jueves, octubre 02, 2008

¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Vas a comer a un restaurante sin fijarte mucho en los carteles de “aquí sí” o “aquí no”. A lo mejor no caes en la cuenta porque tales carteles no están o porque el hambre apremia y ni te acuerdas de eso. Además, si vas temprano y eres de los primeros en tomar asiento, casualmente nadie te recuerda que estás en España a base de tufaradas humeantes. Pero mientras esperas el plato y pasan unos minutos de las dos de la tarde, los camareros empiezan a colocar los ceniceros en las mesas. Entonces es cuando toca suspirar, inspirar hondo y aguantar porque llega la hora del toque de queda: los garrulos desenfundan sus armas y abren fuego…

Han transcurrido cinco minutos y lo que debía ser una agradable hora de la comida y de la sobremesa se convierte en un calvario. Te das prisa en terminar tu plato y renuncias al postre con la esperanza de poder terminar e irte antes de que tu pelo quede impregnado de ese aroma tan exclusivo, o al menos para que esas pegajosas partículas no penetren demasiado hasta tu ropa interior y más allá. Al final, lo que podría haber sido una estancia con un ambiente agradable para todos, acaba convirtiéndose en un entorno con una atmósfera incómoda para la mayoría. Para ti, que no fumas y te sienta mal o te da asco el humo, el restaurante es un auténtico purgatorio. Y es entonces cuando te preguntas, “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy buscando alguna sustancia química que haga reacción con el humo del tabaquismo. Cuando la encuentre, ya veremos que se me ocurre hacer con ella.

Se admiten sugerencias, más que nada por hablar.

;-)

Un abrazo.