miércoles, octubre 15, 2008

Ya estamos con los premios. Ahora Fernando Savater

A Fernando Savater se le concede el Premio Planeta 2008 por su “buen quehacer” como novelero. Este escritor y filósofo pasa a engrosar la ya escandalosamente larga lista de liberaloides protabaquistas agraciados con el don del éxito mediático. Irá al cielo junto con, entre otros, Javier Marías y Xavier Sala Martin.

Para este miembro del Club más Tolerante de toda España, lo del tabaco y su regulación es un tema recurrente en sus escribidurías. Dedica bastantes esfuerzos, (hasta rozar el descaro), a difundir su particular filosofía; determinada por su vicio y la patológica necesidad de convencerse a sí mismo de lo que no puede ser.

Trata de ofrecer una solución evasista al sentido de la vida y haciendo uso del relativismo moral y gnoseológico, trata de inocular en sus lectores una visión quebrada de la realidad adaptada a su vicio, con tendencia a solicitar nuestra tolerancia con… lo que no puede ser.

He aquí,(substraigo las siguientes líneas), una típica muestra de su estéril rechazo al intento de búsqueda de cualquier verdad absoluta. Dice en una de sus clases de ética:

“Algunos aseguran que lo más noble es vivir para los demás y otros señalan que lo más útil es lograr que los demás vivan para uno. Según ciertas opiniones lo que cuenta es ganar dinero y nada más, mientras que otros arguyen que el dinero sin salud, tiempo libre, afecto sincero o serenidad de ánimo no vale nada. Médicos respetables indican que renunciar al tabaco y al alcohol es un medio seguro de alargar la vida, a lo que responden fumadores y borrachos que con tales privaciones a ellos desde luego la vida se les haría mucho más larga. Etc.”

Entre sus devaneos que no vienen a decir nada, se descubre su autismo y falta de compromiso social (típico de la filósofía, la psicólogía o cualquier otra materia tratada desde una perspectiva unidisciplinar, la verdad), se topa un no-fumador con llamadas de atención en forma de manifiestos pro-libertad-para-el-fumador, que es en lo único que para él parece no estar sujeto a duda o discusión. Es lo único a lo que no le aplica el “Sólo-sé-que-no-sé-nada” porque es su única verdad absoluta. Su adicción a los puros le hace verlo tan claro como el principio del racionalismo cartesiano. Tengo ganas de fumar, luego tengo que defender mi libertad de fumar donde me de la gana.

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