miércoles, mayo 30, 2007

Partido de los NO-FUMADORES I

Unos zelotes enfermos de tabaquina, personae non gratae para los políticos y otros “estanqueros” de este país, intercambian impresiones e ideas sobre cómo podría concebirse un partido de no fumadores.

DÍA 1:

PANEL 1

Se me ha consultado para que manifieste mi parecer sobre la conveniencia o no de inscribir un partido político de no fumadores. No me habéis provisto de mucha información al respecto sobre la que trabajar. Diré qué me parece así a primera vista algo tan “inaudito”.

La idea de formar un partido me parece algo descabellada. Si de verdad fuese lo más efectivo, ¿No sería lógico que alguien se nos hubiera adelantado? Además tengo mis reservas en lo que a nuestro posible mercado electoral se refiere. Por una razón o por otra, me da la sensación de los hipotéticos votantes siempre encontrarían mil y una razones para votar a cualquier otro partido. Sin embargo, como he dicho, esto no son aún ni conjeturas, sólo primeras impresiones.

Tampoco veo clara la viabilidad de la inscripción en sí. Habría que evaluar cuanto dinero, cuanta gente y, sobre todo, cuanta motivación requeriría una empresa de esas magnitudes. No estoy por la labor de erigirme como uno de los promotores de la iniciativa pero podéis contar conmigo en lo que pueda ofreceros: algo de tiempo y dinero, pero no de actuación pública. Para eso estáis vosotros.

Espero no defraudaros con mi escepticismo. De todas maneras, no olvidéis que estoy aquí para me convenzáis. No para prejuzgar desde un primer momento.


PANEL 2

Algunas consideraciones:

Hay algunos que piensan que fundar un partido puede ser algo efectivo sólo a largo plazo, es decir, cuando ya tengamos una Ley como en Italia y la aplicación de medios sea efectiva, de modo que un partido gestionado de manera torpe podría ocasionar más perjuicio que beneficio a la causa. En un supuesto así, el Partido dejaría de tener sentido.

A eso tengo que responder primero que no veo que nuestros objetivos se vayan a conseguir tan pronto -ojala así fuese- y, segundo, que las organizaciones de la Sociedad Civil y el Partido no tienen que por qué ser uno sólo o depender la una del otro.

La decisión por nuestra parte de intentar formar un partido, no ha sido tomada a la ligera sino que ha sido el producto de una larga y profunda reflexión. No creo que sea contraproducente en ningún sentido embarcarnos en esta empresa tan ambiciosa, entre otras cosas porque el “no” a nuestras pretensiones ya lo tenemos de una manera o de otra; pero sobre todo porque, aunque la imagen que demos de cara al público pueda en algún momento parecer torpe, ingenua y desafortunada –debido a nuestra falta de experiencia principalmente-, la razón siempre estará de nuestra parte y lo más probable que puede ocurrir –si alguna influencia llegamos a tener- es que aceleremos la consecución de las metas sociales en cuestión.

Por otro lado, muchos piensan por la misma razón, que el partido podría tener una vida limitada a la consecución de esos objetivos tan concretos. Si el partido evoluciona, muta o desaparece, cualquiera de esas tres cosas se producirá como consecuencia de una buena noticia. De todas maneras, si la mayoría no cree que el partido deba tener unos objetivos tan específicos o limitados, por mi parte estoy dispuesto a debatir sobre la posibilidad de desarrollar un programa más extenso que abarque más áreas que las estrictamente relacionadas con el tabaco.


PANEL 3

Yo creo que lo que me comentaba mi padre el otro día sobre el tema era bastante sensato y lo podéis transmitir a la gente para justificar la constitución de un partido diferente:

“A los políticos les importa muy poco el problema. A ellos lo que les importa es seguir en el poder y seguir cobrando sus sueldos. Toda esa caterva de fumadores y borrachos son votantes al fin y al cabo. Así que toda esa blandenguería no es más que una manera de capear el temporal y no ganarse un fracaso electoral. Prefieren ir dejando pasar las cosas para ir sobrellevando los problemas en vez de atajarlos con soluciones drásticas pero justas. Es una gran verdad: gran parte de los comportamientos humanos se explican o por motivos de dinero, de poder o de sexo. Se nos quiere hacer creer que hay razones nobles y sensatas en lo que hacen o dejan de hacer, cuando no es más que hipocresía y demagogia pura y dura.”

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