miércoles, julio 18, 2012

El odio a los madrileños

La Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha perdido el norte con sus aspiraciones de acoger el macroproyecto del Señor Adelson; el complejo de casinos conocido como “Urovegas”.

Está claro que su adicción a la nicotina juega un papel primordial en todo este escándalo –por qué no llamarlo así, en cuanto a lo que nos toca- y no sabemos quién tiene más interés en que se derogue la prohibición de fumar en locales de ocio y restauración, si el Señor Adelson o la propia Presidenta. Habría sido lógico tratar de explicarle al magnate que nuestra Ley del Tabaco fue aprobada mediante Ley Ordinaria a nivel estatal por casi unanimidad y que, a fecha de hoy, cuenta con la asunción y apoyo de casi el 80% de la ciudadanía. Pero ella es más esclava de su demencia y no dice con prudencia que “considerará”, “valorará”, “estudiará” etcétera aquellos deseos de Adelson que para ella son órdenes, sino que en un inmenso ejercicio de soberbia, sentencia que “evidentemente, la Ley Antitabaco se va a cambiar”. Poco importa que se extralimite en sus competencias y hable por la Ministra que luego tiene que corregirla. Ella no se ruboriza, no porque sea una sinvergüenza, -que lo es-, sino porque las ansias por poder volver a fumar en los bares la dominan.

Ella no vela por el interés de la Comunidad de Madrid a los que representa sino por su interés íntimo, por una mera comodidad personal. Pues yo no me creo que sea verdad eso de que piensa que Adelson va a traer dinero y empleo a su comunidad. Eso manifestaría una posición de inadmisible servilismo, sí, pero al menos lógica y práctica para sus intereses.

Y lo más gracioso es que no se da cuenta de que traiciona a sus propios votantes, cuya mayoría, no quiere que la Ley del Tabaco dé un paso atrás. De hecho, por méritos propios ella no goza de la simpatía de sus votantes. La mayoría de los votantes de Esperanza Aguirre le otorgan su confianza sólo porque pertenece al partido concomitante con su ideología y no se les da otra opción, pero lo hacen con la nariz tapada.

Pero es más, según las últimas encuestas de opinión, la instalación del Urovegas en Madrid no contaría con el beneplácito de la mayoría de los encuestados; más bien sufre una firme y creciente oposición por parte de la ciudadanía, que en estos momentos rondaría cotas superiores al 70%. Entonces, ¿qué sentido tiene?

De una actitud así sólo puede desprenderse que Esperanza Aguirre por alguna razón mantiene un sentimiento de rencor, alguna clase de odio y desprecio hacia los madrileños vete a saber por qué. Pues no podemos concluir otra cosa si los datos evidencian que sus administrados están a gusto disfrutando de los locales de ocio y restauración con la ley que tienen. Por tanto no veo otra explicación a las ganas de torturar a los madrileños volviendo a obligarles a compartir con ella la pasión por el humo de tabaco en locales cerrados, honestamente. La verdad es que debemos agradecer la moderación de una verdadera profesional de la política como Ana Mato que no se ha dejado avasallar por el ímpetu de la susodicha señora, y ha dejado claro que la Ley no se va a cambiar. Es más, a fecha de hoy, ni el propio Rajoy con todo lo adicto que es firmaría el más leve cambio en la Ley por razones de orden y paz social; que bastantes problemas tenemos ya como para encima tomar riesgos innecesarios. Si una cosa funciona y goza del visto bueno de la ciudadanía ¿para qué cambiarla?

También estos días se ha hablado en Madrid de la demolición de chavolas en El Gallinero. Además, parece que hay ahora una prisa excepcional por allanarle así el terreno a las edificaciones de Adelson. Eso es obra de otra sequaz: Ana Botella. Así se las gastan estos mafiosos con tal de poder fumar en un casino mientras apuestan en las ruletas. En cuanto a su consideración hacia el resto de madrileños, bien podría estar en su boca aquella celebérrima frase, ¡Qué se jodan!

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