martes, abril 03, 2012

La verdadera cara del negocio

Imagínense que usted es el gestor de las arcas públicas de un estado y que un día, alguien le propone montar un negocio en su país. Para ello le pide suelo urbano gratis y exenciones legales y fiscales que a usted le suponen un coste indirecto de varias decenas de miles de millones de euros. Ese alguien, asegurándole que el negocio del que habla es una ganga, le promete la devolución de los costes iniciales en un plazo de tiempo sin determinar. También le convence para que, en el caso de que el negocio salga mal, usted sea su avalista. Y usted, con todo y con eso, como cree que está haciendo el negocio del siglo, se gasta dinero desde el primer momento en adaptar a las exigencias de ese alguien el pronunciamiento de su asesoría técnica, el estado de opinión pública, además de planes urbanísticos y otras condiciones legales previas de gran calado.

Pues ya no hace falta que imagine usted tanto porque eso es más o menos lo que está sucediendo con Mr. Sheldon Adelson de Sands Corporation y la Presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre.

Puede que para algunos miembros del neoliberalismo y sus aforismos la Industria del Juego sea un negocio como otro cualquiera, sólo pervertido por la intervención estatal. Eso es porque se obvian cuestiones morales básicas que tienen que ver con la naturaleza humana y sus debilidades; a costa de las que, individuos como este, se lucran injustamente.

Eso ha venido sucediendo porque la Industria del Juego no existe como forma legítima de hacer dinero. Esa forma de definirla puede ser a lo sumo un acto de corrección política.

¿Y qué suelen hacer las corporaciones del vicio para paliar los daños colaterales de sus "negocios"? pues recurren al mito de la autorregulación. Es decir, se apela a su buena fe mientras los ciudadanos tenemos que encomendarnos a Dios para creer.

En un negocio que se nutre de los males de la sociedad, sus propietarios están obligados a proteger la insitucionalización de un problema en beneficio propio. Sólo así pueden velar por la prosperidad de su "negocio". Lo dejo descrito con un adejetivo: es inmoral.

Por otro lado, andan por ahí circulando leyendas urbanas que hablan de autoresponsabilidad y autoregulación corporativa cuando se refieren a la Industria del Tabaco y la Industria del Juego. Sin embargo, no existen esas Industrias con tal denotación sino que nos estamos refiriendo a la Industria del Tabaquismo y la Industria de la Ludopatía. Es decir, la fuente de riqueza del Señor Adelson no es el juego sino la ludopatía; es el auspicio y el fomento de la ludopatía.

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