viernes, febrero 08, 2008

Está claro lo esencial

Los políticos socialistas se han hartado de decir que es muy difícil regular el consumo de tabaco en lugares públicos, aunque sean cerrados. ¿Es complicada la aplicación de la regulación? Es posible. Tienen derecho a hablar de lo difícil que les resulta no fumar en lugares de acceso público con techo las personas que están acostumbradas a fumar en ellos; no un ministro de Sanidad. Si el ministro de Sanidad no es capaz de conseguir algo que la sociedad considera fácil, ello sólo puede deberse a su incompetencia o a que sus superiores no le prestan el auxilio debido, deliberadamente.

Saber y hacer saber dónde no se puede fumar es muy sencillo. Si alguien quiere inhalar su dosis, antes de echarse la mano al bolsillo, mirará al cielo como encomendándose a Dios -tiene 40 razones en forma de carcinógenos para hacerlo-. Si cualquier obstáculo le impide ver el cielo, ha de abstenerse en ese momento. Aplazará la quema de cigarros para otra ocasión y en otro lugar, o saldrá al exterior.

La imperiosa necesidad de fumar en un lugar y momento concretos es solamente achacable al síndrome de abstinencia. Si un individuo no es capaz de respetar una norma tan sencilla, tiene un problema de autocontrol que lo convierte en un inadaptado social, al mostrarse incapaz de respetar a desconocidos. Si eso le sucede, debe buscar ayuda médica de manera urgente. Si no lo hace, entonces a esa persona adicta al tabaco fumado, se le puede acusar de falta de responsabilidad.

No hay comentarios: