martes, octubre 28, 2008

El Sentenciazo

Una sentencia de la Audiencia Nacional pretende ratificar lo evidente (que el tabaco produce cáncer). Lo cual es todo un detalle que se nos conceda jurisprudencia en ese aspecto; qué generosidad. Pero, sin entrar a estudiar en profundidad la casuística del acto de fumar, concluye que el Estado no tiene la culpa de que la gente fume y asuma libremente ese riesgo porque, ¿quién les manda meterse humo en los pulmones?, ¡mira que es tonta la gente!

He aquí el enlace de la noticia.

Podría no haber entrado al fondo de esa cuestión y haberla obviado de alguna manera, con algún subterfugio, pero no lo ha hecho. No sólo ha preferido la Justicia -o esos representantes de la Justicia, mejor dicho- no sopesar las razones del denunciante sino que, de un plumazo, han querido dar carpetazo a las posibles futuras demandas porque, hablando de superlativos, si en otro tiempo se habló de un “decretazo” por polémico, yo creo que lo que ha dicho la Audiencia Nacional merece el calificativo de “sentenciazo”.

Resulta que el tribunal fundamenta su decisión en el hecho de que fumar es un acto libérrimo, y que el Estado no impone el consumo de tabaco, el cual es exclusiva responsabilidad del fumador.

La palabra “libérrimo” es la que destaca por su carga afectiva. El juez podría haber dicho simplemente que es un acto “libre” o “voluntario”, sin recurrir a ese superlativo que suena hasta arcaico. Denota bastante exaltación en lo que se revela a continuación.

“Libérrimo”, junto con lo de “no impone” y “exclusiva responsabilidad” (tenemos alguna que otra redundancia semántica en la sentencia), delatan una fuerte influencia de un tipo de ideología determinada en la sentencia pronunciada. Sin duda, no podemos hablar de imparcialidad en el dictado de esta sentencia, cuya justificación se apoya en unos planteamientos ideológicos determinados, alejados de cualquier tipo de razonamiento estrictamente jurídico. Estos jueces parece que han leído más de la cuenta “Libertad Digital” o sencillamente fuman mucho.

Pero el reconocimiento de que tal acto es libérrimo, como ellos dicen, y que es de exclusiva responsabilidad del fumador, implica que ese mismo acto (el de meterse humo en los pulmones), no es de exclusiva responsabilidad del fumador pasivo. En tal caso, es el fumador pasivo que enferme, o sea molestado indeciblemente, el único legitimado para interponer una demanda de esta índole puesto que su decisión de fumar correspondió a los intereses de la Industria Tabaquera y al Estado y su coerción social para permitir –e imponer en algunos casos- el consumo de tabaco en ciertos lugares públicos. A estos lugares, corriendo un riesgo que ahora se reconoce, accedimos legítimamente en ejercicio de nuestra libertad deambulatoria ¿o tendríamos que haber renunciado a ella, Señorías?.

Por tanto, el Estado y la Industria Tabaquera, son los que deben indemnizar a los que no fuman por respirar hollín cancerígeno y radioactivo en contra de nuestra voluntad. Porque recordemos que donde empieza la libertad del que no fuma, termina la libertad liberrísima del fumador. Tarde o temprano, estos jueces, políticos y otros actores sociales, tendrán que dar explicaciones sobre lo que han dicho y hecho. Y es posible que en un futuro haga falta una ley de memoria histórica como la que propuso el Partido de los No-Fumadores.

2 comentarios:

Alvaro Moreno dijo...

Te has olvidado de la caradura del demandante. Después de provocarse a si mismo el cáncer, pide que el estado, es decir tú, yo y todos los que pagamos impuestos, le indemnicemos.

Este tío, que seguro que ha ayudado a que no-fumadores hayan enfermado, es un jeta. Es él el que debería pagar.

Iracundo dijo...

No es mentira lo que dices. Mientras no se demuestre hasta qué punto un fumador es responsable de cierto tipo de actos. Por eso he dicho que "...es el fumador pasivo que enferme, o sea molestado indeciblemente, el único legitimado para interponer una demanda de esta índole ..."