miércoles, febrero 10, 2010

Al obstinado Javier Marías

Tic, tac, tic, tac el tiempo apremia y, a medida que se acerca el momento en que la nueva ley entre en vigor, usted , Señor Marías va enfureciéndose. En este artículo hace gala de su integrismo tabaquero arremetiendo contra la futura ley. Se queja porque quiere fumar en público, en el mayor número posible de sitios donde pueda molestar, en lugar de conformarse con hacerlo al aire libre o en su casa y en la de sus amigos.

Veo que aún aspira a seguir gozando de parte del privilegio que le ha estado siendo concedido hasta ahora, quiere seguir arrogándose un particular derecho de uso en una proporción respetable de bares y restaurantes a costa de de la salud y el bienestar de terceros.

Señor Marías, por favor, no insista porque no puede ser. Ha de prohibirse fumar en los locales de acceso público porque podría molestar a esos desconocidos que tienen derecho a entrar sin sentir asco. ¿Cómo va usted a decir que se decida por sorteo en qué locales se puede fumar y en cuáles no? No se puede hacer eso con locales de acceso público; para eso tiene usted su Club.

A estas alturas, no logro entender por qué insiste en compartir las horribles consecuencias de su vicio con desconocidos. Comprenda usted, que eso de que le metan carbonilla a uno por la traquea es una parafilia muy heavy, que no todo el mundo está dispuesto a realizar. Es lógico que un acto íntimo, particular, tan caprichoso y extravagante, deba llevarse a cabo en espacios donde no se perciba su carácter invasivo. Tranquilícese hombre, que no va a ser para tanto, que nadie se ha muerto por no fumar en un bar o en un restaurante, ya verá como se acostumbra y, quien sabe, a lo mejor un día hasta termina agradenciéndonoslo. No sea partidario de complicar las cosas, que con un mínimo de esfuerzo y sacrificio (simplemente con relajarse y disfrutar del cambio, no hay que hacer nada más) nos solucionará muchos problemas a todo el mundo; a usuarios que no fuman, a empleados de la hostelería y a usted mismo, que le irá mucho mejor sin tanto reaspirar sus propias exhalaciones.

En cuanto a las imágenes macabras de las cajetillas, aunque a mí mismo me parecen poco útiles para lo antiestéticas que resultan tanto esas imágenes como la política en sí, comprenda usted que no está mal disuadir a la gente para que no adquiera un producto que, aún siguiendo las instrucciones de uso, enferma al cliente. Y no nos venga con lo de que es Estado es un hipócrita por no regular otras cosas porque eso ya está muy visto y discutido, que todos los integristas tabaqueros dicen lo mismo; que lo de la "hipocresía" parece que lo hayan aprendido en jueves.

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