sábado, septiembre 09, 2006

Fumar y conducir

Puede que no se deba criminalizar ni sancionar el consumo del tabaco per se. Generalmente sólo se debe sancionar el acto de fumar cuando atenta contra derechos legítimos de terceros. Pues, ciertamente, el daño causado por el fumador es involuntario o accidental. También es verdad, que un estado no debe imponer la virtud, pues revelaríamos maneras de un Estado moralista en sentido impositivo, aún cuando parezca legítimo el ejercicio, por parte de ese Estado, de una labor de concienciación y orientación.

La necesidad de regular el consumo de tabaco no obedece a una cuestión moral, sólo tiene que ver con una cuestión de justicia i.e. de lealtad a un código ético que nos es común. Tal conjunto de costumbres por las que se rigen las relaciones humanas en una sociedad civilizada, constituyen las bases de nuestra convivencia. Se busca la salvaguarda del espacio vital ajeno, cuya indemnidad sólo es posible en tal caso cuando el respeto mutuo, basado en la lealtad a un código justo, prevalece.

Por tanto, en lo que a la regulación del consumo de tabaco respecta, no existe un fin moralista; sólo existe la aplicación de un código ético de conducta cuando se lleva a cabo ese acto concreto.

La regulación de la conducción de vehículos por parte del Estado es análoga a la del acto de fumar.

Nadie puede decir que la imposición del Código de Circulación sea moralista porque coarte la libertad de los conductores. Es algo necesario para regular el tráfico rodado, para evitar la congestión y las colisiones. Es un código impuesto –pero aceptado por la comunidad- cuyo objeto es el de evitar accidentes i.e. el bien común.

Si el Estado prohíbe el acceso de vehículos particulares a una calle en un sentido para habilitar un carril de autobuses urbanos o una zona peatonal, no diremos que está coartando la libertad de los conductores que habitualmente solían recorrer la calle en ese sentido. El conductor tiene, efectivamente, su libertad deambulatoria limitada en base a la prohibición; para la comunidad de peatones y conductores –en su conjunto pues- hablaremos de regulación.

Por otro lado, esos mismos conductores siguen siendo libres para buscar una ruta alternativa y llegar a su destino. Siendo así, ¿diríamos que los conductores están siendo perseguidos o que son víctimas de un moralismo impuesto? No.

De la misma manera, si en un local se prohíbe concretamente fumar, el fumador hará uso de su libertad deambulatoria y saldrá a la calle para encender su cigarro; sin que ello suponga un moralismo impuesto en base a la prohibición.

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