miércoles, mayo 09, 2007

Sobre el artículo del otro día

Parece que a varios lectores les ha sentado mal el artículo que escribí el otro día sobre el tabaquismo en la clase funcionarial, a juzgar por dos correos electrónicos privados que he tenido el placer de recibir.

Se me ha llamado por ese motivo “fachón”. No sé, C., qué quieres decir exactamente con ese calificativo, pero intuyo que tiene que ver con tu convicción de que tal exclusión es discriminatoria. Si bien la propuesta estaba en clave de hipótesis, no tengo ningún inconveniente en reafirmarme en mi opinión: El ser consumidor de tabaco debería ser un motivo de exclusión en un proceso selectivo que tenga como objeto la provisión de puestos o cargos de carácter público.

Estás personalizando la cuestión porque eres un funcionario que fuma y se considera –puede que lo seas- más eficiente que muchos que no fuman. Pero es que esa no es la cuestión porque no existe una motivación discriminatoria detrás de una propuesta así. Además, para tu tranquilidad, te recordaré que algo así no tendría carácter retroactivo que te “perjudicara”. Insisto, ya he explicado en ese mismo artículo por qué pensáis que los fumadores pueden ser discriminados. No hay que olvidar el carácter exógeno de vuestros miedos y manías.

No es un estado temporal de obcecación el que me ha hecho escribir algo así, sino que he sido perfectamente consecuente con mi forma de pensar y con lo que he escrito anteriormente en otros artículos. De hecho, esto me confirma que hay gente a la que su hábito le hace perder la objetividad, como es tu caso. Además, incluso asumes orgulloso tu identidad de fumador. Si de verdad estás entregado al deber público, comprenderás que, estadísticamente, sería más rentable para el Estado hacerlo así; por un lado evitando la incorporación de “bajistas” potenciales, o con más propensión a ello y, por otro, motivando a los aspirantes a funcionarios a dejar su hábito, salvo que creas que fumar beneficia al Estado.

No se trata de reafirmar a la clase funcionarial como casta privilegiada, sino de empezar por esta pieza clave de la sociedad para desterrar la lacra. Es lógico que si consideramos la lucha antitabáquica como una iniciativa pública empecemos por aplicarla en el sector público. No quisiéramos hacer valedero aquello de “En casa del herrero, cuchara de palo”

En cuanto a que supone un peligroso recorte de libertades, F., eso es una apreciación que no comparten ni la mayoría de liberales como tú. Es verdad que nunca llueve a gusto de todos y que el Estado, para vosotros, no debería existir. Sin embargo, ya que existe, es ilógico que le neguéis el derecho a la libertad de contratación por el hecho de que no es un holding privado. Aquí el Estado no está obligando a fumar o a no fumar, ni a trabajar en el sector público o no hacerlo. Sólo dispone una “condición” que es, en este caso, la incompatibilidad de ambas actividades. Recordando que la “condición” de fumador no es una cualidad inherente a nadie, es fácilmente entendible. Sigo siendo libre para fumar o para no fumar; para trabajar para el Estado o para no hacerlo. No se puede tenerlo todo y cada uno sigue siendo responsable de sus actos, pero no esclavo de los ajenos, como pretendéis muchos.

En cuanto a tu bagaje cultural en materia de tabaco, F., te diré que la historia a mi también me gusta. Admiro que sepas qué marca de cigarrillos fumaban cada uno de tus ídolos Hollywoodienses. Entiendo que sientas nostalgia al recordar épocas pasadas. A mi también la historia me hace añorar épocas que jamás viví. Pero la historia es historia. El tabaco ha pasado su momento y hay que pasar página. Ha de pasar a la historia, igual que lo hizo Hitler o la peste de 1348. Entonces, siendo representante vocacional de la Philip Morris, no esperes que te desee suerte con tus honorables estudios sobre la labor del tabaco como “elemento unificador de culturas y pueblos” e idioteces semejantes. Dices entusiasmado que queréis convencer a vuestros mandamases para que propongan la declaración del tabaco Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. ¿Qué esperas que te diga alguien de nuestro movimiento respecto a eso? ¿Que le hace gracia? Si tus motivaciones fuesen puramente culturales no te molestarías. Tampoco dejas claro qué es lo que se quiere declarar, si la planta de tabaco, el hábito de fumar en sí, los cigarros puros o todo. Es lógico pensar que queréis parar el tiempo. Supongo que esa declaración aseguraría la pervivencia de vuestro negocio. Seguro que ello os blindaría el día de mañana para así aguantar los envites de nuestro creciente movimiento.

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