lunes, marzo 01, 2010

La guerra

Esto es una guerra. Mediática, pero una guerra en la que sólo existen dos bandos: los que quieren mantener este nivel de venta y consumo de tabaco y los demás. Es difícil adoptar una posición neutral porque ello beneficia a los que quieren que se mantenga el estado de hechos actual. O se está contra el tabaco, o se está a favor de él.

Ante la inminencia de una nueva ley del tabaco más restrictiva que la anterior, debemos contener los ataques de la primeras líneas enemigas. Éstas están formadas por asociaciones hosteleras, gastronómicas, gremios de restauración y otras asociaciones de locales de ocio nocturnos. Todas ellas tocan al mismo son que dictó en su momento la manipulación mediática de la Industria del Tabaco, materializada en la agorera afirmación de que prohibir de fumar en estos locales ocasionará pérdidas de hasta un 30% de facturación. Algunos se lo creen. Muchos otros mienten o están equivocados pero, el resultado, es el mismo: la presión que ejercen sobre los legisladores se va haciendo insoportable. No todos fueron pagados o convencidos por los prebostes de la matriz tabaquera sino que, sencillamente, el auspicio del tabaco estaba incrustado en la conciencia colectiva de nuestra sociedad de manera fatal.

En unos meses, aparecerán los primeros borradores del texto legislativo. Momento en el que se unirá al combate la segunda línea enemiga (la que siempre estuvo detrás de la primera). Sus efectivos los componen personal técnico especializado proveniente del corazón de los intereses de la Industria Tabaquera. Su incesante actividad lleva preparándose para este momento desde hace años y el objetivo es, una vez más, asegurar el bloqueo de cualquier cambio legislativo desfavorable. Ellos cobraron conciencia de que esto es una guerra décadas atrás y su especialización unida a sus imponentes medios les permiten disponer de una preparación óptima para la consecución de su objetivo. Estos altos emisarios de la Industria Tabaquera, bajo el más estricto secretismo, entablarán contactos con responsables públicos o sociales, que pueden influir en el desarrollo del proceso legislativo. Esto, supone un apoyo logístico al mediador oficial reconocible al que llamamos lobby. El lobby es el portavoz ante el parlamento de la defensa de los derechos de los productores de tabaco y asociados que, por esas fechas, alcanzará una fuerza y tamaño desproporcionados.

El éxito en esta difícil ocasión para la Industria se basará en la concentración de esfuerzos en las fechas clave. Ante una opinión pública cada vez más consciente de sus actividades y crítica, disponen de un ajustado espacio de tiempo para actuar con eficacia con una estrategia en la que la precisión temporal es decisiva. Esta vez trabajarán con la máxima intensidad entre la publicación de los primeros borradores del texto y la votación final sobre la totalidad.

Por esas fechas habrán puesto en marcha su formidable maquinaria de manipulación mediática. Seremos testigos de cómo, inexplicablemente, cada vez se alzarán más voces críticas con la prohibición general de fumar en locales públicos en todos los medios de comunicación posibles. Radio, prensa y televisión parecerán estar inundadas por tertulianos, periodistas, opinadores y políticos que, al discurso catastrofista al que nos tenían acostumbrados los representantes de la hostelería y la restauración, añadirán sus visiones sobre la democracia y las libertades individuales para oponerse a la efectividad de la nueva ley. La prensa económica, en este contexto de crisis, tendrá un papel estelar hablando de la necesidad de proteger este negocio como condicio sine qua non para salir de la crisis y no empeorar las cosas. El miedo estará servido y veremos si nuestros débiles gobernantes resisten los ataques del lobby y del, claro está, terrorismo mediático.

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