miércoles, abril 04, 2007

No es sólo un vicio


Por un lado asegura el Liberalismo que los vicios no son delitos. En los vicios el individuo sólo se hace daño así mismo. Por otro lado dicen que el Estado se ha inventado muchos delitos que no deberían considerarse como tales. Es el caso de lo que ellos llaman “delitos sin víctimas”. Un ejemplo de ello es el tráfico de drogas y su consumo. Esos planteamientos me pueden parecer correctos en principio; sin embargo, he de entender que para que una actividad lucrativa no merezca ser perseguida o considerada delito ha de cumplir con la premisa principal común al vendedor y al consumidor (i.e.) que sólo cause un daño a quienes la practican exclusivamente. Pero no es el caso del tabaco y su libre consumo.

Para convencernos de que la venta de drogas es uno de esos delitos sin víctimas, nos muestran su frívola visión de la realidad, al parecer basada en el causalismo de Hume, donde sólo se consideran las relaciones causa-efecto en su aspecto más mecánico y directo. Renuncian a toda lógica previsora que pueda aplicarse a un entorno social, pues no asumen la existencia de algo así, o al menos su legitimidad, sumidos en su universo de libertades individuales y propiedades privadas. Para ellos, la deshumanizada interacción entre individuos sólo se rige por las leyes de la oferta y la demanda, mientras el Estado sólo interfiere en ese libre albedrío de forma perniciosa. Pero sigue sin ser el caso del tabaco y su libre consumo...

En un espacio vital compartido la relación causa-efecto entre fumar y molestia a terceros es un hecho. A los liberales les sigue pareciendo normal que los fumadores insistan en hacernos partícipes de sus parafilias y de las escatológicas consecuencias de éstas. No hay vuelta de hoja y no es manía de los gobiernos. Ni siquiera es sólo el Estado el que podría reclamar la reparación de un daño. Es el individuo mismo el perjudicado de manera evidente, aun cuando no se reconozca el daño a la sociedad.

Sólo quieren apartar al Estado del panorama tabaquero para poder auspiciar el abuso de unos pocos y la indefensión de la comunidad.

(Dedicado a Sonia)

2 comentarios:

Daniel Rodri­guez dijo...

Vamos a ver, lo que creo consideramos es que, dado que fumar no es una agresión sino una molestia, no es el individuo per se ni el Estado quien debe tener potestad para decir dónde se fuma y dónde no, sino el propietario del lugar donde nos encontremos. Hay muchas, muchísimas cosas molestas además del tabaco (y mira que a mí me molesta tener que sacarme la ropa ebria de tabaco ajeno al llegar a casa de juega) que no están reguladas. Ni deben, porque la molestia no es agresión.

nomecentro dijo...

Las medidas sanitarias generales tienen beneficios comprobables en la salud de la población.
El estado que por omisión cause miles de muerte en aras de una interpretación moral de la libertad sería un irresponsable demandable. En asuntos de salud está obligado a inmiscuirse en el ámbito privado y en empresarial cuando los efectos negativos de su actividad sean un hecho.