jueves, mayo 10, 2007

¿Qué opinan los no-fumadores sobre aquello de que el fumar donde pueda ser molesto depende de la “buena educación”?

La buena o la mala educación no tienen nada que ver con el problema del tabaquismo y sus consecuencias para terceros. Cada cual es libre de ser educado o maleducado. Otra cosa es la falta de respeto a lo ajeno que puede constituir el fumar en público.

El achacar a la “mala educación” -o a la mala adicción- la existencia del tabaquismo pasivo, es una de las excusas más burdas con las que la cobarde política tradicional ha justificado su incompetencia a la hora de afrontar problemas cuya solución supone un riesgo para sus intereses electorales.

Tal excusa implica el reconocimiento de que el derecho a no respirar humo de tabaco es sólo formal y por tanto condicionado a la oportunidad. En otras palabras, una cuestión de formas; un engaño. Con ello, se certifica que la prohibición de fumar en ciertos lugares no es de obligado acatamiento, sino que cada cual será libre, según su educación, de secundar o no el intento normativo. Pues de su incumplimiento no se deriva ninguna consecuencia material para un infractor “formal”.

Con esta “diplomacia” se simula contentar a todos aunque el conflicto entre fumadores y no-fumadores persiste. Permitiendo el abuso de los fumadores, se favorece intencionadamente a quienes defienden intereses empresariales concretos a costa de la salud pública y del bienestar general de la comunidad.

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