miércoles, enero 17, 2007

La politización del interés público

Visto lo visto, cada uno defiende sus intereses con uñas y dientes. Si a un animal o a un salvaje, cuando se ve amenazado, cualquier cosa le sirve de arma siempre que la tenga al alcance de su mano, a estos políticos que vimos antes de ayer debatir en el Congreso, parece como si se les contagiase cierto animalismo cada vez que se pasan por los leones de piedra.

Cada día se evidencia más la bajeza moral de nuestra clase política y su incapacidad para mostrar un mínimo unión a la hora de afrontar verdaderos problemas de interés nacional. A esa es la conclusión que llega uno tras ver el bochornoso espectáculo del debate sobre la lucha antiterrorista. Es lo de siempre lo que subyace: la política y su poder concebidos como un fin en sí, la política por la política, en lugar de ser un medio para conseguir fines, que sólo deberían ser –si la vocación existe- el interés público.

A menudo, ya veníamos observando durante estos últimos años que el contenido del famoso “Debate de la Nación”, estaba cada año más “politizado”, lo cual es normal, inevitable y hasta conveniente. Pero es que últimamente raya lo escandaloso y las maneras que se exhiben no tienen nada que ver con el hecho de que nunca llueva a gusto de todos y esas diferencias se vean representadas. Se les ve demasiado el plumero, hasta tal punto que parecen vivir encerrados en su mundo, y que los únicos problemas que existen son ellos y sus frustraciones.

Existen áreas de interés cuyas diferentes propuestas deberían ir encaminadas a la solución. En ningún país civilizado se inventan armas políticas porque esos campos de batalla no existen; están respetados por razones de decencia. Aquí, después de tantos años sin cultura democrática, parece que hemos aprovechado las posibilidades del pluralismo político con demasiada ansia devoradora. Viendo a estos políticos, resulta difícil creer que se merezcan una democracia si hacen tan mal uso de ella. Es como si el sistema democrático les viniese grande, o que no se hicieron las margaritas para los cerdos ni la miel para la boca del asno.

Hablando de armas políticas, parece evidente que la lucha antitabaco se ha convertido en un campo de batalla crucial. Además hay que estar ciegos para no ver que los decretos de desarrollo de la Ley antitabaco se constituyen como auténticos polvorines para uso y disfrute de los diferentes gobiernos autónomos. En fin, estos politicastros se comportan como presos que fabrican un pincho carcelario a partir de lo más inofensivo.

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