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martes, mayo 22, 2007

Premio Altadís-Nuevos Directores


Es verdad que la publicidad y el patrocinio de las tabaqueras está prohibido. Sin embargo, no me consta que la prohibición se aplique a sus empresas y fundaciones tapadera. Voy a ser claro: Hoy por hoy, casi todo el cine español, sea subvencionado o no, es un perfecto vehículo de transmisión de la influencia de las tabaqueras.

Cuando uno ve algunas películas españolas es difícil olvidar ese triste aspecto instrumental. Muchos productores y directores, ponen demasiado fácil la identificación de sus mecenas. Tras ver un variado repertorio de españoladas y compararlas con películas y series de televisión americanas -no exentas por completo del mismo problema-, invariablemente, uno se percata siempre de lo mismo: en las escenas cinematográficas españolas se fuma demasiado. En nuestro cine, los actores parecen dedicar más tiempo a fumar que a rodar escenas de sexo.

Quien no se lo crea, y quiera prueba documental, sólo tiene que quedarse hasta el final de la película y leer los créditos. Ahí es probable que haya algo aunque sea en la sección de agradecimientos. La propaganda de la Industria a través de este medio es tan sutil como el colocón que produce la nicotina, pero no menos contundente en cuanto a eficacia.

Por eso no me ha sorprendido comprobar que se celebrara el Festival de San Sebastián bajo el patrocino de la fundación Altadís. Tampoco es de extrañar que la hispano-francesa Altadís trate de demostrar su compromiso social y su apoyo al arte con esta fundación. Falta decencia en el cine español y no porque se abuse de contenido sexual obsceno precisamente.

miércoles, marzo 07, 2007

Programas interesantes

Es en las horas más intempestivas cuando aprovechan para emitir los debates y los documentales más interesantes. Es lo que ocurrió ayer. Parece como si hubiesen aprovechado que se emitía la famosa y aclamada serie americana “House” en La Cuatro para asegurarse de que nadie iba a ver los programas a esa misma hora en La Dos.

Enfoque

En este programa se televisón un debate sobre los ayuntamientos y su tolerancia al ruido. Acudieron varios expertos y partes interesadas. Entre ellos, destacaba la defensora de los ayuntamientos, la Presidenta de la Federación de Municipios quien, con extraordinaria mezquindad, insistía en exculpar –más bien expiar-, a las administraciones locales que ella defiende. Sus intentos de justificación fueron inútiles como se pudo ver al final. El 95% de los llamantes pensaba que los ayuntamientos toleraban todo el ruido que hiciese falta y el 5% restante no lo pensaba porque lo producía, lógicamente. No voy a hablar sobre lo nociva que es para la salud, la intimidad, el honor y la dignidad del ciudadano la manera que tienen los ayuntamientos de tratar el ruido porque ya lo he hecho en otras entradas anteriores, a cuento de una sentencia y del Carnaval Canario. Sólo me gustaría hacer un apunte por su analogía con el problema del tabaco, también especialmente “difícil” para estas administraciones. Me refiero a los erráticos argumentos que usaba la Presidenta para defender la reputación de los Ayuntamientos y su postura ante eso del ruido. A saber:

“La culpa, en el caso de la marcha y el jolgorio nocturno, no es del Ayuntamiento. Un sábado por la noche, en una concentración espontánea y ruidosa, no es prudente mandar a la Policía Local para que disuelva una concentración de cientos de personas en las calles. Sería un follón. Es un problema de educación y hay que apelar a la responsabilidad de cada uno.”

A esto, el portavoz de los perjudicados por el ruido respondió básicamente que el Ayuntamiento seguía siendo responsable, pues es el que tiene que adaptar las medidas preventivas para que una concentración con efectos molestos para los vecinos y embarazosos para el Ayuntamiento no tenga lugar; no autorizando en su caso, actividades que puedan desembocar en situaciones de esa naturaleza –ruidosa-. Dicho de otra manera, si se prevé que no va a ser posible imponer con posterioridad medidas regulatorias que aplaquen los inconvenientes generados por la inconsciente muchedumbre que ejercita su derecho al ocio, habrá que prohibir, si es preciso.

“La Ley marco sobre ruidos es todavía muy reciente en nuestro país, sólo lleva vigente en España unos pocos años y hace falta que los Ayuntamientos desarrollen sus ordenanzas sobre ruido para concretar la norma europea y nacional. No es tan fácil trasponer el derecho europeo así como así, de un día para otro”

A esto, el portavoz de los perjudicados por el ruido vino a contestar que eso eran excusas; que eran desarrollos innecesarios destinados a prorrogar o eludir la aplicación de la Ley. No había nada más que decir. Es obvio que la burocracia por la burocracia no es del interés del ciudadano. En todo el programa, la Presidenta parecía olvidar la responsabilidad de sus ayuntamientos en lo que a servicio efectivo a los ciudadanos se refiere.

Documentos TV: Un deseo llamado tabaco

Mi familia no entiende que prefiriese ver esto antes que “House”. No entienden como me puede fascinar tanto un problema tan trivial sin que me paguen por ello. El caso es que me resulta extraño que no se considere un problema importante algo que constituye una parte esencial de la vida de casi un 30% de los españoles. También se preguntan hasta que punto es tan complejo como para que pueda hablar y leer tanto sobre el tema. Al que sea un erudito, ni siquiera le parecería extraño que, de la misma manera que existen estudios sobre Teología, “Tabacología y Tabaquismo” fuese una disciplina digna de estudios académicos, de una licenciatura, y no con pocas implicaciones multidisciplinares precisamente. De hecho ya existen muchos expertos especializados de manera casi exclusiva en la materia. Casi todos abordan el estudio desde el punto de vista sanitario pero ahí están; como el SEDET o el CNPT, por ejemplo.

Es un documento bastante trabajado e imparcial. Aborda parte de los mitos del tabaco desde el plano socio-sanitario fundamentalmente. Ofrece un breve resumen histórico y una revisión de la conciencia a nivel mundial sobre el problema. Termina con el estudio sobre el estado general de la situación, pincelando una tendencia esperanzadora para nuestros intereses. Hace hincapié en la reveladora diferencia de conciencia sobre el problema entre los países ricos y los países pobres. No dice nada que a grandes rasgos no sepamos los mejor informados, pero alegra saber que se pueden emitir programas así sin que se vaya la luz, se averíe la tele o explote una central nuclear.

domingo, septiembre 24, 2006

Aquí no hay quien viva

Hace unos días, gracias al horario canario, he podido ver en la televisión sin caer dormido un episodio de la tan aclamada serie española “Aquí no hay quien viva”. Parece que he debido de dar con el único episodio que guarda relación con el polémico tabaco y sus consumidores, tanto voluntarios como forzosos. Qué oportuno soy.

El presidente de una comunidad de vecinos, harto de ver como se fuma en las zonas comunes, decide adoptar una medida extrema para evitar que siga siendo así en un alarde de rectitud moral: asegurar la prohibición impidiendo mediante cacheos en el portal que el tabaco tan siquiera entre en el edificio. De esta manera, los fumadores no podían fumar ni en su espacio íntimo y privado, es decir, sus propias casas.

De inmediato, se va fraguando el motín de Esquilache. Los detractores de la medida –fumadores-, entre un va y viene de picaresca española, forman una rebelión en el edificio atrincherándose en la casa del propio presidente, al que le impiden la entrada. Su mujer, que permanece con los fumadores, decide adoptar una postura neutral para no dar la razón a su testarudo marido. Desde allí, en otro ejemplo de extremismo, los rebeldes exigen el derecho a fumar en todo el edificio, ascensor incluído.

En cierto momento, el presidente se ve sobrepasado por la situación y se encuentra derrumbado anímicamente al comprobar que, intentando arreglar un problema, ha creado otros, incluido el del contrabando, -representado por la figura de su propio hijo-. Además siente como se está quedando solo en su afán. Entonces, sale a la calle para reflexionar. En ese momento aparece su hija para soltarle un consejo que parece propio del Club de Fumadores por la Tolerancia.

Tras escuchar el fabuloso discurso de su hija, en el que da una lección sobre el valor supremo de la “tolerancia” para resolver la conflictiva situación, el presidente queda impresionado por tan sabias palabras y vuelve a entrar al edificio con la lección aprendida.

La rebelión termina y los guionistas ponen el colofón final mostrándonos al presidente, más que vencido moralmente, fumando en la bañera víctima de la ansiedad, a la vez que trata de ocultarlo ante los rebeldes que lo sorprenden “in fraganti”.

Además del hecho de que en ese edificio se podrá seguir fumando donde se quiera, hemos de suponer muchos otros tópicos dentro de este ni-para-mí-ni-para-ti,-todo-sigue-igual. A saber: que los ex-fumadores que persiguen a los fumadores son los más hipócritas, que el fumador pasivo no existe porque todos queremos fumar cuando nuestro estado de ánimo es el apropiado, que entre tanto clima de inmoralidad y despropósito que más da que la gente fume libremente donde le de la gana, que intentar cambiar esas cosas genera conflictos donde no los hay etc, etc.

Suponemos que es una comedia sin segundas intenciones. Como la gente sólo percibe a través de la televisión imagen y sonido, sin ese tufillo inconfundible con el sentido del olfato –Dios nos libre-, muchos no sabrán lo que se puede llegar a sufrir “tolerando” ese humo de tabaco por los rellanos de escalera y ascensores.

De cualquier forma, aunque tenga gracia la historia del episodio, los mensajes que se lanzan no la tienen.