechos de los consumidores.

Por eso, hace unos días lo mostraron en diversos informativos con su bata blanca de médico, con su cara de bonachón, advirtiendo sobre los terribles peligros de los juguetes para niños pequeños fabricados con piezas que se pueden soltar o de PVC supertóxico, ¿puede que más tóxico que el tabaco incluso?. Así por ejemplo, pretende que empecemos a teorizar sobre lo peligroso que puede ser que se suelten dos imanes de las puntas de dardos de las dianas magnéticas y que un bebé se los trague. Pues parece que, si un niño glotón se traga dos imanes en el preciso intervalo de tiempo, estos se pasean en diferentes tramos del sinuoso intestino, si estos imanes son más potentes de la cuenta y se atraen tratando de tomar el atajo en línea recta...¡hay!; pellizquito en la tripa, aplastamiento o perforación detectable por una posible rectoragia y a operar. Menuda idiotez; esto parece sacado de un episodio de los Simpson.

miércoles, junio 11, 2008

¿Será porque Zapatero fuma?

Ley de Dependencia, carné por puntos y delitos contra la seguridad del trafico, ayudas a la adquisición de una vivienda, Ley de Igualdad y de Violencia de Género... muchas son las medidas tildadas de polémicas que el gobierno socialista se ha atrevido a tomar ante una feroz oposición del PP pero, ¿qué pasa con nuestra ya anticuada Ley Antitabaco? Parece que ha pasado de ocupar un segundo plano a caer en el completo olvido por parte de nuestros políticos.

Es tratado como un secreto a voces el hecho de que la mayoría de la sociedad española demanda nuevos espacios libres de humo de tabaco (sobre todo en el sector del ocio y restauración) mientras a duras penas se respeta la ley en los espacios sin humo.

Pese a que hay suficientes indicios de que una nueva y reforzada ley antitabaco sería un éxito para cualquier gobierno y tendría la buena acogida asegurada, Zapatero declaró durante la pasada campaña electoral que no se iba a cambiar nada. Por supuesto, es una de las poquísimas cosas que la oposición no le ha reprochado. El Partido Popular recrimina al gobierno por haber promulgado una ley que, de todas maneras, el gobierno mismo no quiere hacer cumplir. El PP sabe que el PSOE no quiere hacer cumplir esa ley y el PSOE sabe que el PP lo sabe.

También caemos en la cuenta de que los altos cargos de nuestra nación están ocupados por fumadores reconocidos, sin complejos y sin ganas de dejarlo. Zapatero, Rajoy y el Rey fuman, ¿tendrá eso algo que ver con el escaso respeto a los espacios sin humos en nuestro país?

miércoles, junio 04, 2008

Los fumadores pasivos no estamos lo bastante indignados

No para lo que nos correspondería estar si tenemos en cuenta el abuso crónico al que venimos siendo sometidos en España. La Industria Tabaquera sabe hacer uso del complejo de dictadura del español en su beneficio. Ha convencido al público y a la clase política de que intentar persuadir a los fumadores provocará en ellos un efecto rebote; de que ello hará que la gente fume más, tolere más o se ponga en peligro el orden social. La asertividad, la mera claridad en el mensaje de rechazo al humo de tabaco, es considerada una temeridad propia de dictadores.

Ese chantaje emocional ya no funciona con nosotros; como tampoco funcionan sus baldíos intentos de desviar la atención de los vendedores y políticos a los consumidores como origen del problema. Por fortuna, la tolerancia social al tabaco es más vulnerable de lo que parece a la razón y al enfado de unos pocos.

El que los no-fumadores comiencen a quejarse y a increpar a los que fuman cuando nos molestan es síntoma del comienzo del cambio hacia una sociedad más concienciada y empática, que entenderá que si alguien se queja es por algo. En tal caso, el humo de tabaco en locales cerrados supone un problema incuestionable, como también lo es el hecho de que nadie tiene que por qué padecer las inconveniencias de un humo que no produce.

El tratamiento mediático del humo en los bares, restaurantes y discotecas no es un juego ni es una broma. Eso se ha acabado. Nos molesta mucho y nos atrevemos a decirlo. De aquí a poco, será irrelevante que una ley avale o no el metafísico derecho a fumar en un local cerrado de acceso público. No permitiremos que esa persona vuelva a sentirse cómoda fumando su cigarro delante de nosotros. Deberá salir al exterior del local donde no nos moleste. Puesto que nadie en su sano juicio discute la peligrosidad y el grado de molestia del humo de tabaco, no tenemos que por qué permitirle a nadie fumar mientras saboreamos nuestro plato en un restaurante. No debemos poner como excusa a nuestro silencio la inconsciencia del que fuma o éste nunca será consciente de que incordia. No debemos escudarnos en un supuesto sentimiento de lástima o compasión porque una persona adicta no asume la reciprocidad respecto a tales sentimientos, de modo que no es justo para nosotros.

Suponemos que, el que fuma, no deriva un placer sádico añadido molestando y perjudicando la salud de las personas que comparten estancia con él pero, aunque no exista animus vulnerandi en la inmensa mayoría de los casos, ¿qué prueba tenemos de ello mientras soportamos una calada tras otra el hedor del tabaco quemado? o, ¿qué nos importa a nosotros, si nos va afectar de la misma forma ese humo?

Hay que armarse de valor y sinceridad, dejar atrás nuestro pasado cobarde e hipócrita y decir: “Disculpe, me molesta el humo, ¿le importaría no fumar aquí dentro?...”

martes, mayo 27, 2008

Dia Mundial sin Tabaco


El día 31 de Mayo se celebra este día para recordarnos lo malo que es el tabaco. Los fumadores pasivos, no necesitamos más recordatorios. En España tenemos que soportar los ambientes humeantes cada dos por tres de manera innecesaria; eso no se nos olvida. Por eso, el Partido de los No-fumadores (PNF), tratará de que, a partir de ahora, se use este día con fines algo más prácticos: reivindicativos.

La manifestación será en la Puerta del Sol de Madrid a las 12:00. Es obvio lo que se pedirá.

www.pnf.es

La inmadurez del fumador español

En España, a menudo se piensa que aquí la percepción social sobre el hábito de fumar es similar a la de otros países del norte de Europa, Italia o EEUU. Pero la verdad es que otros países ya han superado una etapa en la que el nuestro insiste en mantenerse. El tabaquismo en España azota con especial virulencia a la población activa.

Un dato grosso modo: En EEUU fuma menos de un 20% de la población activa; en España lo hace casi un 50. Si las comparaciones son odiosas, quizás sea mejor no evaluar si esa diferencia supone una desventaja para nuestros nuestros ciclos productivos en términos de rendimiento.

A menudo, tratan de explicarnos que el Estado quizá ha empleado en exceso las medidas coercitivas en detrimento de las campañas de concienciación y otras medidas más populacheras, cuando la verdad es que no se ha hecho ni lo uno ni lo otro. Por ejemplo, en televisión, la mayoría de los mensajes antitabaco nos ha llegado gracias a la organización HELP, no al “Ministerio de Sanidad y Consumo, gobierno de España.”. Nuestro gobierno no hace, ni mucho menos, todo lo que puede. Más bien permite que la sutil propaganda de las tabaqueras penetre en la mente de nuestros jóvenes.

Destaco por ejemplo dos series de televisión por su descaro a la hora de forzar la normalización del consumo en público. Casualmente, las dos se emiten en Tele5:

-Sin Tetas no hay Paraíso.
-La que se avecina.

Con respecto a las comparaciones entre jóvenes americanos y jóvenes españoles, sólo un último dato: La mayoría de los fumadores americanos de entre 21 y 25 años de edad, son conscientes de que el hábito no les otorga prestigio social, quieren dejarlo y lo manifiestan abiertamente entre sus círculos de amistades; por el contrario, muchos de sus equivalentes españoles se avergüenzan de que sus amigos sepan que no fuman. ¿No les da vergüenza a nuestros políticos de que esto siga así y de que fumar “mole”?

domingo, mayo 11, 2008

El orgullo del no-fumador y la vergüenza del tabaquista

Tiene algo de romántico el entregarse a la lucha antitabaco. Sinceramente pienso que el se dedica a esto es el filántropo por excelencia. Hay mucha gente que lleva a cabo labores encomiables como el aporte de fondos destinados a paliar el hambre de los niños del tercer mundo, o la implicación activa en la defensa de los derechos de los animales. Muy bien; son preocupaciones universales. El ritual de apoyo a esas causas y a las buenas intenciones forman ya parte poco menos que de nuestra tradición cultural.

Pero falta el reconocimiento de otro frente cuyo actor pasa desapercibido pese a ser desencadenante o agravante de todas esas causas llamadas humanitarias. Porque, ¿qué les parecería dedicarse a luchar contra el asesino identificado más grande de todos los tiempos?. Hay otros aspectos que deberían honrar la imagen del que se dedica a protestar contra el tabaco.

Una de las cosas que llama la atención es el abucheo que gran parte de la sociedad española dirige a quienes quieren acabar con el tabaquismo. Eso es por la especialidad de la causa, dentro de las humanitarias. Existe un error de percepción generalizado porque existen beneficiarios concretados. ¿quiere decir eso que, a diferencia de lo que ocurre con las consecuencias de las guerras, el hambre o los desastres naturales, la actividad de las tabaqueras queda legitimada? Bueno, es obvio que existe un conflicto de intereses pero esa no es la cuestión. Incluso en una guerra, por injusta que nos parezca, casi siempre cada bando tiene su razón, sin que por ello el resto de la humanidad deba mirar para otro lado. No hacer nada, casi nunca es la solución a nada.

Hace una década asistimos a las matanzas de Ruanda. Dos etnias enfrentadas protagonizaron una sangrienta guerra civil. Nos llegaron imágenes de una carnicería con terribles consecuencias para la integridad física de cientos de miles de seres humanos. Fuimos testigos de muerte y destrucción en forma de decapitaciones, violaciones, mutilaciones de todo tipo y otras inefables formas de tortura y escarnio. Uno de los contenidos gráficos de ese conflicto más impactante, era una secuencia de video que mostraba como un hombre era inmovilizado con unas cubiertas de neumático. Así, anillado por las gomas, la multitud agresora pudo rociarlo con gasolina para prenderle fuego, sin posibilidad de que escapara. Entonces, mucha gente sintió que no podía mirar para otro lado y que, aquellos otros que decían "no es asunto nuestro y no debemos intervenir", podían hablar en su nombre, pero sólo en su nombre.

Es uno de los rasgos que más distinguen al ser humano del reino animal: su preocupación por la vida y el sufrimiento ajenos. Ello trasciende el puro instinto individual, hasta instituirse en conciencia colectiva. Eso significa que ya no es necesario que nosotros mismos tengamos que deambular arrastrando unas bombonas de oxigeno, o que tengamos que soportar de cualquier manera el cuidado y asistencia de un familiar cercano al que han tenido que amputar las piernas, o que nuestra pareja este triste y deprimida porque su padre o madre ha muerto prematuramente... –todo esto gentileza del tabaquismo- para que la empatía aflore en nuestro ser. Realmente sentimos malestar porque somos conscientes del sentimiento y dolor producido en otros seres, además de manera innecesaria.

Por otra parte, el llamamiento activo de ciertos prebostes para que volvamos la mirada hacia atrás y así olvidemos lo que en un principio nos conmovió, representa una de los más sucios y envilecedores actos que alguien puede llevar a cabo, alguien como un inversor en acciones de Altadís que se las da de liberal. No sólo se saben ellos faltos de principios y sensibilidad si no que, aún asegurando que nadie tiene derecho a imponer una moral determinada, ellos sí que tratan -y consiguen- imponer con sus engaños la suya a sus víctimas: la del débil. Y todo en pro de unos intereses triviales, porque les resulta muy placentero precisamente invertir en eso en lugar de en otra cosa.

martes, abril 29, 2008

La última payasada del ministro Bernat Soria

El otro día los gabachos detectaron una partida de aceite de girasol ucraniano adulterado. Inmediatamente alertan a las autoridades sanitarias españolas del hecho.

Enseguida Bernat Soria y sus secuaces se ponen a discurrir. Piensan en la forma más rentable de difundir el mensaje entre la ciudadanía. Al igual que ocurrió hace algún tiempo con unos juguetes que, por tener una pieza suelta y ser chinos, fueron considerados peligrosos y retirados del mercado. Ahora le toca a aceite de girasol ucraniano.

La excusa ha sido que contiene trazas de hidrocarburos. Algo muy feo, pues parece que estaba mezclado con aceite de coche del barato, nada de Repsol Todogrado. Pero hablando de hidrocarburos, ¿sabe la gente qué son los hidrocarburos? Pues son petroleo y derivados a los que se refiere Sanidad, básicamente. Pringue viscosa, para entendernos. Si nos damos cuenta, están presentes en muchas de las cosas que comemos de una manera o de otra. De hecho no suelen ser especialmente tóxicos.

Uno de los hidrocarburos más negros, viscosos, asquerosos y peligrosos es el alquitrán que, casualmente se encuentra en los cigarros; y no en trazas, sino que representa una porción importante del contenido.

Volviendo a Bernat Soria, esta mañana en la radio pude escuchar su payasada. Viene a decir que consumir aceite de girasol, después de todo, no mata ni enferma. Pero aunque lo hiciese ahí estaba el MSC con todo bajo control. Se autocongratula por lo veloz que ha sido al dar el aviso y retirar el producto y dictamina que se puede consumir aceite de girasol con seguridad, como el bombero que siempre llega a tiempo. Que además, lo de los hidrocarburos no representaba una amenaza para la salud pública sino que era más bien una estafa simplemente -aceite de garrafón-.

Entonces los oportunistas comerciantes le hacen caer en la cuenta de que con esto ha perjudicado el interés de los cultivadores de girasol españoles, Para evitar una crisis en la demanda de aceite de girasol el veloz Bernat Soria, se ofrece para salvar el sector. Dice que ya es tan seguro consumir aceite que está dispuesto a beberlo a la vista de todo el mundo a cañete, sin empacharse, pero con generosidad.

Probablemente, si quieres intoxicarte con hidrocarburos tendrás dos opciones: fumarte un par de cigarros o beberte 10 garrafas de aceite de girasol ucraniano. Entonces yo me pregunto: tanto silencio con el tabaco ocupando nuestra atención con chorradas, ¿no es un poco forzado?. Para él seguro que no. Si se declarase una alerta sanitaria referida a tabaco adulterado, seguro que se fumaba después un paquete de cigarrillos para demostrar que el tabaco es seguro consumirlo, no fuese a ser que perjudicase a algún “empresario”.

miércoles, abril 16, 2008

Ministerio de la Igualdad

La discriminación salarial, la violencia sobre la mujer y otras realidades de las que tanto se habla estos días, han dado a los socialistas ideas para vender mejor la imagen del partido. Me parece bien lo del Ministerio de la Igualdad pero, esa igualdad, que se aplique también a todos los colectivos de la sociedad “por igual”. Muy bien, perfecto, ¿qué tal si empezamos por ofrecerles a los camareros o a los usuarios de locales de ocio un trato igualitario? ¡Ya está bien de discriminar con el rollo de los metros!. Igualdad para todos los camareros que también tienen derecho a proteger su salud e igualdad de criterios para que los empresarios hosteleros puedan ejercer la libre competencia sin interferencias. Es más sencillo que lo del machismo y no hacen falta discriminaciones positivas ni otras forzadas medidas de choque para conseguir resultados.

Y otra cosa sobre las carteras ministeriales: dado que están tan dados ahora a crear ministerios según las demandas sociales, algunos de ellos un poco forzados como el Ministerio de la Vivienda, ¿Por qué no crear un Ministerio del Tabaquismo? Venga hombre, ahora la vivienda va a bajar queramos o no mientras el consumo de tabaco empieza a aumentar en estos primeros meses de 2008 inexplicablemente...

domingo, marzo 16, 2008

El olor del humo

Tradicionalmente la manipulación mediática de las tabaqueras ha despotricado de la misma manera. Ha tratado de lavar el cerebro del que no fuma para que no vea el humo, no husmee el humo, no oiga que molesta y no lea que enferma. En ningún anuncio moderno de Marlboro Country se ve humo. Por fortuna, tampoco se huele.

Eliminando el reconocimiento de que el humo intoxica y molesta al que no lo produce, todo lo demás pasa a ser una cuestión de intolerancia. Insinúan los justificadores del deber de soportar, que compartir estancia con alguien fumando es para el que no fuma solamente un espectáculo visual. Un espectáculo que a los intolerantes les molesta y a los tolerantes no.

Pero señores, tengamos un poco de cabeza y dejémonos de absurdos lógicos. No es lo mismo que por mi campo visual se cruce un gordo, una mujer con barba, un feo, o un tatuado que tener cerca a cualquiera de ellos fumando –los vea o no-. Si yo no quiero observar a una persona cuyo aspecto físico me desagrada, puedo mirar a otro lado o no prestarle atención. Si yo no quiero respirar el humo que produce porque me desagrada tengo que dejar de respirar o colocarme una máscara antigás. Si yo inspiro un hollín radiactivo y pegajoso mis pulmones tienen que asimilarlo o expectorarlo; si yo accidentalmente veo a esas personas de las que hemos hablado, mis ojos no enrojecen y lagrimean. Sin embargo, el humo de tabaco desencadena en mi organismo alteraciones fisiológicas independientemente de cual sea mi actitud. Eso es algo ajeno a mi voluntad.

domingo, marzo 02, 2008

30%

Un nuevo apunte salido en las noticias desvela que el español consume 4 veces más drogas de diseño y hachís que el resto de los europeos. Pero eso ya no alerta a nadie y como ya aburro hablando de lo mismo, pasaremos a otro tabú relacionado: los que se van de picos pardos.

El otro día salieron a la luz los datos de un informe estadístico sobre la actividad de las prostitutas y los putañeros en este país. Bienvenidos una vez más al país de los records.

Resumamos:

-Más de medio millón de prostitutas.
-30% de putañeros entre los varones en edad adulta.

Repetimos:

-600.000 mujeres ejercen la prostitución.
-Por estadística, alguno de vuestros amigos, maridos o hermanos...

A muchos, de esos que no son “delicaos”, les parecerá normal. Esos, mientras sostienen una lata de cerveza en una mano y un cigarro en la otra, dirán que los hombres tienen derecho a contratar los servicios de las señoritas que se prostituyen libremente.

Todo eso es mentira. Lo único que existe es un deleznable abuso de posición por parte de quien paga por un servicio así. Nadie se prostituye con agrado precisamente y nadie debería contribuir a la oferta de esos servicios demandando sexo. Sólo la necesidad explica la “voluntariedad” de quien se vende por dinero. La libertad no existe porque el repertorio de opciones está severamente acotado para quienes se ven obligadas a ejercer el oficio.

También me parece absurdo que se distinga entre las que obtienen un cierto nivel económico o “standing” dedicándose a ello y las que lo hacen por pura supervivencia. Si bien podrá haber un grueso de trabajadoras que no sean víctimas de chantajes, presiones, violencia, extorsiones y otros delitos propios de la trata de blancas, la falta de escrúpulos o debilidad moral que caracteriza a sus clientes subyace en cualquier caso y los matices son poco menos que anecdóticos.

Estamos siempre con lo mismo. Los proxenetas no tienen ningún derecho a desarrollar sus actividades porque no se están responsabilizando de los costes sanitarios sociales y económicos que el resto de la sociedad paga por su culpa. Dejando a un lado, como siempre, consideraciones morales y de dignidad, tanto el cliente como el proxeneta contribuyen al mantenimiento de círculos viciosos de ignorancia, pobreza y miseria, fracaso social, drogadicción y enfermedad.

Al igual que está ocurriendo con las drogas duras, el grado de aceptación social asumido erróneamente como un signo de progreso, está alcanzando cotas que van de lo irrisorio a lo escandaloso. La frívola asunción de normalidad, a menudo condicionada por postulados liberalistas y su autista concepción de la responsabilidad individual, hace creer a la clase política española que aquí no pasa nada y esto ocurre de igual manera en cualquier país de Europa. Si es normal que los españoles consuman 4 veces más cocaina que los europeos, también debe de ser normal que el porcentaje de putañeros sea 6 veces superior al del Reino Unido.

Dirán los políticos populacheros: “Como son tantos los proxenetas, las prostitutas y los clientes ¿para qué nos vamos a meter en camisas de 11 varas regulando o prohibiendo? Prohibido prohibir, qué viva el libre albedrío y al que no le guste que se aguante.”

Señores parlamentarios, la clase política no puede caer en la inoperancia por culpa de tabúes asumidos tradicionalmente por una sociedad, si a ustedes les da vergüenza o miedo regular algo, tienen que mentalizarse, armarse de valor, ir al sicólogo si hace falta, y proceder. ¿Qué no da tiempo y hay cosas más importantes que legislar? Bueno; entonces habrá que trabajar en turno de tarde también en el hemiciclo.

Pero ya está bien de hacer la vista gorda con los “problemas sociales” por excelencia. Y basta de tabúes políticos. Si hay que concienciar a un putañero, se conciencia. Si hay que prohibirle y perseguirlo, se le persigue. En los países de nuestro entorno la prostitución está regulada o prohibida. En España no se hace ni lo uno ni lo otro.

domingo, febrero 17, 2008

Control, erradicación y prevención

No creo que sea propio de un no-fumador el interesarse por el uso que se pueda hacer del tabaco en la intimidad. El cultivo de la planta de tabaco en la jardinera de la terraza de un piso, el secado de su hoja en el tendedero de la ropa, la trituración con un almirez, etc. y la experimentación del individuo en su privacidad del acto de fumar en sí, -la práctica de lo conocido como autoconsumo- no es tabaquismo.

El problema está en la comercialización del tabaco. La venta al público, su promoción y, por tanto, la creación de toda una industria entorno a ello es lo que nunca debió existir. Ahora, los intereses creados y el ingente número de beneficiarios directos hacen muy difícil que el problema pueda ser atajado sin lucha, sacrificios y tiempo.

Actualmente, en lo que concierne al tratamiento general del problema del tabaquismo, se habla de control. Tanto la connotación asumida por el uso del término “tabaquismo” como el fin denotado por la palabra “control”, nos indican que sólo se pretende abordar el aspecto específico de un problema que es más complejo y amplio. Amplitud que trasciende lo estrictamente sanitario.

Si por un lado consideramos que el tabaquismo es un mal económico y social, además de sanitario público, llegamos fácilmente a la conclusión de que una lacra tan arraigada sólo puede ser abordada de manera eficaz con medidas aplicadas a los diferentes frentes mencionados de manera simultánea, y esa iniciativa debe ser auspiciada desde la voluntad política.

Si por otro lado hablamos de “control” referido al tabaquismo, incurrimos en una incoherencia. Esa palabra pone de manifiesto que no se pretende solucionar un problema sino mantener sus consecuencias en la salud pública a raya ¿alguien se imagina que en 1942 se destinasen políticas orientadas al “control del nazismo”?

Entonces, siendo coherentes, si deseamos atajar de una vez por todas de manera sincera el problema del tabaquismo, debemos dejar claro que las medidas para luchar contra el mismo deberán estar orientadas a la erradicación. Hablar de “control” sobre algo que está siempre fuera de control supone, como siempre, una declaración de intenciones, una operación de maquillaje, una disculpa formal.

Por eso, desde el auténtico movimiento antitabaco, nunca se hablará de control; más bien se hablará de erradicación. La erradicación se materializará en la reconversión total de las empresas tabaqueras sellada mediante la consecutiva ilegalización del comercio del tabaco. Una vez que esto quede claro, y no deje lugar a dudas, tras la erradicación quizá podamos hablar de la prevención.

viernes, febrero 15, 2008

Homicidio imprudente en masa

La comercialización del tabaco, el fomento de su consumo y el auspicio de los intereses de la industria tabaquera, conlleva una responsabilidad criminal para quien actúe llevando a cabo cualquiera de esas tareas o que, de forma directa e intencionada, favorezca el consumo de tabaco. Porque es posible que vender o cultivar tabaco en sí no mate. Pero sí lo hace el inexorable destino de toda esa hojarasca seca de tabaco envenenada: la combustión y la inhalación de su producto.

Por eso, hacer como hace, apología de su consumo, una organización pantalla de la industria tabaquera llamada el “Club de Fumadores por la Tolerancia”, constituye una actividad criminal. Esos señores saben perfectamente que quienes comparten su vicio, corren el riesgo de morir y que es moralmente inaceptable que ensalcen en público el acto de fumar bajo la bandera de la libertad individual. Aún así, ellos proceden con su cometido sin tan siquiera ruborizarse pese a que todo el mundo sabe por qué lo hacen.

Pero más condenable es, aún si cabe, la buena predisposición de la prensa mercenaria y de nuestros parlamentarios a escucharles cada vez que quieren pronunciarse en público. No nos engañemos, a día de hoy es absurdo que ciertos medios de comunicación insistan en presentar a estos señores tan tolerantes como tertulianos válidos –e incluso interlocutores válidos-, cada vez que el gobierno propone nuevas regulaciones sobre control de la venta y consumo de tabaco.

Francamente, a mi jamás se me ocurriría asistir a un debate en cualquier medio de comunicación si alguno de estos señores está presente. No es cómodo ni apropiado pretender que personas involucradas en la muerte de 60.000 personas al año merezcan ser escuchadas, salvo si es en el banquillo de los acusados de la sala de un tribunal.

Figuran como miembros integrantes del Club de Fumadores por la Tolerancia José María Mohedano y Javier Marías, entre otros.

lunes, febrero 11, 2008

Nuestra lucha contra el ruido llega a su fin



He aquí una notificación del Ayuntamiento más ruidoso de toda España.

Destaco el orgulloso intento de atribuirse la potestad discrecional de ejecutar el auto y ofrecernos la resolución judicial como la gracia de una entidad que cumple porque sus miembros lo han decidido democráticamente –porque tienen buena voluntad-. Habría tenido sentido este acuerdo si a lo largo de todo el proceso hubiésemos ido recibiendo notificaciones sobre lo que se iba debatiendo al respecto, sobre cada una de nuestras solicitudes, reclamaciones y denuncias o, si llegado este momento, aún cupiese recurso por parte del Ayuntamiento; pero no es ni ha sido el caso.

No se debate ni se vota en democracia sobre la procedencia de cumplir y hacer cumplir las leyes y las sentencias judiciales. Sólo se procede y ya está.

La amenaza de los que no queremos fumar

En cualquier caso, todo esto está siendo una interesante experiencia para conocer el comportamiento de las administraciones españolas. Es un microcosmos en el que podemos estudiar a pequeña escala los entresijos burocráticos con los que nos toparemos los que no queremos fumar de gorra y que, en un futuro próximo, nos enfrentaremos al Estado para conseguir aquello que nos pertenece por justicia. Ya hemos aprendido la lección y estamos hartos de escuchar promesas incumplidas y de leer leyes en papel mojado. Pero hemos tomado nota y pronto se librará la madre de todas las batallas en los tribunales. Las pruebas están siendo reunidas y los nombres anotados. Tanto el Estado como las administraciones autonómicas tarde o temprano sucumbirán ante nuestras impetuosa determinación. Una vez que las demandas comiencen muchas cosas van a empezar a cambiar en este país en lo que respecta al tabaco, su consumo y su venta. La razón y tres años van a ser suficientes para que los responsables rectifiquen, nos paguen y pidan perdón. La administración ha tenido tiempo de sobra de hacer las cosas bien por las buenas y no ha querido. Ahora es tiempo de que se hagan como debieron hacerse desde un principio: por las malas.

viernes, febrero 08, 2008

Está claro lo esencial

Los políticos socialistas se han hartado de decir que es muy difícil regular el consumo de tabaco en lugares públicos, aunque sean cerrados. ¿Es complicada la aplicación de la regulación? Es posible. Tienen derecho a hablar de lo difícil que les resulta no fumar en lugares de acceso público con techo las personas que están acostumbradas a fumar en ellos; no un ministro de Sanidad. Si el ministro de Sanidad no es capaz de conseguir algo que la sociedad considera fácil, ello sólo puede deberse a su incompetencia o a que sus superiores no le prestan el auxilio debido, deliberadamente.

Saber y hacer saber dónde no se puede fumar es muy sencillo. Si alguien quiere inhalar su dosis, antes de echarse la mano al bolsillo, mirará al cielo como encomendándose a Dios -tiene 40 razones en forma de carcinógenos para hacerlo-. Si cualquier obstáculo le impide ver el cielo, ha de abstenerse en ese momento. Aplazará la quema de cigarros para otra ocasión y en otro lugar, o saldrá al exterior.

La imperiosa necesidad de fumar en un lugar y momento concretos es solamente achacable al síndrome de abstinencia. Si un individuo no es capaz de respetar una norma tan sencilla, tiene un problema de autocontrol que lo convierte en un inadaptado social, al mostrarse incapaz de respetar a desconocidos. Si eso le sucede, debe buscar ayuda médica de manera urgente. Si no lo hace, entonces a esa persona adicta al tabaco fumado, se le puede acusar de falta de responsabilidad.

lunes, enero 28, 2008

El humo radiactivo


El año pasado asistimos al fallecimiento del ex-espía ruso Alexander Litvinenko. Las autoridades británicas revelaron que su lenta agonía tuvo que ver con la exposición al polonio 210, que es un elemento altamente radiactivo.

Se dispararon las alarmas y la opinión pública británica se escandalizó ante lo que suponía una clara amenaza para la salud pública y la seguridad nacional. Poco después las aguas parecieron calmarse porque aquello fue algo excepcional y porque el Polonio 210 no era tan letal: había estado entre nosotros desde hacía tiempo, pero no se sabía. Antes de la muerte del espía sólo lo sabíamos esas personae non gratae que nos dedicamos a molestar a las tabaqueras.

La combustión de ciertos fosfatos provenientes de abonos y pesticidas, que se hayan presentes en la planta de tabaco, libera el polonio 210, el cual emite radiactividad al ser sometido a la temperatura del cigarro encendido que lo acoge, al igual que ocurre con el plomo 210. Tras cada inhalación de humo de tabaco, el fumador recibe radiactividad en pequeñas dosis; pequeñas pero detectables y muy por encima de lo aconsejado. Para igualar la dosis de radiactividad recibida durante una radiografía de torax, es suficiente con fumar un paquete de cigarrillos a lo largo de una noche en un antro cargado de humo tabacoso.

Por otra parte, en ambientes cargados es lógico pensar que el fumador pasivo también inhala partículas radiactivas provenientes del humo que comparte con el fumador.

La radiactividad presente en el espacio de un local nocturno en el que se fuma profusamente es medible. Porque es España uno de los países de Europa que más índices de radiactividad acusa en sus edificios de acceso público. Todo porque España no huele a ajo, como creía Victoria Beckham; más bien huele a humo de tabaco.

martes, enero 15, 2008

El engaño de las tabaqueras al feminismo


Garganta Profunda fue estrenada a primeros de los 70. Curiosamente, esta película de éxito tiene al tabaco como protagonista en su escena más memorable. En cierto momento, en un gesto que provoca la risa del espectador por lo artificial del hecho, Helen le pregunta a su amante que le practicaba el sexo oral: “Mind if I smoke, while you're eating?”.

Aquello era un gesto contestatario que representaba la culminación de todo un camino. La comercialización de la píldora, supuso para la mujer de los años 60 un paso de gigante hasta alcanzar la liberación sexual. Una conquista más del feminismo era la demostración de que podían fumar igual que los hombres -sólo que con más glamour y estilo-. Así pues, Helen celebraba sus nuevas conquistas en nombre del feminismo fumándose un pitillo.

Durante los Locos Años 20, la industria pudo observar como algo anecdótico el que algunas cabareteras y actrices comenzaran a fumar. En los años 30, las rutilantes estrellas hollywoodienses comenzaron a ser el vehículo perfecto para difundir el vicio. Ya había actrices declaradas fumadoras.

En los años 50, Sir Richard Doll, buscando el por qué de ese inusitado aumento de los cánceres de pulmón entre sus compañeros de profesión, concluyó en su investigación, que sólo el tabaco podía ser la causa. De todas maneras, la epidemia siguió su proceso de expansión y, habiendo llegado la proporción de varones blancos adictos al cigarrillo a límites teóricos, era hora de que la industria tabaquera enfocase sus estrategias de marketing a la seducción del colectivo femenino.

No fue difícil consolidar la moda del tabaco entre las mujeres estadounidenses. En realidad, era inevitable que sucediese de manera espontánea ante la nueva realidad social. Si las mujeres estaban haciéndose acreedoras de los mismos derechos que los hombres, fumar era un derecho y a la vez símbolo de todos ellos. Lo era porque se podía hacer en cualquier momento y lugar. Era el medio visual perfecto para exhibir la recién adquirida emancipación y sus implicaciones: éxito social e independencia económica.

Esto sucedía en los E.E.U.U hasta los años 80. Comenzada la década de los 90, ser visto fumando no era motivo de orgullo ni para mujeres ni para hombres. El glamour y el estilo que la sigilosa publicidad tabaquera les había prometido a las mujeres jamás había existido. El tabaco nunca premió a nadie con nada, ni fue un síntoma o consecuencia de éxito social; sólo produjo adicción y enfermedades en quien lo había consumido.

La industria tabaquera es un actor social que con salvajismo y crueldad ha conseguido siempre desplazar su mercado hacia las partes menos concienciadas, cebándose con los colectivos más débiles; diezmando la salud biológica, económica y social de los colectivos más desfavorecidos. Todo ello gracias a su populachera intoxicación mediática, ante la mirada displicente de los estados.

A fecha de hoy, en España, el prototipo de mujer de mediana edad fumadora es otro bien distinto de aquel al que la industria tabaquera le gustaría promocionar. Puede ser el de una infeliz ama de casa en un barrio pobre de Madrid, el de una joven llena de complejos y con tendencia a la obesidad, o el de una prostituta cocainómana.

El cebo y el cepo

En todos los países y comunidades procede siempre de la misma manera. Primero esquilma sus caladeros a base de engaños entre los hombres de clase acomodada. Cuando las tasas de consumo permanecen estables o se van reduciendo entre las élites masculinas, las estrategias de persuasión se dirigen a la población femenina y, finalmente, a los jóvenes. El guiño de la publicidad hace uso de los deseos de éxito social e independencia de las mujeres jóvenes.

Pero muchas variables escapan al control incluso de las tabaqueras. Así, una vez tendida la trampa, la adicción parece discriminar clases y colectivos para cebarse en los más débiles de entre los débiles. Aquella mujer ideal, joven y brillante, segura y realizada que sólo sostenía un cigarro encendido; erigida en icono de la industria tabaquera, se desvanece día a día, calada tras calada, hasta terminar siendo lo que nunca quiso ser. El cigarro termina convirtiéndose en el símbolo de su fracaso y en compañero de desdichas. Como el vestigio de lo que pudo ser y no fue. Como la bandera blanca de la rendición. Sueños rotos y evasión.

En atención a Herminia

Enlaces:

http://www.inwat.org/


http://www.tabaquismo.freehosting.net/mujerytabaco/mujeresytabaco.htm

sábado, enero 05, 2008

El modelo urbanístico español es feo

Suele pasar en muchos países en vías de desarrollo como el nuestro, definidos por la cultura del abuso. Me refiero a las pocas ganas que se tienen de hacer las cosas bien o de arreglarlas si ya estaban mal cuando llegaron, empezando por los dirigentes. Es típico de las democracias inmaduras aferradas a la egoísta mentalidad de la escasez.

Recuerdo cuando era pequeño que, en clase de E.G.B., alumnos y profesores desarrollaron una actividad lúdica en grupo que pretendía simular el funcionamiento de los órganos de gobierno de un país imaginario. En esta actividad, que se prolongó durante una semana, el objetivo era ganar sin trampa; cosa que no se consiguió hasta el tercer o cuarto día. Transcurrida esa primera fase de pillería, los alumnos tramposos empezaron a cansarse. Comprendieron que el juego, si no se respetaban las reglas prescritas, dejaba de tener gracia y ya no les satisfacía ganar. En España estamos en esa primera fase. Lo malo es que llevamos así demasiado tiempo.

Últimamente me he fijado de cerca en el modelo urbanístico español. Todo después de que a un canadiense le tuviese que explicar a su llegada a España que todos esos edificios apelotonados de 8, 9 o 10 plantas no son oficinas a las que la gente va a trabajar por las mañanas sino que ahí, vive –duerme- la gente, aún tratándose de la periferia de Almería. Además le sugerí que, seguramente, en Holanda o Luxemburgo él habría visto una aglomeración de viviendas verticales en una situación igual o peor, puesto que allí, la densidad de población era mucho mayor. Me respondió que de eso nada.

Entonces, he abierto el Google Earth a ver qué pasa y he visto que compartimos la afición por los pisos tipo colmena con otros países de nuestro entorno tales como Palestina, Argelia, Turquía o Marruecos. Lo que aquí conocemos por chalet, duplex y otras construcciones horizontales abundan en los países anglosajones. Aunque hay de todo en todos sitios, la proporción de “pisitos” en áreas residenciales es superior en España a la del resto de países de la Europa septentrional, Australia, EEUU o incluso Japón, pese a que tenemos espacio de sobra.

Tras reflexionar un poco, no he necesitado ver más o informarme en detalle, o consultar fuentes: desde los órganos de poder se favorecen los intereses de las constructoras a toda costa. Las constructoras no aportan fondos a los ayuntamientos cada vez que compran suelo, pues ayuntamientos y constructoras se han convertido en una misma parte, ya que su relación va mucho más allá de una estrecha complicidad.

Como resultado inmediato, el decadente modelo urbanístico español ofrece una vivienda cara y de mala calidad. El problema se soluciona de una manera muy fácil: se limita el número de plantas en el centro de los cascos urbanos –salvo si hablamos de oficinas-. En la periferia, se prohíben las alturas de más de dos plantas y, las anchuras mínimas de las calles y avenidas, la puesta a punto de servicios públicos como el alumbrado, zonas verdes, alcantarillado etc., no se negocia; se impone. Si se quiere coger al toro por los cuernos hay que empezar a poner en marcha una medida así y empezar a expedir órdenes de derribo. Por su parte, los ayuntamientos no deben ser competentes en un área que les viene demasiado grande. Ya sé que es fácil de decir e imposible de hacer. No como lo de prohibir fumar en todos los locales de ocio cerrados.

martes, enero 01, 2008

¿Un partido político de no-fumadores?


Ha comenzado la precampaña del Partido de los No-Fumadores




En una asociación, sus individuos aunan esfuerzos para conseguir un fin común. Si ésta adquiere el suficiente reconocimiento, podrá convertirse en portavoz de una demanda de la sociedad civil. Sin embargo, existen varias razones por las que una asociación, propiamente dicha, puede no ser el medio idóneo para conseguir un objetivo de alcance general como es la generalización de los espacios libres de humo.

Es posible que la magnitud del problema exceda la capacidad de una asociación, quizás porque el problema no sea sólo sanitario o social, quizás porque existan demasiados intereses en juego, quizás por la naturaleza adictiva de la pandemia del tabaco o quizás por su trascendencia en términos políticos.

Con un activismo intenso, la asociación puede constituirse en el medio de expresión de una declaración de intenciones por parte de una sociedad, pero al final, su logro se reducirá a un valor testimonial sin relevancia práctica ulterior. Ello es porque el fondo del problema es en esencia político. En la clase política reside la capacidad para dar solución a nuestra demanda. Entonces, para los partidos políticos mayoritarios a los que, de acuerdo con el juego democrático, hemos trasladado la competencia para imponer la solución, el problema es electoral.

Está asumido que, como consecuencia de una hipotética prohibición general y una muestra de voluntad real de imponer los espacios libres de humo mediante mecanismos embarazosos -despliegue de medios coercitivos-, cualquier gobierno perdería votos ante una medida tan impopular. Sin embargo, los temidos vuelcos electorales derivados del tratamiento político del problema, responden a la imaginación o a la irracionalidad. No es una realidad. El endurecimiento de las regulaciones en el consumo de tabaco no resta réditos electorales a quienes lo proponen. La única realidad es que la Industria Tabaquera, con su holística manipulación, ha secuestrado la voluntad política.

Un ejemplo de ello podemos verlo en el famoso mito de “el tabaco es bueno para la economía y crea puestos de trabajo”. Sin duda, los argumentos más estúpidos esgrimidos por la Tabacalera funcionan entre los políticos que, en este país, suelen ser retrógrados o poco previsores. Desde el error intelectual, insisten en aplicar la “doble moral” para perpetuar un problema que, en su fantasiosa imaginación, les es demasiado costoso solucionar.

Por otro lado, el fumador pasivo concienciado abunda; pero se encuentra diversificado en todos los demás grupos imaginables. El fumador pasivo concienciado, sólo supone un punto de vista o, a lo sumo, una actitud ante situación concreta y no hay otros elementos comunes que ayuden a su unión para formar un colectivo con fuerza reivindicativa.

Es difícil determinar hasta que punto todas esas personas que no fuman perciben un mal tan sutilmente diluido por toda la sociedad. Considerando todo esto, parece que la diversificación del problema esconde demasiado sus enormes implicaciones a todos los niveles.

Éste problema dificulta también la consolidación de una fuerza política. Muchos votantes aún no ven al tabaquismo y al fumador pasivo como un gran problema de nuestra sociedad que merezca una dedicación exclusiva o prioritaria, pues aún la conciencia es escasa. Como quiera que sea, existe una importante base electoral, aunque ésta se encuentre dispersa y bloqueada de la manera más incómoda para nuestros intereses.

Surge la necesidad de agrupar por un lado a los individuos que tienen ese fin en común, afianzándolos en su posición mientras su número aumenta. Con ello, llega el momento de presionar directamente a aquellos en cuyas manos está la capacidad efectiva para conseguir esa meta. Es decir, la presión política cobra su sentido.

Es por ello, por lo que la afiliación política puede constituirse como el medio idóneo para conseguir un fin así. La militancia política compromete a sus miembros aún siendo inferiores en número. Además, su importancia de cara a la sociedad queda certificada irrefutablemente con los votos obtenidos, toda vez que supone el instrumento de presión más eficaz para conseguir una meta social que ha sido totalmente politizada.