domingo, diciembre 06, 2009

Riesgo biológico


El tabaco es peligroso para todo el mundo. También es asqueroso, sobre todo para el que no practica ese hábito. Esto no es una manía de hipocondríacos y escrupulosos porque fumar es, indiscutiblemente, antihigiénico. Sin embargo, casi todo el mundo en España tiende a obviar este detalle porque los que fuman y son ahumados son demasiados. Por eso, algo que se hace tanto es inconcebible que sea un error hacerlo; no es posible que la mayoría seamos unos guarros.

Qué le vamos a hacer, si nuestros políticos quieren que España siga siendo un narco-estado lleno de apestados y prefieren mirar para otro lado pues allá ellos. Mientras tanto, aquí seguiremos unos cuantos intentando poner ante los ojos de la población lo que los poderes fácticos no quieren que se vea.

El humo de un cigarro se compone de partículas y no es espíritu delicioso precisamente; no es un ente inmaterial. Además se expande cubriendo distancias sorprendentes y gracias a su pringue vaporizada (alquitrán de carretera) se adhiere a todas partes. Alguien que fuma y al que recientemente le han sacado una muela o le acaban de poner un piercing en la boca tiene papeletas extras, merced al humo, para conseguir que sus heridas en proceso de curación le premien su imprudencia con un una infección, que podría desembocar en una septicemia o en un cáncer. Todo el cuerpo de un fumador pasivo está en contacto exactamente con los mismos venenos que los inhalados y exhalados por el que fuma. Por tanto, si tiene una herida expuesta, ¿Corre ese tipo de riesgos? Sí, aunque menos. ¿Supone un riesgo semejante el humo de los coches? Lo siento, no estamos tratando ese tema ahora.

Pero además, entre quienes fuman, cualquier tipo de infección o cualquier proceso vírico necesita más tiempo de curación. Esto significa no sólo que el humo debilita o entorpece a sus mecanismos naturales de defensa sino que, además, dichos procesos víricos permanecen más tiempo en fase de contagio. Sin duda, la gripe A (o cualquier gripe) sería más llevadera para el sistema sanitario y toda la comunidad con el tabaco quitado del medio. Ni tantos morirían de bronquitis y neumonías, ni estos contagiarían a tantos en su agonía.

Luego tenemos otra realidad no admitida, y es que las partículas de humo de tabaco exhalado pueden servir de vehículo a todo tipo de agentes patógenos que, de otra manera, a lo mejor no penetrarían en el organismo del fumador pasivo o no lo harían en la misma dosis. También es innegable que los aquejados de tabacosis, con sus toses y estornudos extras, condimentan de manera generosa el ambiente.

¿Y qué hay de la eficacia de los antibióticos en la población? pues resulta que el consumo de tabaco, para empezar, dificulta el estudio de los medicamentos en fase de prueba sobre los voluntarios que se prestan a ello. Digamos que altera la eficacia de los antibióticos y, como es lógico, dadas sus virtudes debilitadoras del sistema inmunológico, ayuda a virus y bacterias a desarrollar resistencia a los medicamentos.

En cuanto a las pretendidas propiedades terapéuticas del tabaco y la nicotina: que si puede ayudar a prevenir las alergias, que si cura el estrés y la depresión, que si se está desarrollando una variante de tabaco transgénico que va a curar el sida etc., todo eso es y será mentira, mentira y mentira. Y si tuviese alguna rebuscada propiedad farmacéutica, la agencia del medicamento jamás daría su visto bueno. Lo siento, demasiados efectos secundarios y demasiadas contraindicaciones.

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