lunes, agosto 07, 2006

La discriminación de los fumadores

Acabo de leer en una edición del País lo que sin duda es una excelente noticia para los seguidores de nuestro movimiento: “El rechazo de los fumadores en las ofertas de puestos de trabajo no constituye una discriminación perseguida por la legislación europea, según la CE.”.

En la vertiente estrictamente económica, podemos afirmar que, el verbo “discriminar”, aplicado a la contratación de los fumadores adquiere su significado etimológico, siendo despojado de las connotaciones histórico-sociales que contaminaron el vocablo al gusto de los políticos a lo largo del siglo pasado.

Estas connotaciones que acabaron moldeando su significado hasta el actual, empezaron a surgir siempre que el vocablo era usado fuera de cualquier tratado exclusivamente matemático o científico (“Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos o políticos”).

Por tanto, si la palabra “discriminar” puede ser aplicada a la contratación o no de los fumadores por ser fumadores, ésta recuperará su significado primigenio: “separar, distinguir, diferenciar una cosa de otra.”

Pese a lo dicho en los tres párrafos anteriores podemos intuir que, con esto del tabaco, cualquier víctima de la cigarromanía, tan enquistada en nuestra sociedad, podría arriesgarse a hacer una excepción a sus propios principios o, cuando menos, a guardar silencio intencionado al respecto.

Como consuelo para los a los economistas enganchados a la nicotina, que ven como inexorablemente la Industria Tabaquera parece abogada a la reconversión a largo plazo, recordaré las descomunales ventajas que tendrá la nueva tendencia en la contratación de trabajadores a nivel productivo. Si esta tendencia se consolida, puede constituirse como una verdadera revolución en el ámbito laboral que no desembocará sino en un hecho incuestionable: la mejora sustancial en la calidad de la mano de obra, con el consiguiente aumento de beneficios y la disminución de gastos en términos globales.

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