domingo, marzo 25, 2007

Soy lo que fumo

Hace poco se ha presentado el libro “Soy lo que Como” . Está basado en el programa de televisión con el mismo nombre que presentaba Raquel Sánchez Silva. Para un liberalista, el programa podría ajustarse a una descripción así:

“Habiendo sido alienadas por el Estado Socialista progre y liberticida, dos fundamentalistas de la salud usurpan la propiedad de una familia. Se inmiscuyen en sus vidas privadas hasta el punto de que, en un alarde de intromisión inadmisible, inspeccionan el frigorífico para fiscalizar su contenido con inevitable afán intervencionista. Los dóciles cabezas de familia, intimidados por el brazo estatal, ven anulada su voluntad mientras las paternalistas lavan sus cerebros y les imponen la moral de la Diosa Salud. Las censoras estatistas insisten en corregir sus hábitos alimenticios, su cultura culinaria y su estilo de vida mediante coacciones hasta minar por completo sus libertades individuales. Les dictan lo que tienen que comer, en qué cantidad, a qué horas y de qué manera. Además, sin salir de su error intelectual, las inquisidoras imponen su moral tratando de inculcarles estilos de vida determinados, basados en el deporte, la vida sana y las dietas hipocalóricas.”

Es muy fácil y “discreto” emitir espacios televisivos que aborden problemas de salud con origen en hábitos alimenticios o en el sedentarismo, desvelando causas y efectos. En términos de salud pública, considero que los desbarajustes que causan las malas dietas, además de esquivos y difíciles de solucionar, son proporcionalmente insignificantes si los comparamos con los del tabaquismo. Por eso, creo que el Ministerio de Sanidad debería patrocinar un programa de nuestro gusto en la televisión pública. “Soy lo que Fumo” sería un buen título.

domingo, marzo 11, 2007

Gracias, fumadores

Fuente: www.smokinganimals.com/facts.html

Las Compañías de tabaco se han escondido tras los experimentos con animales durante décadas tratando de olvidar que, lo que sabemos acerca del cáncer de pulmón y otras enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco, son el resultado de estudios clínicos y epidemiológicos, no de experimentos con animales. Aunque la ley federal de los EEUU no obliga a que los productos del tabaco sean probados en animales y, pese a que los estos experimentos en animales son ilegales en el Reino Unido desde 1997, miles de animales están sometidos a torturas tales como la colocación de máscaras de humo de tabaco y sistemas mecánicos de inmovilización mientras están sujetos a horribles experimentos todos los años.


En este preciso instante, en el Centro de Investigación sobre Primates de Oregón, permanecen cautivas hembras de simio preñadas en pequeñas jaulas metálicas mientras sus fetos son expuestos a la nicotina. Financiada su labor con dinero del gobierno, el investigador del Centro, Eliot Spindel, reconoce que “los efectos nocivos del tabaco durante el embarazo están demasiado probados”. Aún así, el estudio que llevará a cabo durante 5 años, en el que sacrificará los bebes de los simios para diseccionar sus pulmones, está financiado con el dinero de los contribuyentes durante 2004.

Este es uno de los incontables ejemplos de crueldad con experimentos completamente innecesarios. Los investigadores han recibido financiación de fabricantes de cigarros como Philip Morris; de agencias gubernamentales, incluyendo la Agencia de para la Protección del Medio Ambiente y el Instituto Nacional de la Salud; incluso del Instituto para la Protección del Bebé, para insuflarles nicotina a los animales, forzarlos a inhalar humo y convertirlos en adictos al tabaco, -sustancia que nunca encontrarían si vivieran en paz y en libertad-.




Otros ejemplos de experimentos con tabaco en animales incluyen:

Practicarles un orificio en la garganta a cachorros de perro a través del cual se les introduce a la fuerza humo concentrado de tabaco durante un año.

Introducirles electrodos a los perros en sus penes para medir el efecto del humo de tabaco en su capacidad sexual.

Acoplarles mascaras a ratas y monos para obligarles a respirar constantemente el humo de tabaco.

Colocarles a los perros respiradores artificiales para que estén expuestos de manera permanente al humo.

Inmovilizar a monos con sujeciones mecánicas en sillones e instalarles dispositivos en la cabeza para exponerlos a nicotina y cafeína. El objeto es determinar como ello afecta a su respiración...




Fuente: www.geocities.com/liberaccion_fanzine/experitabaco.html

Los experimentadores de Liggett & Myers pusieron en las espaldas rasuradas de ratones condensados de humo de cigarrillo; se crearon tumores en la piel. Tras el experimento Liggett continuó reasegurando al público que creía que fumar no es dañino. Así que, ¿por qué se hacen estos tests? Los jurados del juicio Cipollone escucharon esta explicación de Kinsey V Dey Jr, actual presidente de Liggett:

Abogado: ¿Cuál era el propósito [de estos experimentos]?
Dey: Probar y reducir los tumores en las espaldas de los ratones.
Abogado: No tenía nada que ver con la salud y el bienestar de seres humanos. ¿Es correcto?
Dey: Es correcto.
Abogado: ¿Cuánto costó este estudio?
Dey: Un montón... probablemente unos 15 millones de dólares, o más.
Abogado: ¿Y esto era para salvar a las ratas? ¿O a los ratones? Gastaron todo este dinero para salvar a los ratones del problema de desarrollar tumores, ¿es correcto?
Dey: Ya he afirmado lo que hicimos.
Referencia: BMJ 297, pp. 10-11 (1.998).

miércoles, marzo 07, 2007

Convenios e inconvenientes de ser camarero

¿Deberían los trabajadores de la hostelería ser especialmente remunerados si son expuestos al humo de tabaco?

Si se hace, ello implicaría que los trabajadores expuestos a humo ambiental de tabaco tendrían derecho a cobrar el llamado “Plus de Peligrosidad, Toxicidad y Penosidad”, derecho que acabarían exigiendo. Actualmente, el Estado Español no ha reconocido el humo ambiental de tabaco como un agente tóxico catalogado en entornos laborales, lo cual sería determinante a la hora de reformar el Convenio de la Hostelería y la Restauración. Entre otras cosas porque no se ha considerado “conveniente” reconocer la existencia del fumador pasivo como parte perjudicada. El derecho a no respirar humo de tabaco es hoy un derecho formal, pues de su vulneración no se deriva ningún coste económico reconocido, -económico en sentido amplio-. El momento en que los trabajadores por cuenta ajena expuestos a humo ambiental de tabaco reclamen el cobro de un plus que “materialice” ese derecho (i.e.) el perjuicio sea evaluado y compensado económicamente como parte de una contraprestación, marcará un hito en lo que a la lucha por los derechos de los trabajadores y del fumador pasivo se refiere.

Si el Convenio reconoce el derecho de tales trabajadores a cobrar un supuesto Plus de Peligrosidad, Toxicidad y Penosidad, el empresario hostelero tiene dos opciones:

La primera es la de prohibir fumar en su local

Este camino no satisface al 100% de los empresarios. En muchos casos competiría en clara desventaja debido a la deficiente y heterogénea regulación que actualmente ofrece la Ley. El empresario sólo decidiría que le conviene tras sopesar la situación. El hipotético balance –positivo o negativo- resultante de la diferencia entre los abultados gastos salariales por permitir fumar y las pérdidas por no permitirlo resolvería el dilema para cada caso en particular.

La segunda es la de permitir fumar en su local

Esta opción conllevaría un incremento en costes salariales en muchos casos inaceptable para el empresario. Una vez más, el balance entraría en juego.

En cualquier otro sector, los conflictos derivados de la competencia desleal y de la desigualdad que la Ley trae consigo, serían resueltos por la propia iniciativa de entes privados en los convenios colectivos mediante la homogeneización derechos y condiciones laborales de los asalariados adscritos a un mismo gremio que lleven a cabo trabajos de naturaleza similar. Pero en este caso no existe entendimiento posible a causa de cierta interferencia en los diálogos patronal-sindicatos.

Los presidentes del gremio de la Hostelería y Restauración y otras asociaciones.

Dada la trascendencia pública del sector, el Estado hace tiempo que politizó esos cargos convirtiéndolos en poco menos que en un elemento más de la burocracia administrativa para su mejor control. Los presidentes de gremios de hostelería se encargan de sus respectivas circunscripciones. No defienden ni los intereses del empresario ni del consumidor en el ámbito de su C.A o provincia, sólo salvaguardan su “status quo” siguiendo las directrices que les marcan los convenios con Consejerías de Turismo u otras entidades administrativas, los cuales nunca se refieren a la salud de los camareros, a sus condiciones laborales o a sus intereses. Sanidad, Consumo y Salud Laboral son áreas enemigas por excelencia de muchos presidentes de gremios de hostelería.

La salud laboral y el sindicalismo activo son elementos vedados para estos trabajadores. No es sólo el Complejo de Cenicienta el que puede atenazar la iniciativa de camareros, cocineros, reposteros y otros parias. La negación de este derecho al colectivo, goza del amparo estatal con una ley discriminatoria que les priva expresamente del legítimo derecho a un entorno libre de humo de tabaco. Tal agravio comparativo no encuentra justificación ética alguna, salvo que en el abuso sobre este eslabón débil del sector hostelero se considere imprescindible para la salvaguarda de intereses extraños.

El sopesar la renuncia general a fumarse un pitillo en la sala de un restaurante se antojaba innegociable, imposible y fuera de lugar. De esta manera, el metafísico derecho del fumador a fumar a toda costa en interiores de uso público permaneció inalienable. Se hizo así con alevosía y premeditación, pues era previsible que las características particulares de un colectivo débil, poco unido, disperso en pequeñas empresas, sin tradición sindical, compuesto por individuos de clase media-baja en su mayoría, con escasa cualificación académica y profesional, inmigrantes sin derecho a voto, mujeres jóvenes severamente ya azotadas por el tabaquismo tanto activo como pasivo, y otros elementos marginales, daban pie al abuso sin demasiadas consecuencias indeseables para intereses empresariales, políticos y tabaqueros. Así fue como se gestó el atraco.

La presión política, tan dispuesta como siempre a buscar el favor del sector tabaquero, es un factor decisivo pero también lo es, en muchos casos, el favor inmediato de las mismas tabaqueras a estos presidentes. La Hostelería y la Restauración es el campo de batalla donde la Industria Tabacalera ha concentrado sus esfuerzos por entorpecer los intentos de regulación del consumo de tabaco. Se tenía que seguir fumando en cada restaurante de cada CA, en cada discoteca de cada provincia, en cada bar de cada ciudad y, para conseguir ese objetivo, los agentes de la Industria sólo tuvieron que convencer a un centenar de personas en todo el país que ocuparan puestos clave. En muchos casos, los presidentes de los gremios eran la llave que abriría las puertas al humo sin necesidad de forzar situaciones.

Programas interesantes

Es en las horas más intempestivas cuando aprovechan para emitir los debates y los documentales más interesantes. Es lo que ocurrió ayer. Parece como si hubiesen aprovechado que se emitía la famosa y aclamada serie americana “House” en La Cuatro para asegurarse de que nadie iba a ver los programas a esa misma hora en La Dos.

Enfoque

En este programa se televisón un debate sobre los ayuntamientos y su tolerancia al ruido. Acudieron varios expertos y partes interesadas. Entre ellos, destacaba la defensora de los ayuntamientos, la Presidenta de la Federación de Municipios quien, con extraordinaria mezquindad, insistía en exculpar –más bien expiar-, a las administraciones locales que ella defiende. Sus intentos de justificación fueron inútiles como se pudo ver al final. El 95% de los llamantes pensaba que los ayuntamientos toleraban todo el ruido que hiciese falta y el 5% restante no lo pensaba porque lo producía, lógicamente. No voy a hablar sobre lo nociva que es para la salud, la intimidad, el honor y la dignidad del ciudadano la manera que tienen los ayuntamientos de tratar el ruido porque ya lo he hecho en otras entradas anteriores, a cuento de una sentencia y del Carnaval Canario. Sólo me gustaría hacer un apunte por su analogía con el problema del tabaco, también especialmente “difícil” para estas administraciones. Me refiero a los erráticos argumentos que usaba la Presidenta para defender la reputación de los Ayuntamientos y su postura ante eso del ruido. A saber:

“La culpa, en el caso de la marcha y el jolgorio nocturno, no es del Ayuntamiento. Un sábado por la noche, en una concentración espontánea y ruidosa, no es prudente mandar a la Policía Local para que disuelva una concentración de cientos de personas en las calles. Sería un follón. Es un problema de educación y hay que apelar a la responsabilidad de cada uno.”

A esto, el portavoz de los perjudicados por el ruido respondió básicamente que el Ayuntamiento seguía siendo responsable, pues es el que tiene que adaptar las medidas preventivas para que una concentración con efectos molestos para los vecinos y embarazosos para el Ayuntamiento no tenga lugar; no autorizando en su caso, actividades que puedan desembocar en situaciones de esa naturaleza –ruidosa-. Dicho de otra manera, si se prevé que no va a ser posible imponer con posterioridad medidas regulatorias que aplaquen los inconvenientes generados por la inconsciente muchedumbre que ejercita su derecho al ocio, habrá que prohibir, si es preciso.

“La Ley marco sobre ruidos es todavía muy reciente en nuestro país, sólo lleva vigente en España unos pocos años y hace falta que los Ayuntamientos desarrollen sus ordenanzas sobre ruido para concretar la norma europea y nacional. No es tan fácil trasponer el derecho europeo así como así, de un día para otro”

A esto, el portavoz de los perjudicados por el ruido vino a contestar que eso eran excusas; que eran desarrollos innecesarios destinados a prorrogar o eludir la aplicación de la Ley. No había nada más que decir. Es obvio que la burocracia por la burocracia no es del interés del ciudadano. En todo el programa, la Presidenta parecía olvidar la responsabilidad de sus ayuntamientos en lo que a servicio efectivo a los ciudadanos se refiere.

Documentos TV: Un deseo llamado tabaco

Mi familia no entiende que prefiriese ver esto antes que “House”. No entienden como me puede fascinar tanto un problema tan trivial sin que me paguen por ello. El caso es que me resulta extraño que no se considere un problema importante algo que constituye una parte esencial de la vida de casi un 30% de los españoles. También se preguntan hasta que punto es tan complejo como para que pueda hablar y leer tanto sobre el tema. Al que sea un erudito, ni siquiera le parecería extraño que, de la misma manera que existen estudios sobre Teología, “Tabacología y Tabaquismo” fuese una disciplina digna de estudios académicos, de una licenciatura, y no con pocas implicaciones multidisciplinares precisamente. De hecho ya existen muchos expertos especializados de manera casi exclusiva en la materia. Casi todos abordan el estudio desde el punto de vista sanitario pero ahí están; como el SEDET o el CNPT, por ejemplo.

Es un documento bastante trabajado e imparcial. Aborda parte de los mitos del tabaco desde el plano socio-sanitario fundamentalmente. Ofrece un breve resumen histórico y una revisión de la conciencia a nivel mundial sobre el problema. Termina con el estudio sobre el estado general de la situación, pincelando una tendencia esperanzadora para nuestros intereses. Hace hincapié en la reveladora diferencia de conciencia sobre el problema entre los países ricos y los países pobres. No dice nada que a grandes rasgos no sepamos los mejor informados, pero alegra saber que se pueden emitir programas así sin que se vaya la luz, se averíe la tele o explote una central nuclear.

viernes, marzo 02, 2007

El fumador antiamericano y antisistema.

Tras la demostración científica de que el tabaco había causado cáncer a un número indeterminado de americanos, el Congreso fue claro y tajante en sus conclusiones: Muchos de los exfumadores víctimas del cáncer tenían que recibir fortísimas indemnizaciones tras ir a juicio. La solvencia de las Tabacaleras iba a ponerse en entredicho por primera vez en la historia. Además, 26 Estados norteamericanos pleitearon contra las tabacaleras o hicieron amagos de hacerlo al determinar que éstas eran las responsables de casi el 40% de la factura sanitaria. Era poco apropiado, e imposible en el nuevo escenario, seguir sacando ese dinero a costa de la salud americana con tanto descaro. Las transnacionales del Tabaco tenían la respuesta a tal desafío incluso antes de que las regulaciones antitabaco amenazaran el futuro de su mercado más importante.

Para salir del atolladero estaban los consumidores europeos, asiáticos, africanos y latinoamericanos. La mayor parte del tabaco que se produjese había que venderlo fuera. Así las cosas, las tabacaleras americanas han conseguido que más del setenta por ciento de sus beneficios provengan de los bolsillos de los fumadores extranjeros entre los que, españoles, portugueses o argentinos tienen un puesto de honor. Cómo no.

En el viejo mundo, sólo ahora estamos empezando a luchar contra esta lacra tras entender el caso norteamericano. Sobre todo después de comprobar la magnitud de las implicaciones económicas y sociales del tabaquismo. No es que fuesen mayores de lo esperado, sino sencillamente inconmensurables. En términos económicos, se ha empezado ha pensar que puede constituir uno de los mayores frenos a la economía de cualquier país. Incluso en la recuperación económica de los EEUU durante estos últimos años podría haber tenido algo que ver la reducción de las tasas de tabaquismo dentro de sus fronteras, -y el aumento fuera-. Europa empieza a reaccionar y ya podemos decir que se ha dado el pistoletazo de salida en la carrera antitabaco.

Consabido esto, es obvio que para un patriota lo deseable es desplazar el consumo de tabaco desterrándolo de las fronteras de su país. Sin embargo, a muchos se les ha metido en la cabeza que no es así aún no siendo estanqueros.

Muchos orgullosos “antiamericanos” han caído víctimas de su ignorancia y de los sutiles lavados de cerebro de los demagogos de la Industria Tabacalera. Y en aquello que más odian ser terminan transformándose sin ni siquiera saberlo. Ellos piensan que la mejor manera de oponerse a la cultura norteamericana, sus excesos, su paroxismo y su estúpido puritanismo es, sobre todo, no copiándolos; haciendo justo lo contrario de lo que ellos hagan. Si prohíben fumar en los EEUU pues aquí lo permitimos. Si en EEUU no se tiran por un barranco pues nosotros nos tiramos. Está claro que no saben que eso precisamente beneficia sobremanera a los americanos: que los españoles se gasten el dinero en sus cigarrillos, parte de cuyos beneficios irán inexorablemente a bolsillos de inversores yanquis. ¿Qué más pueden desear los americanos que mantener su próspera Industria Tabacalera sin sufrir sus inconveniencias? Para lo malo ya están los fumadores del resto del mundo.

Luego está el típico antisistema que adopta como parte de sus señas de identidad la oposición y rechazo a lo que aconseje el Estado. Piensa que si el Estado prohíbe fumar en lugares prohibidos es porque quiere controlar y dominar al individuo, luego hay que ser un trasgresor y violar normas antitabaco para enfrentarse al Sistema. Si el Estado dice que fumar es malo, el malo es el sistema moralista que le dice lo que tiene que hacer y coarta su libertad. No sabe que eso no es ser un rebelde antisistema sino un conformista ignorante. Lo que hace es seguirle el juego al Estado o, más bien, a los ministros de la legislatura que manejan el cotarro. Eso ni si quiera es un estímulo para el Sistema. Es una táctica esperada que, por otra parte, beneficia a la enorme y poco simpática Industria Tabacalera con el beneplácito de los politicastros a los que tanto odian, no al abstracto Estado como tal. El acto más noble de rebeldía está en los no-fumadores que les exigen a los que controlan el Estado que destierre el repugnante humo de una vez por todas. Ese es un buen jaque para una Administración como la nuestra que, por otra parte, se manifiesta como la auténtica rebelde al auspiciar el consumo de tabaco más de lo normal; más de lo que los propios fumadores quieren para sus hijos.