domingo, noviembre 04, 2007

En honor a la verdad

“De esa forma pude mirar de nuevo a la cara de mi país.” (Edward L. Bernays)

El Dr. Edward Bernays, sobrino del padre del psicoanálisis Sigmund Freud, es considerado el pionero de las Relaciones Públicas –o la Manipulación Mediática, según se mire-. Memoria viviente de la historia del siglo XX, murió no hace mucho a sus 104 años de edad. Por supuesto, no era fumador. Sólo fue engañado, al igual que el resto de la humanidad, por la naturaleza maldita del tabaco.

No fue ni su falta de ética profesional ni su mala praxis…fue el desconocimiento. No quiso trabajar para Francisco Franco así como tampoco para Somoza o Hitler. Pero no se dio cuenta a tiempo de que el tabaco no debería venderse. Fue entrevistado en 1990, antes de morir:

¿Es cierto que en el mundo las mujeres fuman por culpa de las Relaciones Públicas?

Si, no obstante cuando las persuadimos de que lo hiciesen no conocíamos que el fumar producía cáncer.

¿Cómo lo hicieron? ¿Costó mucho dinero?

Bueno, en un momento en el que el fumar estaba muy mal visto por la sociedad para las mujeres y nunca ninguna se hubiese atrevido a fumar en público se me ocurrió que en pro de los intereses de las mujeres y que estas pudiesen fumar igual que los hombres el enviar a varias asociaciones feministas de la época unas cartas que decían: "Mujer defiende tus derechos el día x concéntrate en la quinta avenida de New York y enciende tu antorcha por la libertad, fuma." Y así se hizo y obtuvo un éxito sin precedentes, al día siguiente se podían leer los titulares en todos los periódicos "La mujer fuma" y por otro lado los tabaqueros doblaron de un día para otro su clientela obteniendo las tabaqueras pingues ingresos pues llegaron a doblar sus ingresos en tan solo unas semanas.
Por otro lado la mujer americana era igual al hombre, fumaba y rompía un tópico machista.
El hecho en la época fue algo insólito es como si hoy en día pudiéramos pensar que para vender más flores las mujeres regalen a sus hombres flores nos parece una temeridad, pues en aquella época que una mujer fumase aún lo fue más.
La campaña fue una de las más económicas pues costó lo que vale mandar veinte cartas.

¿Se arrepiente de haber conseguido que las mujeres fumen?

Sí, porque no sólo ayudé a que fumase sino que con posterioridad en los años 1945 diseñé la estrategia publicitaria de promoción para que aún lo hicieran más.


¿Puso remedio?

Si, cuando me enteré por parte de la administración pública del peligro del tabaco, trabajé gratis para conseguir que se prohibiera la publicidad y se advirtiera del peligro del mismo.
De esa forma pude mirar de nuevo a la cara de mi país.”


Extracto: http://www.barquerorrpp.com/menu/bernays.html

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