lunes, noviembre 20, 2006

Decreto madrileño: apología del tabaquismo

Salvo que tenga uno la desgracia de vivir en Madrid, risa es lo que le debe de dar una lectura atenta de la exposición de motivos del Decretazo madrileño. Convendría saber qué marca en concreto de puros es la que fuma Esperanza Aguirre. La adicción le ha hecho dar el visto bueno a un texto que parece más indicado para su blog personal que para un texto con fines jurídicos.

Parece que ha debido de apretar bastante sus amarillentos dientes para evitar que la pintoresca exposición no nos recordase al espíritu de Javier Marías, José Maria Mohedano o alguien así. Supongo que en Madrid habrá mayoría de gente que no fume, -aunque no lo parezca después de leer el decreto-. Entonces los no fumadores concienciados se preguntarán histéricos “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”

En otro blog se está llevando a cabo la encomiable labor de hacer un completo comentario crítico sobre el decreto recién publicado. Tan sólo diré que yo únicamente he podido leer con atención la exposición de motivos -y he tenido más que suficiente-. Ni siquiera voy a decir que será nulo de pleno derecho porque no creo que estemos tan siquiera ante un texto con una seria intención jurídica sino de boicot político.

El texto está lleno de valoraciones subjetivas y de pretendidas provocaciones hacia los redactores de la Ley 28/05. Se omiten datos sobre los perjuicios del tabaco y se insiste en convencernos con postulados de corte liberalista que no son aplicables al caso. Todo obedece a una táctica populista sustentada en la creencia de que la mayoría de la población madrileña considera que la regulación estatal es excesiva y opresora. Por tanto se está de parte de un claro segmento de la población votante: el fumador convencido y los beneficiarios del tabaco. Por eso se nos presenta su figura desde el clásico victimismo, que consigue que el fumador parezca miembro de una etnia perseguida por los socialistas.

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