Nunca me he considerado un moralista y ni siquiera suelen interesarme las tensiones y conflictos que se dan entre el derecho natural, el pragmatismo socialista, la moral judeo-cristiana y otros “puntos de vista”.
Eutanasia, aborto y pena de muerte… siempre los he considerado problemas “de segundo orden”. Siempre he visto que esas cosas pueden estar sujetas a relativización.
La vida puedo sacralizarla a toda costa, catalogarla como bien primordial al que hay que proteger conforme a un mandato divino y concebirla como fin en sí. De alguna manera se pueden racionalizar y validar códigos morales basados en ese principio.
También puedo asumir la vida como medio o soporte para otro fin llamado felicidad. Y que si no existe esperanza futura de felicidad o la persistencia de esa vida en el mundo ocasiona sufrimiento ajeno puede dejar de tener sentido.
Otra cosa muy diferente es la sinrazón, el castigo sin fin –atélico o enteléquico-, el infligir sufrimiento a otros seres vivos porque sí, el mal que los hombres hacen a otros hombres porque sí. El mal por el mal, en definitiva.
A menudo, algunos hombres pierden aquello que los define como humanos con sus acciones contrarias a cualquier ética. Si valoramos la posibilidad de que exista un derecho a la intervención del hombre para regular una economía “humana” o del “sufrimiento”, posiblemente podamos calcular cuándo es rentable o no que algo o alguien siga existiendo.
La evitación del sufrimiento sí creo que es una prerrogativa en toda acción antrópica voluntaria a la hora de preservar la dignidad humana. Entonces, si los protagonistas activos de la cinta de video comentada en esta noticia han perdido su condición humana; si de vicio pasamos a error de la naturaleza, tendremos que intervenir de la forma más práctica, no porque los criminales imperdonables lo merezcan, sino porque es nuestro deber evitar sufrimientos futuros y calmar presentes. El presunto valor de la vida de esos autores y cómplices queda anulado por sus propias acciones.
domingo, mayo 10, 2009
domingo, mayo 03, 2009
Reformas estructurales
Hace unos días entrevistan a Octavio Granado (Secretario de Estado de Seguridad Social) en CNN+ en relación al monotema que copa la actualidad de fondo: la crisis.
Pues bien, resulta que en su discurso viene a reconocer que la Sanidad Pública es un agujero sin fondo en lo relativo al gasto o, como él dice, la sanidad es siempre un sector deficitario, en el que siempre se gasta más de lo que recibe. Por todo ello, señala que tanto el sistema al completo de la Seguridad Social como el sanitario público en especial, necesitarán profundas reformas estructurales.
Escuchado así, parece normal que sea un sector deficitario, -de hecho lo es-. También lo parece por ejemplo el sistema penitenciario. Claro, la gente enferma y delinque mucho y el dinero empleado para lidiar con todo eso ni genera beneficios directos ni suele dar lugar a reinversiones.
Pero no se trata tanto de averiguar hasta qué punto es la Sanidad Pública tan costosa como de ahondar en el factor que determina ese coste extra: el gasto imputable a los costosos tratamientos de enfermedades derivadas del exageradísimo consumo de tabaco en España. Claro, ahí las pérdidas los gestores de nuestro estado no las notan porque son públicas pero sí parece que consideran más ventajosos los beneficios privados que reporta el consumo de labores del tabaco. ¿Para quién es rentable? Porque ¿quién va a creerse a estas alturas que en términos netos existen esos beneficios públicos?
Yo por mi parte, como administrado y potencial beneficiario de la sanidad pública, no estoy dispuesto a reconocer que me aprovecho de esos beneficios. Me alegro de que ese beneficio no sea público porque así no me veo inmerso en un dilema moral. Eso es cosa de los políticos que manejan el cotarro y van de perdonavidas. Ellos son los que necesitan ir al confesionario. No pretendáis hacernos creer que la conciencia de los que no fuman merece estar sucia aunque sólo sea por humildad o compasión, cínicos.
Pues bien, resulta que en su discurso viene a reconocer que la Sanidad Pública es un agujero sin fondo en lo relativo al gasto o, como él dice, la sanidad es siempre un sector deficitario, en el que siempre se gasta más de lo que recibe. Por todo ello, señala que tanto el sistema al completo de la Seguridad Social como el sanitario público en especial, necesitarán profundas reformas estructurales.
Escuchado así, parece normal que sea un sector deficitario, -de hecho lo es-. También lo parece por ejemplo el sistema penitenciario. Claro, la gente enferma y delinque mucho y el dinero empleado para lidiar con todo eso ni genera beneficios directos ni suele dar lugar a reinversiones.
Pero no se trata tanto de averiguar hasta qué punto es la Sanidad Pública tan costosa como de ahondar en el factor que determina ese coste extra: el gasto imputable a los costosos tratamientos de enfermedades derivadas del exageradísimo consumo de tabaco en España. Claro, ahí las pérdidas los gestores de nuestro estado no las notan porque son públicas pero sí parece que consideran más ventajosos los beneficios privados que reporta el consumo de labores del tabaco. ¿Para quién es rentable? Porque ¿quién va a creerse a estas alturas que en términos netos existen esos beneficios públicos?
Yo por mi parte, como administrado y potencial beneficiario de la sanidad pública, no estoy dispuesto a reconocer que me aprovecho de esos beneficios. Me alegro de que ese beneficio no sea público porque así no me veo inmerso en un dilema moral. Eso es cosa de los políticos que manejan el cotarro y van de perdonavidas. Ellos son los que necesitan ir al confesionario. No pretendáis hacernos creer que la conciencia de los que no fuman merece estar sucia aunque sólo sea por humildad o compasión, cínicos.
sábado, abril 18, 2009
Trinidad Jiménez y su política de continuidad
Ya ha hablado la nueva Ministra de la nueva cartera ministerial. Y podemos confirmar que todo va a seguir igual que con Bernat Soria. Que hay que dejar pasar el tiempo para terminar de valorar la Ley Antitabaco. O sea, indefinidamente. Un mero intento de lavado de imagen del Gobierno.
Sobre tabaco y sociedad se podría también hablar un rato. Y es providencial que la nueva cartera se llame "Ministerio de Sanidad y Políticas Sociales". Lo que no sé muy bien es en qué lugar queda Consumo ahora, pues no veo la palabra en ningún Ministerio. Los derechos de los consumidores también tienen algo que decir sobre esto del tabaco; a ver qué pasa.
Sobre tabaco y sociedad se podría también hablar un rato. Y es providencial que la nueva cartera se llame "Ministerio de Sanidad y Políticas Sociales". Lo que no sé muy bien es en qué lugar queda Consumo ahora, pues no veo la palabra en ningún Ministerio. Los derechos de los consumidores también tienen algo que decir sobre esto del tabaco; a ver qué pasa.
domingo, abril 05, 2009
Un Danacol al día
Últimamente he podido ver en Tele5 una emisión publicitaria copiosa referida a esta golosina láctea. Con unas curiosas ansias de intrusismo, los publicistas de Danone le atribuyen propiedades farmacéuticas a este producto, en principio alimentario.
Aparte de que para mí ni el canal ni el formato es el apropiado para divulgar un descubrimiento científico así, -asociado a un interés comercial-, probablemente sea mentira que combata el colesterol.
Pero ese no es el tema, sobre esta multinacional no es relevante que sus ingenieros publicistas se inventen cosas que puede que existan o puede que no, como la l-casei inmuitas o los bífidus activos. No somos médicos ni ingenieros dietéticos y no podemos saber si eso es verdad o es mentira, -aunque probablemente sea mentira-, como para saber si el uso y abuso de los danacoles y los actimeles, tienen propiedades farmacéuticas o no.
El problema está en que este tipo de publicidad engañosa, cuyo único fin es orientar al abuso el consumo de ese producto, pueda exhibirse así por la televisión y confundir a la opinión pública de forma perniciosa y con total impunidad. La administración debería ser más responsable y no permitir este tipo de cosas. Porque esto lleva el engaño y a la confusión entre los consumidores y, por lo tanto, es una estafa en masa.
La estrategia empleada por estas corporaciones lácteas es la más pesada de todas: repetir una mentira mil veces hasta que acabe siendo una verdad.
Para entender qué mueve este tipo de acciones publicitarias, que incluyen sobornos a médicos y científicos, recomiendo la lectura de un documento del que he hablado otras veces. Está aquí. Y esto de lo que hablamos, como se entiende tras la lectura del documento, es claramente un caso de ciencia chatarra:
“La verdadera ciencia chatarra
Contraste esto con las modernas RRPP y su constantes ínfulas de utilizar ciencia razonable. Las investigaciones financiadas por corporacionies, sea en el área de los medicamentos, alimentos GM, o química, empiezan con conclusiones predeterminadas. Es entonces el trabajo de los científicos demostrar que esas conclusiones son verdaderas, por la ventaja económica que esa prueba le traerá a las industrias que pagan la investigación. Este manera aborrecible de hacer ciencia ha cambiado el foco entero de la investigación científica en los EE.UU. durante los últimos 50 años, como probablemente admitiría cualquier científico verdadero.”
Aparte de que para mí ni el canal ni el formato es el apropiado para divulgar un descubrimiento científico así, -asociado a un interés comercial-, probablemente sea mentira que combata el colesterol.
Pero ese no es el tema, sobre esta multinacional no es relevante que sus ingenieros publicistas se inventen cosas que puede que existan o puede que no, como la l-casei inmuitas o los bífidus activos. No somos médicos ni ingenieros dietéticos y no podemos saber si eso es verdad o es mentira, -aunque probablemente sea mentira-, como para saber si el uso y abuso de los danacoles y los actimeles, tienen propiedades farmacéuticas o no.
El problema está en que este tipo de publicidad engañosa, cuyo único fin es orientar al abuso el consumo de ese producto, pueda exhibirse así por la televisión y confundir a la opinión pública de forma perniciosa y con total impunidad. La administración debería ser más responsable y no permitir este tipo de cosas. Porque esto lleva el engaño y a la confusión entre los consumidores y, por lo tanto, es una estafa en masa.
La estrategia empleada por estas corporaciones lácteas es la más pesada de todas: repetir una mentira mil veces hasta que acabe siendo una verdad.
Para entender qué mueve este tipo de acciones publicitarias, que incluyen sobornos a médicos y científicos, recomiendo la lectura de un documento del que he hablado otras veces. Está aquí. Y esto de lo que hablamos, como se entiende tras la lectura del documento, es claramente un caso de ciencia chatarra:
“La verdadera ciencia chatarra
Contraste esto con las modernas RRPP y su constantes ínfulas de utilizar ciencia razonable. Las investigaciones financiadas por corporacionies, sea en el área de los medicamentos, alimentos GM, o química, empiezan con conclusiones predeterminadas. Es entonces el trabajo de los científicos demostrar que esas conclusiones son verdaderas, por la ventaja económica que esa prueba le traerá a las industrias que pagan la investigación. Este manera aborrecible de hacer ciencia ha cambiado el foco entero de la investigación científica en los EE.UU. durante los últimos 50 años, como probablemente admitiría cualquier científico verdadero.”
sábado, abril 04, 2009
Campos de tabaco
Leo esta noticia el 1 de Abril:
"La Comisión Europea (CE) ha propuesto hoy una serie de medidas de "ajuste" para frenar los daños del cambio climático en la agricultura y la ganadería. La UE alerta de que un grupo de países comunitarios del "sur y sureste", entre los que está España, serán los que más sufran los efectos del calentamiento global."
Y os preguntaréis qué tiene que ver esto con el tabaco. Pues tiene.
Hay demasiadas cosas que los amantes de los animales no saben, como que en las granjas en Pensylvania de Philip Morris todos los años miles de animales son sacrificados o torturados en experimentos destinados a descubrir si un aditivo es más nocivo de la cuenta; todo sea "por la seguridad de los consumidores de nuestros productos".
Asímismo, hay demasiadas cosas que ni los grupos antiglobalización, ni los consignatarios de la propaganda del cambio climático, ni los ecologistas saben o quieren saber. Y todo porque uno no puede cuestionar nada relacionado con Don Tabaco. Todos piensan como si fuese algo propio de su ser: "con la Iglesia hemos topado".
Por eso no quieren saber que el tabaco es uno de los cultivos de regadío más devastadores para el campo. Necesita mucha agua, ya sea por aspersión, manta o riego por goteo; ocupa una superficie desmesurada y el secado de la hoja lleva asociado otro despilfarro en terreno y una industria química bastante indeseable para el medio ambiente. Todo esto en áreas en las que, por ejemplo, podría haber árboles en su lugar, o al menos cultivos más eficientes y respetuosos con las reservas hídricas de la zona.
Para colmo, la mano de obra conlleva unos elevadísimos costes. Mano de obra cuya salud se ve amenazada primero por la toxicidad de la planta en sí, y segundo por los tratamientos fitosanitarios aplicados. Y todo por un cultivo que no está precisamente destinado a salvarnos de una futura crisis alimentaria. Algo que ni vale para comer, ni para vestir, ni nada.
A partir del 2010, en un proceso que culminará en el 2013, se irán reduciendo hasta la supresión progresivamente las subvenciones de la UE al cultivo. Entonces, si España ya ha hecho sus deberes preparando el camino a los inevitables procesos de reconversión, se abrirá un nuevo camino hacia la libertad de Extremadura. Siempre y cuando la Comunidad Autónoma u otras administraciones no redistribuyan fondos en principio destinados a otras cosas para tratar de absorber la pérdida de ayudas y continuar protegiendo el cultivo.
Ni por un solo momento olvidemos que la conspiración y la manipulación mediática llegó al campo en su debido momento; que fue la AET (Asociación de Empresarios del Tabaco) junto con HORECA (Hoteles y Restaurantes) los disfraces tras los cuales la Industria Tabaquera engaño a toda una sociedad y un estado para que auspiciasen sus actividades a toda costa.
Ya está bien. Extremadura no va a ser más pobre cuando el tabaco desaparezca, ni los cultivos de avena y algodón van a desaparecer por inercia, ni 10.000 familias van a verse privadas de su sustento, ni se va a abrir una falla que va a provocar un cataclismo geológico y se va a secar el Rio Guadiana. A Extremadura le espera un futuro desligado de esta sacrificada y penosa parcela del sector primario.
"La Comisión Europea (CE) ha propuesto hoy una serie de medidas de "ajuste" para frenar los daños del cambio climático en la agricultura y la ganadería. La UE alerta de que un grupo de países comunitarios del "sur y sureste", entre los que está España, serán los que más sufran los efectos del calentamiento global."
Y os preguntaréis qué tiene que ver esto con el tabaco. Pues tiene.
Hay demasiadas cosas que los amantes de los animales no saben, como que en las granjas en Pensylvania de Philip Morris todos los años miles de animales son sacrificados o torturados en experimentos destinados a descubrir si un aditivo es más nocivo de la cuenta; todo sea "por la seguridad de los consumidores de nuestros productos".
Asímismo, hay demasiadas cosas que ni los grupos antiglobalización, ni los consignatarios de la propaganda del cambio climático, ni los ecologistas saben o quieren saber. Y todo porque uno no puede cuestionar nada relacionado con Don Tabaco. Todos piensan como si fuese algo propio de su ser: "con la Iglesia hemos topado".
Por eso no quieren saber que el tabaco es uno de los cultivos de regadío más devastadores para el campo. Necesita mucha agua, ya sea por aspersión, manta o riego por goteo; ocupa una superficie desmesurada y el secado de la hoja lleva asociado otro despilfarro en terreno y una industria química bastante indeseable para el medio ambiente. Todo esto en áreas en las que, por ejemplo, podría haber árboles en su lugar, o al menos cultivos más eficientes y respetuosos con las reservas hídricas de la zona.
Para colmo, la mano de obra conlleva unos elevadísimos costes. Mano de obra cuya salud se ve amenazada primero por la toxicidad de la planta en sí, y segundo por los tratamientos fitosanitarios aplicados. Y todo por un cultivo que no está precisamente destinado a salvarnos de una futura crisis alimentaria. Algo que ni vale para comer, ni para vestir, ni nada.
A partir del 2010, en un proceso que culminará en el 2013, se irán reduciendo hasta la supresión progresivamente las subvenciones de la UE al cultivo. Entonces, si España ya ha hecho sus deberes preparando el camino a los inevitables procesos de reconversión, se abrirá un nuevo camino hacia la libertad de Extremadura. Siempre y cuando la Comunidad Autónoma u otras administraciones no redistribuyan fondos en principio destinados a otras cosas para tratar de absorber la pérdida de ayudas y continuar protegiendo el cultivo.
Ni por un solo momento olvidemos que la conspiración y la manipulación mediática llegó al campo en su debido momento; que fue la AET (Asociación de Empresarios del Tabaco) junto con HORECA (Hoteles y Restaurantes) los disfraces tras los cuales la Industria Tabaquera engaño a toda una sociedad y un estado para que auspiciasen sus actividades a toda costa.
Ya está bien. Extremadura no va a ser más pobre cuando el tabaco desaparezca, ni los cultivos de avena y algodón van a desaparecer por inercia, ni 10.000 familias van a verse privadas de su sustento, ni se va a abrir una falla que va a provocar un cataclismo geológico y se va a secar el Rio Guadiana. A Extremadura le espera un futuro desligado de esta sacrificada y penosa parcela del sector primario.
jueves, marzo 26, 2009
Help!
Esta mañana he visto en las noticias que Europa ha dado luz verde por mayoría a la retirada a España de parte de los fondos comunitarios. Parece que se ha exagerado un poco con los excesos urbanísticos, que la iniciativa privada para destruir entornos de interés natural se auspicia de manera sobrenatural. Parece que los planes los redactan débiles corruptos y que la descomunal avaricia de cierto tipo de especuladores españoluchos es ya un poco pesada.
Europa quiere obligar a España a que modifique y aplique su legislación de manera efectiva y eficaz. Dejo las cadenas de texto que más me gustan y luego os digo a qué me recuerda esto:
(...se "ha generado una forma endémica de corrupción" y responsabiliza a todos los niveles de la administraci...)
(...falta de actuación y parcialidad de la Justicia española...)
Sobre lo primero, ya sabemos de qué casta estamos hechos. Sobre lo segundo, acordaos del sentenciazo. Mis agradecimientos al Parlamento Europeo y su valentía por enfrentarse al régimen dictatorial bajo el que vivimos los españoles e intentar fumigar un poco.
Creo que otra próxima retirada de fondos debería referirse a la legislación reguladora de productos del tabaco y sobre la protección deficiente de los fumadores pasivos. No hace falta explicar más sobre el asunto; sólo que va siendo hora porque la política y la justicia española en este asunto “canta” mucho.
Europa quiere obligar a España a que modifique y aplique su legislación de manera efectiva y eficaz. Dejo las cadenas de texto que más me gustan y luego os digo a qué me recuerda esto:
(...se "ha generado una forma endémica de corrupción" y responsabiliza a todos los niveles de la administraci...)
(...falta de actuación y parcialidad de la Justicia española...)
Sobre lo primero, ya sabemos de qué casta estamos hechos. Sobre lo segundo, acordaos del sentenciazo. Mis agradecimientos al Parlamento Europeo y su valentía por enfrentarse al régimen dictatorial bajo el que vivimos los españoles e intentar fumigar un poco.
Creo que otra próxima retirada de fondos debería referirse a la legislación reguladora de productos del tabaco y sobre la protección deficiente de los fumadores pasivos. No hace falta explicar más sobre el asunto; sólo que va siendo hora porque la política y la justicia española en este asunto “canta” mucho.
miércoles, marzo 25, 2009
No amoldaremos nuestro negocio a España. Amoldaremos España a nuestro negocio.
Quedan ocho años para que asistamos a la privatización de Tabacalera. Más de un año de vigor del inefectivo Real Decreto 192/88, apenas sí consigue reducir el humo en los transportes públicos. Sin embargo, soplan vientos de cambio en España y el inicio de la década va acompañado de una peligrosa nueva conciencia en el país. Ya se sabe que el tabaco es malo para la salud y organizaciones médicas locales e internacionales elaboran estudios que lo confirman; difunden sus resultados con brío e insistencia. La opinión pública española y la predisposición política de un gobierno que intenta situarse a la vanguardia de Europa, hacen viable la redacción de un nuevo decreto. Pero la Industria ya se había preparado para la ocasión y no tarda en mover ficha. Es el tiempo de la auténtica militancia para los beneficiarios del tabaco. La alerta les llega de fuera, de la mano de Philip Morris. La movilización está en curso...
La principal misión de los americanos será la de bloquear la promulgación de un inminente endurecimiento del decreto; algo de lo que ni siquiera la población de a pié está al tanto. Todo estará bajo control en breve gracias a una serie de maniobras que conseguirían abortar cualquier intento en ese sentido por parte de la administración española. El constante y concienzudo trabajo de la Industria Tabaquera en España anulará toda posibilidad de cambio durante los 15 años siguientes. Como producto de esta conspiración, el retraso crónico en España de la conciencia antitabaco aún perdura.
A raíz de los pactos extrajudiciales con una serie de estados americanos la industria tabaquera se ha visto forzada a divulgar millones de páginas de sus documentos internos. He aquí algunos que rebelan la estrategia empleada en nuestro país que dará lugar a la mayor conspiración civil de nuestra historia reciente.
Traducción al español de documento extraído de http://tobaccodocuments.org
La principal misión de los americanos será la de bloquear la promulgación de un inminente endurecimiento del decreto; algo de lo que ni siquiera la población de a pié está al tanto. Todo estará bajo control en breve gracias a una serie de maniobras que conseguirían abortar cualquier intento en ese sentido por parte de la administración española. El constante y concienzudo trabajo de la Industria Tabaquera en España anulará toda posibilidad de cambio durante los 15 años siguientes. Como producto de esta conspiración, el retraso crónico en España de la conciencia antitabaco aún perdura.
A raíz de los pactos extrajudiciales con una serie de estados americanos la industria tabaquera se ha visto forzada a divulgar millones de páginas de sus documentos internos. He aquí algunos que rebelan la estrategia empleada en nuestro país que dará lugar a la mayor conspiración civil de nuestra historia reciente.
Traducción al español de documento extraído de http://tobaccodocuments.org
viernes, marzo 20, 2009
Siempre es un placer infligir pérdidas
Ayer me encontré con alguien que quería conocer los detalles de uno de mis pasatiempos, pues le era difícil entender qué sacaba yo de eso. Eso, es una manera particular de dedicarme a la lucha antitabaco, pero a mi ritmo y a mi manera. Aunque no saco de ello una recompensa dineraria (todo lo contrario), sí puede decirse que derive un placer sádico por un lado y una satisfacción altruista por otro.
Mi actividad, en cierto modo, se asemeja a la de un “profesional liberal”, sólo que no cobro por ello pues mi objetivo no es ganar dinero, sino más bien ayudar a que otros lo pierdan. Dicho así, parecería que soy un hombre de mala fe o que soy tonto, porque es absurdo gastar el tiempo y el dinero en hacer que otros pierdan beneficios.
Pero digamos entonces que mi extraña actividad empresarial se asemeja más bien a la sugerida por el mito de Robin Hood; pues inflijo pérdidas en un rico y poderoso sector económico concreto para que una mayoría ajena restante se beneficie. Aunque el beneficio dinerario neto para esos terceros sea difícil de cuantificar, existe. Además, reconozco que para tan siquiera apreciar esos beneficios tan intangibles y abstractos de los que hablo (no tanto las pérdidas, para mi satisfacción) hay que recurrir a la perspectiva global e integradora que nos ofrece la aún difusa noción de economía social.
Le expliqué esta persona que, entre otras cosas, me dedico a colaborar con entidades, organizaciones y particulares que se dedican con entusiasmo a la lucha antitabaco y que siento satisfacción y orgullo por haber conseguido ocasionar pérdidas a la Industria Tabaquera porque, si mi obra ha contribuido de alguna manera por ejemplo a establecer la prohibición de fumar en un local hostelero y, como consecuencia de ello alguien ha fumado menos de lo que lo habría hecho sin esa prohibición, eso supone para mí una recompensa infinita. Es decir, ocasionar pérdidas al conseguir que se vendan menos cigarrillos gracias a mi intervención indirecta. Y si, en ese sentido, resulta que no he conseguido nada significativo aún, al menos habrá sido un honor contribuir al aporte de una retórica propia al futuro movimiento antitabaco en España; gracias a todo lo que he ido relatando sobre mis infructuosos intentos durante estos años de oprobio.
Mi actividad, en cierto modo, se asemeja a la de un “profesional liberal”, sólo que no cobro por ello pues mi objetivo no es ganar dinero, sino más bien ayudar a que otros lo pierdan. Dicho así, parecería que soy un hombre de mala fe o que soy tonto, porque es absurdo gastar el tiempo y el dinero en hacer que otros pierdan beneficios.
Pero digamos entonces que mi extraña actividad empresarial se asemeja más bien a la sugerida por el mito de Robin Hood; pues inflijo pérdidas en un rico y poderoso sector económico concreto para que una mayoría ajena restante se beneficie. Aunque el beneficio dinerario neto para esos terceros sea difícil de cuantificar, existe. Además, reconozco que para tan siquiera apreciar esos beneficios tan intangibles y abstractos de los que hablo (no tanto las pérdidas, para mi satisfacción) hay que recurrir a la perspectiva global e integradora que nos ofrece la aún difusa noción de economía social.
Le expliqué esta persona que, entre otras cosas, me dedico a colaborar con entidades, organizaciones y particulares que se dedican con entusiasmo a la lucha antitabaco y que siento satisfacción y orgullo por haber conseguido ocasionar pérdidas a la Industria Tabaquera porque, si mi obra ha contribuido de alguna manera por ejemplo a establecer la prohibición de fumar en un local hostelero y, como consecuencia de ello alguien ha fumado menos de lo que lo habría hecho sin esa prohibición, eso supone para mí una recompensa infinita. Es decir, ocasionar pérdidas al conseguir que se vendan menos cigarrillos gracias a mi intervención indirecta. Y si, en ese sentido, resulta que no he conseguido nada significativo aún, al menos habrá sido un honor contribuir al aporte de una retórica propia al futuro movimiento antitabaco en España; gracias a todo lo que he ido relatando sobre mis infructuosos intentos durante estos años de oprobio.
jueves, marzo 05, 2009
Entrevista con la directora de una institución eclesiástica
Habiéndose enterado de mi ímpetu activista en lo que a la lucha antitabaco concierne, se dirigió a mí para decirme que quien fuma no tiene remedio por más que se le intente convencer para que no lo haga, que siempre encontrará la ocasión para hacerlo. Eso, como siempre, sin entrar a valorar aspectos concretos sobre momento y lugar.
Entonces, le he recordado una cosa esencial y que ella sabe: A nadie se le ocurre nunca fumar durante una misa. Lo hará antes o después y a la salida. He hecho hincapié en lo evidente que resulta, si nos atenemos al dogma cristiano, que vender tabaco es uno de los peores pecados; no tanto fumar, si bien ese acto y sus consecuentes deliria trementia colocan al sujeto a divinis, sin posibilidad de comunión con Dios.
El negocio del tabaco, funcionando gracias al fenómeno de la adicción, es poco menos que una soberbia y una blasfemia. Es la manera definitiva en la que los hombres malos pueden jugar a ser Dios, ¿cómo?, controlando las acciones de otros hombres y apartándolas del libre albedrío y sin ni siquiera hacer uso de un dogma o de una razón. Lo hacen forzando la acción del hombre –contra natura mediante la manipulación química- a un fin: la compra recurrente de tabaco.
Parece que finalmente ha reconocido la existencia de la difusión de cierta doctrina por parte de los prebostes de los intereses tabaqueros y otras apologías de la drogadicción. La distribución del tabaco entre los hombres con tácticas tan fariseas como las empleadas por estos beneficiarios, supone una injerencia inadmisible en los asuntos divinos. Esos son peores mercaderes que aquellos a los que Jesús echó de Su Templo dos veces.
Entonces, le he recordado una cosa esencial y que ella sabe: A nadie se le ocurre nunca fumar durante una misa. Lo hará antes o después y a la salida. He hecho hincapié en lo evidente que resulta, si nos atenemos al dogma cristiano, que vender tabaco es uno de los peores pecados; no tanto fumar, si bien ese acto y sus consecuentes deliria trementia colocan al sujeto a divinis, sin posibilidad de comunión con Dios.
El negocio del tabaco, funcionando gracias al fenómeno de la adicción, es poco menos que una soberbia y una blasfemia. Es la manera definitiva en la que los hombres malos pueden jugar a ser Dios, ¿cómo?, controlando las acciones de otros hombres y apartándolas del libre albedrío y sin ni siquiera hacer uso de un dogma o de una razón. Lo hacen forzando la acción del hombre –contra natura mediante la manipulación química- a un fin: la compra recurrente de tabaco.
Parece que finalmente ha reconocido la existencia de la difusión de cierta doctrina por parte de los prebostes de los intereses tabaqueros y otras apologías de la drogadicción. La distribución del tabaco entre los hombres con tácticas tan fariseas como las empleadas por estos beneficiarios, supone una injerencia inadmisible en los asuntos divinos. Esos son peores mercaderes que aquellos a los que Jesús echó de Su Templo dos veces.
lunes, marzo 02, 2009
Campaña contra el ruido
Genial, muy bien. En serio, me parece fantástico que las administraciones se acuerden de este problema con este video tan simpático aunque, como de costumbre, esto de mejorar nuestro medio ambiente a mi me gustaría más que se hiciese de otra forma más efectiva: por las malas. Sí, lo siento, soy más práctico y creo en las virtudes de la multa y, por qué no decirlo, de la coerción. Pero menos es nada. Yo mismo he sido en otro tiempo un implacable luchador contra el ruido y el producto de otros actos incívicos. Mirad aquí.
Y ahora bien, fenomenal. Pero, ¿qué pasa con las campañas contra el humo? ¿están pasadas de moda?. A ver qué se le ocurre a Bernat Soria, pues no se le escucha.Es una pena que al humo no produzca una cantidad de ruido proporcional a su importancia.
Y ahora bien, fenomenal. Pero, ¿qué pasa con las campañas contra el humo? ¿están pasadas de moda?. A ver qué se le ocurre a Bernat Soria, pues no se le escucha.Es una pena que al humo no produzca una cantidad de ruido proporcional a su importancia.
sábado, febrero 28, 2009
Nada interesante
Hago un brevísimo repaso de la actualidad informativa copada por el trinomio crisis, gobierno y oposición.
Culpables de la crisis:
La Banca, el uno, el otro y el de la moto.
Recetas que proponen para combatir la crisis:
Campañas de austeridad, créditos del ICO y fe. Las otras medidas no lo son porque llegan tarde: persecución de los delitos de corrupción urbanística, (claro, ahora que no les van a dar dinero las viviendas de lujo).
Tarde o temprano habrá que reconocer que la economía española no es sólo víctima de la crisis económica global. Aquí han coincidido en el tiempo la interna local, (que se habría dado de todas maneras) con la mundial. Además podríamos hablar de otras crisis autóctonas y endémicas (nuestras, solamente nuestras y a mucha honra) estalladas repentinamente, tales como la burbuja inmobiliaria asociada a la cultura del pelotazo y a la codicia inconmensurable fomentada tras años y años de trapicheo con el dinero negro.
Por fortuna, el carácter español ha sabido cómo deshacerse del dinero negro. Ha sido muy fácil. Se ha cogido, se ha transformado en edificios de pisitos en un número superior al de habitantes (sin demanda, por tanto) y allí se ha quedado. Ese dinero se ha perdido en gran parte pero a la vez el subproducto queda blanqueado, merced al pago de contribuciones urbanas, gastos corrientes en suministros y gastos de reparaciones de mantenimiento y defectos de unas obras ya en proceso de devaluación. Un buen negocio para no sé quien exactamente. En otras palabras, el capital acumulado -negro o no- no se ha despilfarrado sino que se ha tirado por el retrete. Se ha preferido eso antes que gestionarlo de manera trasparente, honesta y más beneficiosa para la comunidad.
Se me olvidaba decirlo, gran parte del parking inmobiliario construido no vale para nada. No se lleva ya eso de vivir en colmenas. Dado que gran parte de tanto edificio de pisitos estará pendiente de demolición en un futuro, quizás eso vuelva a estimular el mercado de la construcción. Lamento que se haya movilizado a tanto músculo inútilmente. Es lo que tienen algunas lecturas equivocadas del Laissez Faire unidas a la cobardía extrema y la consecuente falta de autoridad.
A esto podríamos añadir una crisis intelectual tras años de fracasado sistema educativo y, por supuesto, una crisis sanitaria. Lo de la crisis sanitaria tiene que ver con los niveles esperados cercanos al 20% de paro. A más paro, más se fuma y, por tanto, el Señor Rodríguez y su opositor perciben el hecho como el único alivio posible a la crisis recaudatoria del Estado. Pensándolo bien, la crisis intelectual podría tener un origen patológico, como resultado de un irreversible proceso de disgenesia tras tantos años de intoxicación tabáquica heredada de padres a hijos. Tanto tabaco está afectando a la raza española de la que hablaba el Generalísimo. Menos mal que no creo en esas cosas.
Partidismo:
¿Se deja llevar por sus inclinaciones políticas el Juez-Magistrado de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón? Pues seguramente, por algo le habrá dado el ataque de ansiedad. Pero eso no importa, ni su compadreo con el Ministro de Justicia. Lo que llama la atención es la estancia de estos personajes con responsabilidad pública en Jauja. Cazar es una costumbre bastante caciquil y medieval. En cuanto a lo de hacerlo sin licencia, también tiene gracia el anécdota, como tantas otras cosas que estos débiles hacen sin licencia; sólo con el permiso de Dione y, a partir de ahí, el resto de los despropósitos pasados y futuros de esta gente se deducen como resultado de una ecuación matemática
Así, con tanto caos económico y social que se avecina, los nervios afloran y acaban delatando la realidad de una clase política putrefacta en su conjunto. De los aforados del PP investigados por corrupción, se están investigando sus cuentas, sus inversiones, sus relaciones con otras empresas, amigos, etc. Yo daría casi lo que fuese por saber sobre la relación de algunos de esos investigados con la Industria Tabaquera, tan callada y sigilosa estos días. Ya se levantará el “secreto de sumario”, concepto que nunca he tenido claro. De todas maneras no creo que nos enterásemos de nada al respecto.
Ya les llegará el turno a los aforados del PSOE, se cumplirá el turno de partidos y asistiremos a la purga política de siempre. Entre tanto, los intereses de la Industria Tabaquera no se inmutarán.
Culpables de la crisis:
La Banca, el uno, el otro y el de la moto.
Recetas que proponen para combatir la crisis:
Campañas de austeridad, créditos del ICO y fe. Las otras medidas no lo son porque llegan tarde: persecución de los delitos de corrupción urbanística, (claro, ahora que no les van a dar dinero las viviendas de lujo).
Tarde o temprano habrá que reconocer que la economía española no es sólo víctima de la crisis económica global. Aquí han coincidido en el tiempo la interna local, (que se habría dado de todas maneras) con la mundial. Además podríamos hablar de otras crisis autóctonas y endémicas (nuestras, solamente nuestras y a mucha honra) estalladas repentinamente, tales como la burbuja inmobiliaria asociada a la cultura del pelotazo y a la codicia inconmensurable fomentada tras años y años de trapicheo con el dinero negro.
Por fortuna, el carácter español ha sabido cómo deshacerse del dinero negro. Ha sido muy fácil. Se ha cogido, se ha transformado en edificios de pisitos en un número superior al de habitantes (sin demanda, por tanto) y allí se ha quedado. Ese dinero se ha perdido en gran parte pero a la vez el subproducto queda blanqueado, merced al pago de contribuciones urbanas, gastos corrientes en suministros y gastos de reparaciones de mantenimiento y defectos de unas obras ya en proceso de devaluación. Un buen negocio para no sé quien exactamente. En otras palabras, el capital acumulado -negro o no- no se ha despilfarrado sino que se ha tirado por el retrete. Se ha preferido eso antes que gestionarlo de manera trasparente, honesta y más beneficiosa para la comunidad.
Se me olvidaba decirlo, gran parte del parking inmobiliario construido no vale para nada. No se lleva ya eso de vivir en colmenas. Dado que gran parte de tanto edificio de pisitos estará pendiente de demolición en un futuro, quizás eso vuelva a estimular el mercado de la construcción. Lamento que se haya movilizado a tanto músculo inútilmente. Es lo que tienen algunas lecturas equivocadas del Laissez Faire unidas a la cobardía extrema y la consecuente falta de autoridad.
A esto podríamos añadir una crisis intelectual tras años de fracasado sistema educativo y, por supuesto, una crisis sanitaria. Lo de la crisis sanitaria tiene que ver con los niveles esperados cercanos al 20% de paro. A más paro, más se fuma y, por tanto, el Señor Rodríguez y su opositor perciben el hecho como el único alivio posible a la crisis recaudatoria del Estado. Pensándolo bien, la crisis intelectual podría tener un origen patológico, como resultado de un irreversible proceso de disgenesia tras tantos años de intoxicación tabáquica heredada de padres a hijos. Tanto tabaco está afectando a la raza española de la que hablaba el Generalísimo. Menos mal que no creo en esas cosas.
Partidismo:
¿Se deja llevar por sus inclinaciones políticas el Juez-Magistrado de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón? Pues seguramente, por algo le habrá dado el ataque de ansiedad. Pero eso no importa, ni su compadreo con el Ministro de Justicia. Lo que llama la atención es la estancia de estos personajes con responsabilidad pública en Jauja. Cazar es una costumbre bastante caciquil y medieval. En cuanto a lo de hacerlo sin licencia, también tiene gracia el anécdota, como tantas otras cosas que estos débiles hacen sin licencia; sólo con el permiso de Dione y, a partir de ahí, el resto de los despropósitos pasados y futuros de esta gente se deducen como resultado de una ecuación matemática
Así, con tanto caos económico y social que se avecina, los nervios afloran y acaban delatando la realidad de una clase política putrefacta en su conjunto. De los aforados del PP investigados por corrupción, se están investigando sus cuentas, sus inversiones, sus relaciones con otras empresas, amigos, etc. Yo daría casi lo que fuese por saber sobre la relación de algunos de esos investigados con la Industria Tabaquera, tan callada y sigilosa estos días. Ya se levantará el “secreto de sumario”, concepto que nunca he tenido claro. De todas maneras no creo que nos enterásemos de nada al respecto.
Ya les llegará el turno a los aforados del PSOE, se cumplirá el turno de partidos y asistiremos a la purga política de siempre. Entre tanto, los intereses de la Industria Tabaquera no se inmutarán.
viernes, febrero 20, 2009
Medidas no económicas en el negocio
Las compañías tabaqueras están llevando a cabo acciones insólitas si las estudiamos en el contexto general de la crisis.
Por ejemplo, Imperial Tobacco, habla de beneficios, incluso referidos al mercado español. Pero apreciamos un tratamiento extraño de los resultados. No es que se reconozca sin paliativos que Imperial Tobacco ha experimentado un recorte de beneficios –nunca pérdidas- respecto al año pasado. Lo que quiero decir es que las compañías tabaqueras no suelen faldar de beneficios últimamente, más bien prefieren ocultarlos de cara a la opinión pública o, al menos, reconocer con humildad y vergüenza la cuantía de sus pingues beneficios en estos momentos tan embarazosos, dado el estado de ánimo en el resto del panorama económico. Parece que la Industria Tabaquera prefiere que sea el correveidile lo que funcione entre sus inversores potenciales; cosas de las autorregulaciones corporativas. Destaco este titular: “Imperial Tobacco mantiene previsiones, aunque afirma que no será inmune a la crisis”. Y dentro del mismo artículo, esta frase que nos recuerda que debemos obligarla a la reconversión final porque, entre otras cosas, está preparada para ello y no supondrá un drama excesivo implantar la más audaz de las medidas: “destacó que se mantendrá fuerte, pese al impacto en sus negocios de puros y de operaciones logísticas no vinculadas al tabaco.”
También llama la atención cómo, ante la amenaza deflacionista, Altadís acuerda en estos momentos y motu proprio –siguiendo la política de PM- aumentar en 15 céntimos el precio de sus cajetillas. Algo que, como bien apunta el CNPT, es una subida estratégica; un ejercicio de anticipación a subidas posteriores que Hacienda pueda imponer ante la inusitada subida del consumo de tabaco entre los parados y para, aprovechando la coyuntura, conseguir un golpe de efecto en lo que a la reducción estadística del consumo se refiere; aunque habría que ver con más detalle el funcionamiento de esos mecanismos co-regulatorios.
También podría estar sucediendo lo siguiente: que asistiésemos a un escenario surrealista en el que sería la Industria la primera interesada en que se apliquen mecanismos reguladores algo más eficaces, en previsión de un excesivo incremento de las tasas de tabaquismo entre la población y ante la inminente alarma social fomentada por una regulación estatal ineficaz y excesivamente complaciente con el estímulo del consumo de tabaco. Ya que no hacerlo podría desencadenar un efecto rebote con la consecuencia más temida: la prohibición general del consumo en los lugares de acceso público cerrados.
En conclusión, para el caso español, hablaríamos de la auténtica auto-regulación que la Industria proponía en un principio porque el estado no parece capaz de “regular” los flujos de conveniencia para el desarrollo del negocio. Algo que demuestra el fracaso a todos los niveles del gobierno y su patética posición, como de costumbre.
Por ejemplo, Imperial Tobacco, habla de beneficios, incluso referidos al mercado español. Pero apreciamos un tratamiento extraño de los resultados. No es que se reconozca sin paliativos que Imperial Tobacco ha experimentado un recorte de beneficios –nunca pérdidas- respecto al año pasado. Lo que quiero decir es que las compañías tabaqueras no suelen faldar de beneficios últimamente, más bien prefieren ocultarlos de cara a la opinión pública o, al menos, reconocer con humildad y vergüenza la cuantía de sus pingues beneficios en estos momentos tan embarazosos, dado el estado de ánimo en el resto del panorama económico. Parece que la Industria Tabaquera prefiere que sea el correveidile lo que funcione entre sus inversores potenciales; cosas de las autorregulaciones corporativas. Destaco este titular: “Imperial Tobacco mantiene previsiones, aunque afirma que no será inmune a la crisis”. Y dentro del mismo artículo, esta frase que nos recuerda que debemos obligarla a la reconversión final porque, entre otras cosas, está preparada para ello y no supondrá un drama excesivo implantar la más audaz de las medidas: “destacó que se mantendrá fuerte, pese al impacto en sus negocios de puros y de operaciones logísticas no vinculadas al tabaco.”
También llama la atención cómo, ante la amenaza deflacionista, Altadís acuerda en estos momentos y motu proprio –siguiendo la política de PM- aumentar en 15 céntimos el precio de sus cajetillas. Algo que, como bien apunta el CNPT, es una subida estratégica; un ejercicio de anticipación a subidas posteriores que Hacienda pueda imponer ante la inusitada subida del consumo de tabaco entre los parados y para, aprovechando la coyuntura, conseguir un golpe de efecto en lo que a la reducción estadística del consumo se refiere; aunque habría que ver con más detalle el funcionamiento de esos mecanismos co-regulatorios.
También podría estar sucediendo lo siguiente: que asistiésemos a un escenario surrealista en el que sería la Industria la primera interesada en que se apliquen mecanismos reguladores algo más eficaces, en previsión de un excesivo incremento de las tasas de tabaquismo entre la población y ante la inminente alarma social fomentada por una regulación estatal ineficaz y excesivamente complaciente con el estímulo del consumo de tabaco. Ya que no hacerlo podría desencadenar un efecto rebote con la consecuencia más temida: la prohibición general del consumo en los lugares de acceso público cerrados.
En conclusión, para el caso español, hablaríamos de la auténtica auto-regulación que la Industria proponía en un principio porque el estado no parece capaz de “regular” los flujos de conveniencia para el desarrollo del negocio. Algo que demuestra el fracaso a todos los niveles del gobierno y su patética posición, como de costumbre.
lunes, febrero 16, 2009
Hablando de cupos
Leo en la prensa:
"Polémica por cupo mínimo de arrestos a inmigrantes
Una nota interna de una comisaría de Policía de Madrid, en la que se fija como objetivo un cupo mínimo de arrestos de inmigrantes sin papeles, ha causado polémica en España y un nuevo enfrentamiento entre el Gobierno y la oposición. Se trata de un documento interno de una comisaría madrileña, en el que se fija como objetivo un cupo mínimo de arrestos de inmigrantes sin papeles, en especial marroquíes(...)"
He aquí la fuente
Comparando el interés que existe en Madrid por deshacerse de los inmigrantes con el de deshacerse del humo, me vienen ideas a la cabeza. Dado que otras fuentes además hablan de incentivos y recompensas para estimular la consecución de estos objetivos en inmigración, no sería mala idea aplicar esta estrategia con los encargados de las labores de inspección por infracciones de las leyes del tabaco en la misma CAM. Se podrían fijar cupos de sanciones de manera bien fácil en áreas o zonas determinadas, sin necesidad de ir a buscar a “otros distritos”, puesto que los locales cerrados no se mueven de sitio. Algo fácil que todos agradecerían y sin tanta polémica. Seguro que los inspectores se animarían a sancionar donde dicta la ley si obtuviesen algún día ciertas recompensas. Se acabaría la laxitud en la aplicación de la norma en Madrid, sobre todo cuando el decreto lo permita.
"Polémica por cupo mínimo de arrestos a inmigrantes
Una nota interna de una comisaría de Policía de Madrid, en la que se fija como objetivo un cupo mínimo de arrestos de inmigrantes sin papeles, ha causado polémica en España y un nuevo enfrentamiento entre el Gobierno y la oposición. Se trata de un documento interno de una comisaría madrileña, en el que se fija como objetivo un cupo mínimo de arrestos de inmigrantes sin papeles, en especial marroquíes(...)"
He aquí la fuente
Comparando el interés que existe en Madrid por deshacerse de los inmigrantes con el de deshacerse del humo, me vienen ideas a la cabeza. Dado que otras fuentes además hablan de incentivos y recompensas para estimular la consecución de estos objetivos en inmigración, no sería mala idea aplicar esta estrategia con los encargados de las labores de inspección por infracciones de las leyes del tabaco en la misma CAM. Se podrían fijar cupos de sanciones de manera bien fácil en áreas o zonas determinadas, sin necesidad de ir a buscar a “otros distritos”, puesto que los locales cerrados no se mueven de sitio. Algo fácil que todos agradecerían y sin tanta polémica. Seguro que los inspectores se animarían a sancionar donde dicta la ley si obtuviesen algún día ciertas recompensas. Se acabaría la laxitud en la aplicación de la norma en Madrid, sobre todo cuando el decreto lo permita.
domingo, febrero 08, 2009
Predicando
Últimamente he tenido la oportunidad dialogar sobre el tabaco,(más bien predicar) con un tipo de sujeto interesante para el caso.
Un médico de la Seguridad Social
Le hablé de lo horrible que era subir a las plantas superiores del Hospital Torrecárdenas por las escaleras, pues en horas punta te encuentras grupúsculos de gente fumando en el rellano de cada tramo de escalera. Una corriente de aire que ventila todo el edificio pasa por esas escaleras, situadas en el extremo del ala oeste. Por ahí el aire que entra desde la puerta principal del bajo, (ya contaminado por los fumadores que se agolpan en las inmediaciones), asciende por las escaleras con una especie de efecto de tiro de chimenea y se va repartiendo por todas las habitaciones de convalecientes a través de los pasillos de cada planta, que hacen de perfectos ramales de distribución. Se huele, aunque la gente diga que no.
A demanda, si te quejas lo suficiente, puede que suba el guarda de Securitas si no está solo para poner un poco de orden, pero lo normal es que esté más interesado por asegurarse de que la gente entra con el pase de visitante o acompañante de enfermo en regla.
Buscándole las cosquillas de dije que, usando carteles persuasivos y algo de tecnología se acababa con los perezosos fumadores que no quieren bajar hasta la entrada para satisfacer su vicio. Porque la señal de prohibido fumar, a diferencia de la que existe en la entrada es muy pequeña, como tímida, y hace falta una lupa para poder verla. Si en la señal de la entrada se lee “Prohibido fumar en todo este centro sanitario”. En los rellanos de las escaleras habría que colocar otra bien visible que dijese “¿QUÉ PALABRA NO ENTIENDE USTED DE ‘PROHIBIDO FUMAR EN TODO ESTE CENTRO SANITARIO’?”. Eso, acompañado de un detector de humo con una vistosa luz piloto roja que llamase por radiofrecuencia a un chivato en el puesto del guarda de seguridad, si ha alguien, a pesar de eso decide echarse un cigarro, facilitaría el velar por un “Hospital libre de humos” antes que todos esos infantiles carteles con sonrisas de comecocos repartidos por el edificio.
Eso, que en Canadá es algo que se lleva a efecto, a él le parece excesivo. Comienza a ver dificultades técnicas donde no las hay, prosigue con que de todas maneras el que se empeñe en fumar va a fumar y termina con que lo “operativo” es deshabituar a los enfermos de tabaquismo. Por supuesto, lo del tabaquismo pasivo es algo anecdótico para él. Claro, aunque cierto es que no fuma, ni le da asco el humo, ni cree que sea tan perjudicial y, fuera del punto de vista médico, no sabe por qué la gente fuma.
Pero ni siquiera desde el punto de vista médico,(su área), intuye la naturaleza de los mecanismos que obligan a una persona a fumar, para satisfacer su síndrome de abstinencia. Sólo sabe de adicciones y de maneras de “controlarlas”. Ya vemos la ambición médica que, dando por sentado que es una enfermedad crónica del individuo, se conforma con el “control” y quizá con la “prevención”. Le quería hacer ver que la cura del tabaquismo no es cosa de los médicos.
Entonces le expliqué cómo el tabaquismo no es una enfermedad natural, ni es correcto definir a la muerte por una enfermedad relacionada con el tabaco como natural, ¿qué virus, bacteria o característica idiopática determina que se sufra, de una manera biológica y estrictamente accidental, un trastorno respiratorio que obliga al paciente a inhalar humo? Esa es la enfermedad en sí. Las consecuencias tales como el cáncer de pulmón o EPOC son eso, consecuencias, otras enfermedades. De tal manera que es como si a un diagnosticado con el virus de SIDA, le curásemos su gripe recurrente, sus dermatosis, y le hiciésemos un relleno facial pero no le tratásemos el origen y causa de esos males, es decir, el virus en sí. En el caso del tabaquismo, el tratamiento ha de extenderse al Estado y la Industria Tabaquera.
También le hice que reflexionase sobre la predisposición a desarrollar adicción a un tabaco fumado. El perfecto estado de salud de una persona puede ser causa de proclividad a esa adicción. Es decir, es posible o probable, que aquellos a los que el tabaco nos sienta mal porque somos asmáticos, sufrimos con facilidad escozor de garganta y/o, la enzima que diluye las moléculas de nicotina (lo cual da lugar a la sensación final de placer) nuestro organismo la produzca de manera defectuosa; lo cual puede suponer la única inmunidad a la adicción al tabaco. Entonces, si un sujeto sano tiene más posibilidades de contraer la enfermedad del tabaquismo, será porque las explicaciones sobre la predisposición a ello escapan a la medicina. Las medidas de prevención –Ley- no son médicas. La cura tampoco.
Un médico de la Seguridad Social
Le hablé de lo horrible que era subir a las plantas superiores del Hospital Torrecárdenas por las escaleras, pues en horas punta te encuentras grupúsculos de gente fumando en el rellano de cada tramo de escalera. Una corriente de aire que ventila todo el edificio pasa por esas escaleras, situadas en el extremo del ala oeste. Por ahí el aire que entra desde la puerta principal del bajo, (ya contaminado por los fumadores que se agolpan en las inmediaciones), asciende por las escaleras con una especie de efecto de tiro de chimenea y se va repartiendo por todas las habitaciones de convalecientes a través de los pasillos de cada planta, que hacen de perfectos ramales de distribución. Se huele, aunque la gente diga que no.
A demanda, si te quejas lo suficiente, puede que suba el guarda de Securitas si no está solo para poner un poco de orden, pero lo normal es que esté más interesado por asegurarse de que la gente entra con el pase de visitante o acompañante de enfermo en regla.
Buscándole las cosquillas de dije que, usando carteles persuasivos y algo de tecnología se acababa con los perezosos fumadores que no quieren bajar hasta la entrada para satisfacer su vicio. Porque la señal de prohibido fumar, a diferencia de la que existe en la entrada es muy pequeña, como tímida, y hace falta una lupa para poder verla. Si en la señal de la entrada se lee “Prohibido fumar en todo este centro sanitario”. En los rellanos de las escaleras habría que colocar otra bien visible que dijese “¿QUÉ PALABRA NO ENTIENDE USTED DE ‘PROHIBIDO FUMAR EN TODO ESTE CENTRO SANITARIO’?”. Eso, acompañado de un detector de humo con una vistosa luz piloto roja que llamase por radiofrecuencia a un chivato en el puesto del guarda de seguridad, si ha alguien, a pesar de eso decide echarse un cigarro, facilitaría el velar por un “Hospital libre de humos” antes que todos esos infantiles carteles con sonrisas de comecocos repartidos por el edificio.
Eso, que en Canadá es algo que se lleva a efecto, a él le parece excesivo. Comienza a ver dificultades técnicas donde no las hay, prosigue con que de todas maneras el que se empeñe en fumar va a fumar y termina con que lo “operativo” es deshabituar a los enfermos de tabaquismo. Por supuesto, lo del tabaquismo pasivo es algo anecdótico para él. Claro, aunque cierto es que no fuma, ni le da asco el humo, ni cree que sea tan perjudicial y, fuera del punto de vista médico, no sabe por qué la gente fuma.
Pero ni siquiera desde el punto de vista médico,(su área), intuye la naturaleza de los mecanismos que obligan a una persona a fumar, para satisfacer su síndrome de abstinencia. Sólo sabe de adicciones y de maneras de “controlarlas”. Ya vemos la ambición médica que, dando por sentado que es una enfermedad crónica del individuo, se conforma con el “control” y quizá con la “prevención”. Le quería hacer ver que la cura del tabaquismo no es cosa de los médicos.
Entonces le expliqué cómo el tabaquismo no es una enfermedad natural, ni es correcto definir a la muerte por una enfermedad relacionada con el tabaco como natural, ¿qué virus, bacteria o característica idiopática determina que se sufra, de una manera biológica y estrictamente accidental, un trastorno respiratorio que obliga al paciente a inhalar humo? Esa es la enfermedad en sí. Las consecuencias tales como el cáncer de pulmón o EPOC son eso, consecuencias, otras enfermedades. De tal manera que es como si a un diagnosticado con el virus de SIDA, le curásemos su gripe recurrente, sus dermatosis, y le hiciésemos un relleno facial pero no le tratásemos el origen y causa de esos males, es decir, el virus en sí. En el caso del tabaquismo, el tratamiento ha de extenderse al Estado y la Industria Tabaquera.
También le hice que reflexionase sobre la predisposición a desarrollar adicción a un tabaco fumado. El perfecto estado de salud de una persona puede ser causa de proclividad a esa adicción. Es decir, es posible o probable, que aquellos a los que el tabaco nos sienta mal porque somos asmáticos, sufrimos con facilidad escozor de garganta y/o, la enzima que diluye las moléculas de nicotina (lo cual da lugar a la sensación final de placer) nuestro organismo la produzca de manera defectuosa; lo cual puede suponer la única inmunidad a la adicción al tabaco. Entonces, si un sujeto sano tiene más posibilidades de contraer la enfermedad del tabaquismo, será porque las explicaciones sobre la predisposición a ello escapan a la medicina. Las medidas de prevención –Ley- no son médicas. La cura tampoco.
martes, febrero 03, 2009
Un presidente pedigüeño
Ayer pude ver en el noticiario una escena interesante. Se trata de la reunión del Presidente con los representantes de la Banca para pedir que los bancos cambien los criterios seguidos a la hora de conceder préstamos porque sí. Es decir, que sacrifiquen sus expectativas de beneficios a cambio de nada, como un favor patriótico.
El cuadro era llamativo. En el centro estaban Pedro Solbes y el Señor Rodríguez con sus expresiones de zafios y, a izquierda y derecha, teníamos las mesas de los representantes con cara de resignación y cansancio por adelantado.
Todo eso era una mentira porque, ¿quién se va a creer que la Banca va a hacer algo porque se lo pidas? Nadie. Ni el Señor Rodríguez, ni la Banca. Todo era para que el votante pudiera decir: “qué valiente que es nuestro Presidente que se enfrenta ni más ni menos que a la Banca, que es la culpable de todo esto”. Me parece que es una formalidad más en esta campaña de marketing populista.
Porque, aunque uno no sepa de economía, aplicando la lógica, ¿qué sentido tiene que un ciudadano que ya está endeudado pida otro crédito para endeudarse más?. Y si todo el mundo está ya endeudado y no quiere endeudarse más aún, probablemente ni siquiera se demande mucho más crédito. ¡Ah sí!, ahora me acuerdo, todo eso para estimular el consumo, para comprar cosas que no necesitas con crédito que, concedido de esa manera tan forzada, puede llegar a convertirse en ficticio o en más hipotecas basura, o sea, lo que más o menos nos llevo a esto que tratamos de arreglar. Menuda solución a un círculo vicioso: una entelequia.
El Señor Rodríguez cree que con esa medida se recuperará la confianza del consumidor pero claro, no cuenta con que el consumidor a lo mejor no está ya dispuesto a hacer el tonto una segunda vez, de manera que lo que falta no es confianza en la economía sino fe.
A mí también me dan rabia los usureros pero tengo que reconocer que la Banca no tiene la culpa. El Señor Rodríguez le dice a la Banca que no recoja beneficios, que conceda crédito y deje sus aspiraciones económicas en forma de beneficios para más adelante porque así le conviene a él o a sus amigos. Todo ello en un momento en el que sobra crédito y falta liquidez. Les falta esa liquidez a las empresas, a las familias y a la Banca. Por tanto es tiempo de ahorrar trabajando. No hay más vuelta de hoja. Lo demás ya llegará por su curso natural.
En lo que hay que indagar es en las causas que llevaron a la especial agudeza de la crisis en España. Que haga un, como él dice, “ejercicio de autocrítica” y reconozca que el desastre inmobiliario, la precariedad laboral (cosas que llevan inexorablemente a la pesadilla del súper-paro), no se debieron ni a la mala ni a la buena regulación, sino a la pasividad de la Administración. ¿Dónde estaba la lógica previsora?
No sé si sería la cobardía política (bueno, sí lo sé), la imposibilidad técnica o la influencia del modelo neocon pero el liberalismo chapucero de facto ha sido campo abonado para la codicia desmesurada, la psicosis colectiva y la estafa. Porque, no nos engañemos, el auge económico de estos últimos años fue una ilusión y se basó, a través de la actividad inmobiliaria y el negocio bancario, en algo que casi recuerda al timo de la pirámide, ¿o quién iba a pensar que el precio de un piso podía seguir subiendo hasta el infinito en transmisiones sucesivas y que siempre apareciese gente que estuviese dispuesta a pagarlo?
Claro, no se puede culpar a nadie, salvo al gobierno y su mirada displicente. El único que podía regular y llamar a la cordura obligando; para proteger a los codiciosos de sí mismos.
Por eso, si el país del resto de Europa que más paro espera puede ser Polonia o Grecia con un 10% de desempleados en los próximo meses, lo que resta hasta el 16,5% que se espera para España sólo puede ser achacable a la mala praxis política: por ser un cobarde y no querer tomar ninguna medida económica importante, por querer dejarlo todo como está y que evolucione a su libre albedrío. Así pues, la culpa es de los últimos gobiernos y son ellos los que deberían pagar con su bolsillo la crisis, puesto que su cobardía jamás les permitiría llevar a cabo una medida sancionadora, expropiatoria o coercitiva de ningún tipo. Sólo saben pedir, suplicar y apelar a la fe ajena con el rollo macabeo de la “confianza”.
Esa cobardía política que nos ha llevado a la debacle se ha reflejado de la peor de las maneras posibles en el tratamiento de la política de lucha contra el tabaquismo: no han sido capaces ni de poner una sola multa por infracciones de las leyes del tabaco conforme al régimen sancionador previsto en la ley 28/05.
Renunciando al dinero proveniente del cobro de esas multas, como si las administraciones pensasen que haciéndolo se multaban a ellas mismas, se ha perdido una oportunidad para incentivar la rebaja del altísimo nivel de consumo de tabaco entre nuestros compatriotas, quizás sólo rivalizado por la cifra de parados y, además, de acostumbrarse a recaudar de otras maneras.
Porque, vayamos al grano, ¿a nadie le extraña o le indigna que la crisis afecte al sector del automóvil, al de la construcción, al textil, al turismo pero que, sin embargo, la Industria Tabaquera mantenga el tipo de manera tan asombrosa? Ni los productores de tabaco dicen “esta boca es mía” para pedirle ayudas al gobierno porque da igual; ella siempre gana y se beneficia de la desgracia de los demás.
Estoy casi seguro de que la Industria Tabaquera en España mueve casi tanto dinero como los tres o cuatro bancos principales juntos. ¿Por qué no le pide el Señor Rodríguez a su socia la todopoderosa Industria Tabaquera que nos de créditos? ¿Es que esa Industria no le debe más de un favor a su protector? ¿Tampoco les debe, ni siquiera moralmente, nada a los españoles que han sido tan fieles y “confiados” consumidores?
El cuadro era llamativo. En el centro estaban Pedro Solbes y el Señor Rodríguez con sus expresiones de zafios y, a izquierda y derecha, teníamos las mesas de los representantes con cara de resignación y cansancio por adelantado.
Todo eso era una mentira porque, ¿quién se va a creer que la Banca va a hacer algo porque se lo pidas? Nadie. Ni el Señor Rodríguez, ni la Banca. Todo era para que el votante pudiera decir: “qué valiente que es nuestro Presidente que se enfrenta ni más ni menos que a la Banca, que es la culpable de todo esto”. Me parece que es una formalidad más en esta campaña de marketing populista.
Porque, aunque uno no sepa de economía, aplicando la lógica, ¿qué sentido tiene que un ciudadano que ya está endeudado pida otro crédito para endeudarse más?. Y si todo el mundo está ya endeudado y no quiere endeudarse más aún, probablemente ni siquiera se demande mucho más crédito. ¡Ah sí!, ahora me acuerdo, todo eso para estimular el consumo, para comprar cosas que no necesitas con crédito que, concedido de esa manera tan forzada, puede llegar a convertirse en ficticio o en más hipotecas basura, o sea, lo que más o menos nos llevo a esto que tratamos de arreglar. Menuda solución a un círculo vicioso: una entelequia.
El Señor Rodríguez cree que con esa medida se recuperará la confianza del consumidor pero claro, no cuenta con que el consumidor a lo mejor no está ya dispuesto a hacer el tonto una segunda vez, de manera que lo que falta no es confianza en la economía sino fe.
A mí también me dan rabia los usureros pero tengo que reconocer que la Banca no tiene la culpa. El Señor Rodríguez le dice a la Banca que no recoja beneficios, que conceda crédito y deje sus aspiraciones económicas en forma de beneficios para más adelante porque así le conviene a él o a sus amigos. Todo ello en un momento en el que sobra crédito y falta liquidez. Les falta esa liquidez a las empresas, a las familias y a la Banca. Por tanto es tiempo de ahorrar trabajando. No hay más vuelta de hoja. Lo demás ya llegará por su curso natural.
En lo que hay que indagar es en las causas que llevaron a la especial agudeza de la crisis en España. Que haga un, como él dice, “ejercicio de autocrítica” y reconozca que el desastre inmobiliario, la precariedad laboral (cosas que llevan inexorablemente a la pesadilla del súper-paro), no se debieron ni a la mala ni a la buena regulación, sino a la pasividad de la Administración. ¿Dónde estaba la lógica previsora?
No sé si sería la cobardía política (bueno, sí lo sé), la imposibilidad técnica o la influencia del modelo neocon pero el liberalismo chapucero de facto ha sido campo abonado para la codicia desmesurada, la psicosis colectiva y la estafa. Porque, no nos engañemos, el auge económico de estos últimos años fue una ilusión y se basó, a través de la actividad inmobiliaria y el negocio bancario, en algo que casi recuerda al timo de la pirámide, ¿o quién iba a pensar que el precio de un piso podía seguir subiendo hasta el infinito en transmisiones sucesivas y que siempre apareciese gente que estuviese dispuesta a pagarlo?
Claro, no se puede culpar a nadie, salvo al gobierno y su mirada displicente. El único que podía regular y llamar a la cordura obligando; para proteger a los codiciosos de sí mismos.
Por eso, si el país del resto de Europa que más paro espera puede ser Polonia o Grecia con un 10% de desempleados en los próximo meses, lo que resta hasta el 16,5% que se espera para España sólo puede ser achacable a la mala praxis política: por ser un cobarde y no querer tomar ninguna medida económica importante, por querer dejarlo todo como está y que evolucione a su libre albedrío. Así pues, la culpa es de los últimos gobiernos y son ellos los que deberían pagar con su bolsillo la crisis, puesto que su cobardía jamás les permitiría llevar a cabo una medida sancionadora, expropiatoria o coercitiva de ningún tipo. Sólo saben pedir, suplicar y apelar a la fe ajena con el rollo macabeo de la “confianza”.
Esa cobardía política que nos ha llevado a la debacle se ha reflejado de la peor de las maneras posibles en el tratamiento de la política de lucha contra el tabaquismo: no han sido capaces ni de poner una sola multa por infracciones de las leyes del tabaco conforme al régimen sancionador previsto en la ley 28/05.
Renunciando al dinero proveniente del cobro de esas multas, como si las administraciones pensasen que haciéndolo se multaban a ellas mismas, se ha perdido una oportunidad para incentivar la rebaja del altísimo nivel de consumo de tabaco entre nuestros compatriotas, quizás sólo rivalizado por la cifra de parados y, además, de acostumbrarse a recaudar de otras maneras.
Porque, vayamos al grano, ¿a nadie le extraña o le indigna que la crisis afecte al sector del automóvil, al de la construcción, al textil, al turismo pero que, sin embargo, la Industria Tabaquera mantenga el tipo de manera tan asombrosa? Ni los productores de tabaco dicen “esta boca es mía” para pedirle ayudas al gobierno porque da igual; ella siempre gana y se beneficia de la desgracia de los demás.
Estoy casi seguro de que la Industria Tabaquera en España mueve casi tanto dinero como los tres o cuatro bancos principales juntos. ¿Por qué no le pide el Señor Rodríguez a su socia la todopoderosa Industria Tabaquera que nos de créditos? ¿Es que esa Industria no le debe más de un favor a su protector? ¿Tampoco les debe, ni siquiera moralmente, nada a los españoles que han sido tan fieles y “confiados” consumidores?
domingo, febrero 01, 2009
La Idiocracia
Ayer vi una película con este título que, al no haber oído hablar nunca nada de ella, me sorprendió gratamente.
Entre las candidaturas a realidades que se retratan en esta Apocalipsis de la inteligencia futura está el Gobierno. Sinceramente creo que es asombrosa la semejanza existente entre los políticos y ministros que aparecen en la Casa Blanca de dentro de 500 años y nuestro Zapatero y sus secuaces, por su ineptitud.
No se me pasa por alto la posibilidad de llevar a cabo un análisis semiótico de la película que podría señalar la relación entre la Industria Tabaquera y un fracasado ministerio de sanidad como un claro ejemplo del lamentable destino que le aguarda a la dignidad humana, como también resulta curioso ver que el médico y el ministro de sanidad que aparecen se caractericen como fumadores.
En la trama, huelga destacar cómo la corporación de bebidas para deportistas Gatorade acaba comprando el Ministerio de Sanidad y el de Relaciones Públicas y Comunicaciones. Así, enquistada en esa sociedad tecnócrata, relega al líquido elemento y su disponibilidad a un segundo plano, de manera que la gente ya no bebe agua sino Gatorade, e incluso las cosechas se riegan con la bebida. Entonces el protagonista, (que es más listo que los demás porque ha llegado accidentalmente a ese mundo desde el presente), intenta convencer al gobierno y al pueblo americano de que hay que regar con agua en lugar de con Gatorade para que germinen las cosechas y así acabar con la crisis de recursos y las tormentas de arena; pero no puede hacerlo sirviéndose de la lógica y la oratoria ante una audiencia poco predispuesta. Bastante al final, cuando por fin consigue que sea sustituido el Gatorade por agua en los campos de cosechas, la mitad de la población va al paro porque trabajaba para la corporación, de tal manera que todos piden su cabeza. Todo muy familiar.
Con cosas así, no me extraña que luego, leyendo artículos sobre catástrofes apocalípticas y extinciones globales haya dado con esta impresionante lectura:
Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria
Se trata de una corriente de pensamiento y un movimiento que promueve la extinción humana mediante la renuncia a la procreación (muy en relación con el hilo de la película "Idiocracia" para quien la vea). El motivo principal que impulsa este pensamiento es la creencia de que la única manera de que la vida en la Tierra recupere su equilibrio y su gloria pasada reside en la desaparición de nuestra especie. Me parece un pensamiento tremendamente idealista y de una generosidad y un sacrificio tales que puede llegar a ser difícil de entender. Quizás parezca derrotista por la poca confianza que deposita en el hombre para solucionar su situación y su relación con la naturaleza pero la verdad es que no hay más que mirar las gráficas sobre el crecimiento de la población mundial para darse cuenta de que lo que se decía en Matrix tenia bastante de cierto: la humanidad es un virus que solo sabe multiplicarse y comérselo todo. Dentro de pocos siglos seremos tantos y con tantas necesidades de explotar los recursos que la situación se irá agravando sin solución de continuidad. Claro, que lo mismo hay suerte y alguno de los fenómenos de extinción global que cada cierto tiempo afectan a la tierra es lo bastante contundente como para solucionar el problema. Según esta web, ya ha habido varias extinciones en el pasado, así que, como decía James Bond en Casino Royal: somos un "problema efímero", al menos en relación con el tiempo que lleva la vida en la tierra, y el que le queda.
Entre las candidaturas a realidades que se retratan en esta Apocalipsis de la inteligencia futura está el Gobierno. Sinceramente creo que es asombrosa la semejanza existente entre los políticos y ministros que aparecen en la Casa Blanca de dentro de 500 años y nuestro Zapatero y sus secuaces, por su ineptitud.
No se me pasa por alto la posibilidad de llevar a cabo un análisis semiótico de la película que podría señalar la relación entre la Industria Tabaquera y un fracasado ministerio de sanidad como un claro ejemplo del lamentable destino que le aguarda a la dignidad humana, como también resulta curioso ver que el médico y el ministro de sanidad que aparecen se caractericen como fumadores.
En la trama, huelga destacar cómo la corporación de bebidas para deportistas Gatorade acaba comprando el Ministerio de Sanidad y el de Relaciones Públicas y Comunicaciones. Así, enquistada en esa sociedad tecnócrata, relega al líquido elemento y su disponibilidad a un segundo plano, de manera que la gente ya no bebe agua sino Gatorade, e incluso las cosechas se riegan con la bebida. Entonces el protagonista, (que es más listo que los demás porque ha llegado accidentalmente a ese mundo desde el presente), intenta convencer al gobierno y al pueblo americano de que hay que regar con agua en lugar de con Gatorade para que germinen las cosechas y así acabar con la crisis de recursos y las tormentas de arena; pero no puede hacerlo sirviéndose de la lógica y la oratoria ante una audiencia poco predispuesta. Bastante al final, cuando por fin consigue que sea sustituido el Gatorade por agua en los campos de cosechas, la mitad de la población va al paro porque trabajaba para la corporación, de tal manera que todos piden su cabeza. Todo muy familiar.
Con cosas así, no me extraña que luego, leyendo artículos sobre catástrofes apocalípticas y extinciones globales haya dado con esta impresionante lectura:
Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria
Se trata de una corriente de pensamiento y un movimiento que promueve la extinción humana mediante la renuncia a la procreación (muy en relación con el hilo de la película "Idiocracia" para quien la vea). El motivo principal que impulsa este pensamiento es la creencia de que la única manera de que la vida en la Tierra recupere su equilibrio y su gloria pasada reside en la desaparición de nuestra especie. Me parece un pensamiento tremendamente idealista y de una generosidad y un sacrificio tales que puede llegar a ser difícil de entender. Quizás parezca derrotista por la poca confianza que deposita en el hombre para solucionar su situación y su relación con la naturaleza pero la verdad es que no hay más que mirar las gráficas sobre el crecimiento de la población mundial para darse cuenta de que lo que se decía en Matrix tenia bastante de cierto: la humanidad es un virus que solo sabe multiplicarse y comérselo todo. Dentro de pocos siglos seremos tantos y con tantas necesidades de explotar los recursos que la situación se irá agravando sin solución de continuidad. Claro, que lo mismo hay suerte y alguno de los fenómenos de extinción global que cada cierto tiempo afectan a la tierra es lo bastante contundente como para solucionar el problema. Según esta web, ya ha habido varias extinciones en el pasado, así que, como decía James Bond en Casino Royal: somos un "problema efímero", al menos en relación con el tiempo que lleva la vida en la tierra, y el que le queda.
jueves, enero 29, 2009
Días Extraños
Hace dos días que la Justicia ha intentado zanjar el polémico asunto que hostiga la implantación en las aulas de la asignatura de “Educación para la Ciudadanía”. Aunque no me he molestado en leer en profundidad sus contenidos, a nivel teórico, no la veo mal del todo. No es para tanto y, ni mucho menos, justifica ese revuelo ante algo que es sólo una dotación de forma concreta a la asignatura de “Etica y Moral” de antaño, de toda la vida. En realidad, esta asignatura que debe de parecerles a muchos detractores la Biblia de la Progresía, ni dice nada nuevo ni cumplirá con su fin educativo o formador, o como quieran llamarlo, bajo una Administración que, para empezar, no predica con el ejemplo.
La Iglesia, se queja de que es excesivamente laicista, pero en realidad no lo es per se. Sencillamente, la institución defiende el protagonismo de la asignatura de Religión. Por su parte, la oposición pone pegas porque tiene envidia al haber sido aprobada bajo el mandato de un gobierno socialista y, claro, hay que oponerse. Sin embargo, sus contenidos son más que consecuentes con una moral judeo-cristiana a la que todos veneran. Hay ciertos valores que, hoy por hoy, es imposible someterlos a revisión : “respeto, tolerancia, solidaridad, justicia, igualdad, ayuda mutua, cooperación y cultura de la paz”, al menos hasta que no pasen dos siglos y juzguemos con perspectiva qué ha pasado en los alrededores de la Segunda Guerra Mundial.
Volviendo a la cuestión, si los ciudadanos del futuro fuesen capaces de aplicar al pie de la letra lo que se dice en esa asignatura, algún que otro mal de nuestra sociedad, difícilmente podría tener lugar; entre ellos el Tabaquismo.
Pero por desgracia, no vivimos en un mundo tan fácil de modelar, en el que la juventud es tan receptiva a los sermones de los profesores como ellos quieren hacernos creer. Ni siquiera es suficiente con practicar con el ejemplo, o inculcando con cucharón de palo estos valores cívicos. Estando de por medio la intoxicación mediática de ciertos actores sociales –entre ellos los prebostes de la Industria Tabaquera-, que con su cultura del egoísmo convencen a la gente de que es mejor para uno mirar para otro lado, habría que poner en marcha algunas medidas de choque, previas a esta asignatura de modales.
Para que, a la salida del aula, esos grupos -o sea, los sindicalistas del vicio- no interfieran pervirtiendo la formación que la sociedad desea para nuestros hijos, habría que revisar temporalmente el significado del binomio respeto-tolerancia en su aplicación práctica y, quien sabe, si fomentar una “cultura de la persecución” a los intereses de la Industria Tabaquera. Eso para empezar. A partir de ahí, ya podríamos a hablar de salvar el mundo.
También me ha hecho reflexionar la absurda batalla intelectual entre ateos y creyentes, con esos letreros en el autobús. Tengo entendido que es todo un negocio confeccionar y colocar esos carteles pero no entiendo muy bien el fin que persiguen unos y otros; como tampoco se qué o quién está exactamente detrás de cada bando. Se sabe, pero no se entiende la motivación. En lugar de enzarzarse en debates pasados y triviales, ¿no sería más provechoso que en los carteles de esos autobuses se tocase el problema del tabaco? Eso sí que es un debate social interesante.
La Iglesia, se queja de que es excesivamente laicista, pero en realidad no lo es per se. Sencillamente, la institución defiende el protagonismo de la asignatura de Religión. Por su parte, la oposición pone pegas porque tiene envidia al haber sido aprobada bajo el mandato de un gobierno socialista y, claro, hay que oponerse. Sin embargo, sus contenidos son más que consecuentes con una moral judeo-cristiana a la que todos veneran. Hay ciertos valores que, hoy por hoy, es imposible someterlos a revisión : “respeto, tolerancia, solidaridad, justicia, igualdad, ayuda mutua, cooperación y cultura de la paz”, al menos hasta que no pasen dos siglos y juzguemos con perspectiva qué ha pasado en los alrededores de la Segunda Guerra Mundial.
Volviendo a la cuestión, si los ciudadanos del futuro fuesen capaces de aplicar al pie de la letra lo que se dice en esa asignatura, algún que otro mal de nuestra sociedad, difícilmente podría tener lugar; entre ellos el Tabaquismo.
Pero por desgracia, no vivimos en un mundo tan fácil de modelar, en el que la juventud es tan receptiva a los sermones de los profesores como ellos quieren hacernos creer. Ni siquiera es suficiente con practicar con el ejemplo, o inculcando con cucharón de palo estos valores cívicos. Estando de por medio la intoxicación mediática de ciertos actores sociales –entre ellos los prebostes de la Industria Tabaquera-, que con su cultura del egoísmo convencen a la gente de que es mejor para uno mirar para otro lado, habría que poner en marcha algunas medidas de choque, previas a esta asignatura de modales.
Para que, a la salida del aula, esos grupos -o sea, los sindicalistas del vicio- no interfieran pervirtiendo la formación que la sociedad desea para nuestros hijos, habría que revisar temporalmente el significado del binomio respeto-tolerancia en su aplicación práctica y, quien sabe, si fomentar una “cultura de la persecución” a los intereses de la Industria Tabaquera. Eso para empezar. A partir de ahí, ya podríamos a hablar de salvar el mundo.
También me ha hecho reflexionar la absurda batalla intelectual entre ateos y creyentes, con esos letreros en el autobús. Tengo entendido que es todo un negocio confeccionar y colocar esos carteles pero no entiendo muy bien el fin que persiguen unos y otros; como tampoco se qué o quién está exactamente detrás de cada bando. Se sabe, pero no se entiende la motivación. En lugar de enzarzarse en debates pasados y triviales, ¿no sería más provechoso que en los carteles de esos autobuses se tocase el problema del tabaco? Eso sí que es un debate social interesante.
martes, enero 27, 2009
La boca pequeña del Club más Tolerante de toda España
Resulta que esta organización tabaquil, osa pronunciarse sobre las últimas hazañas protagonizadas por la OCU. El sindicato del vicio, que dice apoyar a más de diez millones de personas en España, ha hablado.
Su primera falacia manipuladora es la de llamar a sus seguidores "consumidores", de tabaco, efectivamente, pero consumidores. En tal caso, nos encontramos con una organización de consumidores que no defiende los derechos específicos de ciertos consumidores, qué curioso.
Siguiendo con el chantaje emocional, lo que la gente entendería como “fumadores”, ellos ahora lo llaman “personas que fuman”. Parece que de la noche a la mañana no se sienten orgullosos de su identidad. Eso sí que es gracioso, máxime cuando ellos son un club de “fumadores”. ¿Qué pasa? ¿Que ya les da vergüenza que los llamen así? Pues digámoslo más alto y despacio: F-U-M-A-D-O-R-E-S, aunque a mi no me parece un término adecuado tampoco, como tampoco lo es, por su intención –mala intención-, eso de “personas que fuman” en ese contexto.
Luego está su repetitiva y estúpida reivindicación: fumar en más sitios cerrados. Porque he de entender que eso de que “los que fuman tienen derecho a un espacio donde fumar” significa que les parecen pocos los espacios que tienen. O sea, pueden fumar en la sede de su club, en casi 500.000 km2 al aire libre por toda España y en tres cuartas partes de los locales de ocio pero, aun así, ¿no es suficiente?.
La clave de la extrañeza está aquí en que el Club no es de consumidores, ni de fumadores, ni de personas que fuman, ni de adictos a la nicotina, ni nada. Que se hagan pasar por consumidores es algo tan grotesco como lo sería si la Patronal se hiciese pasar por el Sindicato. Los sindicalistas del vicio no defienden a los consumidores de tabaco, sino a los vendedores de tabaco.
Su primera falacia manipuladora es la de llamar a sus seguidores "consumidores", de tabaco, efectivamente, pero consumidores. En tal caso, nos encontramos con una organización de consumidores que no defiende los derechos específicos de ciertos consumidores, qué curioso.
Siguiendo con el chantaje emocional, lo que la gente entendería como “fumadores”, ellos ahora lo llaman “personas que fuman”. Parece que de la noche a la mañana no se sienten orgullosos de su identidad. Eso sí que es gracioso, máxime cuando ellos son un club de “fumadores”. ¿Qué pasa? ¿Que ya les da vergüenza que los llamen así? Pues digámoslo más alto y despacio: F-U-M-A-D-O-R-E-S, aunque a mi no me parece un término adecuado tampoco, como tampoco lo es, por su intención –mala intención-, eso de “personas que fuman” en ese contexto.
Luego está su repetitiva y estúpida reivindicación: fumar en más sitios cerrados. Porque he de entender que eso de que “los que fuman tienen derecho a un espacio donde fumar” significa que les parecen pocos los espacios que tienen. O sea, pueden fumar en la sede de su club, en casi 500.000 km2 al aire libre por toda España y en tres cuartas partes de los locales de ocio pero, aun así, ¿no es suficiente?.
La clave de la extrañeza está aquí en que el Club no es de consumidores, ni de fumadores, ni de personas que fuman, ni de adictos a la nicotina, ni nada. Que se hagan pasar por consumidores es algo tan grotesco como lo sería si la Patronal se hiciese pasar por el Sindicato. Los sindicalistas del vicio no defienden a los consumidores de tabaco, sino a los vendedores de tabaco.
domingo, enero 25, 2009
El modelo sin nombre
No deja de sorprenderme lo difícil que es para los ciudadanos librarse del pestazo del humo de tabaco en los lugares públicos. Teniendo una conexión a Internet, para uno que lleve tiempo informado sobre lo que se dice sobre el tema, es muy fácil saber qué pasa en España con esto del tabaco. Yo ya lo sé desde hace tiempo. Lo que empezó como heurística, se ha terminado corroborando ante la realidad de los hechos: España es un país en el que se practica el tabaquismo de estado.
Alguno de mis lectores se ha quejado de lo exagerado que soy. Eso es porque no han leído suficiente sobre el tema; tema en el que, la realidad, sorprende. Eso es cierto. De todas formas, cada vez más gente, conoce o intuye la verdadera naturaleza de la Industria Tabaquera y su relación con el Estado Español. Por ello será sólo cuestión de tiempo que la respetable reputación de la Industria no exista. El saber qué es la Industria Tabaquera y cómo funciona no será ya un conocimiento restringido a unos pocos voluntariosos.
Otros, yendo más allá de la insinuación, me han transmitido su impresión sobre el objeto de la bitácora. Dicen que el movimiento propugnado desde esta página es un movimiento de persecución. He de responder que en eso llevan algo de razón y, al igual que cada vez más compañeros de batalla, yo abogo por la persecución de los beneficiarios, de la aún hoy sacrosanta actividad, hasta sus últimas consecuencias: el divorcio entre Estado e Industria Tabaquera y la reconversión final de ésta. Hay que aclarar que el colectivo fumador no es el perseguido ni tiene nada que ver en esto porque no existe, pues su mención por parte de la manipulación mediática responde una identidad artificial tras la que escudarse creada por aquellos intereses.
A los que son profanos en esta materia, o que insisten en aparentar orgullo al ser definidos por un hábito cuya mayoría de practicantes quiere abandonar, y que los demás despreciamos, me gustaría revelarles el giro inmediato que va a dar la lucha antitabaco en España.
Hasta ahora, la lucha antitabaco ha sido abanderada desde el aspecto sanitario, fundamentándose la protección del derecho del fumador pasivo en el daño que el humo de tabaco produce en su salud biológica. Desde la sociedad civil, la justificación médica de la lucha antitabaco, ha sido reconocida gracias al ímpetu de organizaciones como el CNPT.
Y es precisamente una organización de corte médico, SemFYC, la que premió a la OCU hace unas semanas, por su compromiso en la lucha antitabaco. Como segundo indicio en el tiempo, huelga destacar la reciente aparición de la OCU como parte demandante en la declaración de nulidad de pleno derecho del decreto de la Comunidad de Madrid, que desarrollaba la Ley 28/05.
Si anteriormente, a un fumador activo, El Setenciazo no le daba la razón, para así eximir al estado de cualquier responsabilidad en su tabacosis, ahora se han tratado los intereses de los fumadores pasivos. Entonces ha sido cuando ha cobrado protagonismo la importancia de la OCU en el proceso. Aquí, la justicia no se ha centrado en las estrictas consideraciones sanitarias como muchos preveían. Se ha tocado el problema donde más duele a los intereses de la Industria porque no se ha hablado demasiado sobre los candidatos a paciente de hospital, según el ritual al que los diferentes actores sociales nos tenían acostumbrados, sino sobre los derechos de los consumidores y usuarios.
Porque el problema ha pasado de ser estrictamente sanitario a ser una cuestión de derecho. Se ha testimoniado que el humo de tabaco perjudicaba a una mayoría de consumidores y sus intereses; porque el decreto empeoraba, sin posibilidad razonable de elección, la calidad de nuestro ocio.
Pero volvamos a meter otro dedo en la llaga hablando sobre las acepciones del término “tabaquismo” y por qué ya no puede pertenecer sólo al tecnolecto empleado en medicina.
El tabaquismo en España, vista la gestión tabaquera de los ministerios de Sanidad y Consumo y de Hacienda, junto con el uso electoralista del asunto, se ha instituido como una doctrina de organización política y económica. Si durante siglos la venta de tabaco estuvo íntimamente ligada a La Corona por medio de los derechos reales, -derechos arancelarios-, tras la privatización de Tabacalera, a efectos prácticos las cosas no han cambiado nada. Es más, en España la recaudación de impuestos sobre las labores del tabaco es concebida por los gestores de la Administración como uno de los pilares básicos a la hora de garantizar la estabilidad recaudatoria.
En un escenario así, es comprensible que la Administración no pretenda orientar su política a la erradicación del consumo, sino sólo al control o la regulación. Con “regulación” no me refiero al dictado de normas destinadas al consumo, la venta o la publicidad del tabaco, sino a su calibrado con fines recaudatorios hasta niveles compatibles con la política, social, económica y electoral de cada momento.
A fecha de hoy, el gobierno desoye las voces que aconsejan la puesta en práctica de una sólida política antitabaco. Ni las organizaciones médicas, ni las organizaciones de consumidores y usuarios son consideradas de acuerdo a su peso social.
¿Qué tiene de malo el Tabaquismo como modelo y por qué es enemigo del Liberalismo?
El Tabaquismo impone un modelo de conducta determinado entre los individuos, usando como instrumento el poder de la adicción. Si consideramos prejuiciosamente que el Comunismo Estalinista o el Nazismo usaban para ello la coerción, o el Judaísmo el engaño, el Tabaquismo se sirve de la manipulación química para orientar los hábitos y conductas de una parte indeterminada de la sociedad a un fin: la apropiación de sus ahorros mediante el consumo de un producto concreto con la regularidad propia de un suministro.
¿Y por qué el tabaquismo es malo para la economía española?
El consumo de tabaco siempre es una losa para la economía familiar pero también lo es para la economía global, merced a la perdida de rendimiento laboral en todos los frentes. Eso sin contar con el gasto social y sanitario extra –y no compensado-, que ocasiona. Además, per se, la protección que el Estado ofrece al mercado de ese producto, obliga al resto de actividades económicas sectoriales a desarrollarse en un marco acotado según los intereses de esa Industria-Estado. De esta manera, el estado español con su regulación decide estadísticamente qué parte del presupuesto de las familias ha de destinarse a la compra de tabaco, para así garantizar niveles ajustados a sus necesidades recaudatorias. No olvidemos su extraña inclusión en el cálculo del Índice de Precios al Consumo, ni tampoco la dudosamente favorable ratio exportación-consumo nacional.
El error intelectual de la política tabaquista viene dado porque no se tienen en cuenta las pérdidas globales en términos de economía social, las cuales se traducen en un daño neto a la economía. Así, es fácil de observar cómo el Tabaquismo contribuye a la obtención de un “encogido” producto interior bruto por este motivo dada, volvemos a repetir, la ineficiencia de un bien de consumo, que destruye salud y riqueza sin aportar nada a cambio para la sociedad. Por todo ello, es imposible no pensar que la legalidad del tabaco perjudica al resto de sectores que trabajan con mercancías útiles. Por tanto, es lógico entender que si se reducen drásticamente los niveles de consumo de tabaco, el dinero que ya no es acaparado por el gasto en ese producto específico se destine a la compra de más coches, de más casas, de más electrodomésticos, de alimentación de mejor calidad, de más ropa y calzado etc.
Al final, el dinero que en ese momento no estuviese yendo a parar a manos de la Industria Tabaquera, el libre mercado lo repartiría entre otros proveedores de bienes y servicios de manera que el Estado podría mantener el volumen de recaudación con un sencillo ejercicio de diversificación del gravamen y, si aún ello diese lugar una pérdida comparada en el volumen de lo recaudado, el nuevo orden mantendría su mayor rentabilidad a medio-largo plazo gracias al ahorro en gasto social y sanitario
Alguno de mis lectores se ha quejado de lo exagerado que soy. Eso es porque no han leído suficiente sobre el tema; tema en el que, la realidad, sorprende. Eso es cierto. De todas formas, cada vez más gente, conoce o intuye la verdadera naturaleza de la Industria Tabaquera y su relación con el Estado Español. Por ello será sólo cuestión de tiempo que la respetable reputación de la Industria no exista. El saber qué es la Industria Tabaquera y cómo funciona no será ya un conocimiento restringido a unos pocos voluntariosos.
Otros, yendo más allá de la insinuación, me han transmitido su impresión sobre el objeto de la bitácora. Dicen que el movimiento propugnado desde esta página es un movimiento de persecución. He de responder que en eso llevan algo de razón y, al igual que cada vez más compañeros de batalla, yo abogo por la persecución de los beneficiarios, de la aún hoy sacrosanta actividad, hasta sus últimas consecuencias: el divorcio entre Estado e Industria Tabaquera y la reconversión final de ésta. Hay que aclarar que el colectivo fumador no es el perseguido ni tiene nada que ver en esto porque no existe, pues su mención por parte de la manipulación mediática responde una identidad artificial tras la que escudarse creada por aquellos intereses.
A los que son profanos en esta materia, o que insisten en aparentar orgullo al ser definidos por un hábito cuya mayoría de practicantes quiere abandonar, y que los demás despreciamos, me gustaría revelarles el giro inmediato que va a dar la lucha antitabaco en España.
Hasta ahora, la lucha antitabaco ha sido abanderada desde el aspecto sanitario, fundamentándose la protección del derecho del fumador pasivo en el daño que el humo de tabaco produce en su salud biológica. Desde la sociedad civil, la justificación médica de la lucha antitabaco, ha sido reconocida gracias al ímpetu de organizaciones como el CNPT.
Y es precisamente una organización de corte médico, SemFYC, la que premió a la OCU hace unas semanas, por su compromiso en la lucha antitabaco. Como segundo indicio en el tiempo, huelga destacar la reciente aparición de la OCU como parte demandante en la declaración de nulidad de pleno derecho del decreto de la Comunidad de Madrid, que desarrollaba la Ley 28/05.
Si anteriormente, a un fumador activo, El Setenciazo no le daba la razón, para así eximir al estado de cualquier responsabilidad en su tabacosis, ahora se han tratado los intereses de los fumadores pasivos. Entonces ha sido cuando ha cobrado protagonismo la importancia de la OCU en el proceso. Aquí, la justicia no se ha centrado en las estrictas consideraciones sanitarias como muchos preveían. Se ha tocado el problema donde más duele a los intereses de la Industria porque no se ha hablado demasiado sobre los candidatos a paciente de hospital, según el ritual al que los diferentes actores sociales nos tenían acostumbrados, sino sobre los derechos de los consumidores y usuarios.
Porque el problema ha pasado de ser estrictamente sanitario a ser una cuestión de derecho. Se ha testimoniado que el humo de tabaco perjudicaba a una mayoría de consumidores y sus intereses; porque el decreto empeoraba, sin posibilidad razonable de elección, la calidad de nuestro ocio.
Pero volvamos a meter otro dedo en la llaga hablando sobre las acepciones del término “tabaquismo” y por qué ya no puede pertenecer sólo al tecnolecto empleado en medicina.
El tabaquismo en España, vista la gestión tabaquera de los ministerios de Sanidad y Consumo y de Hacienda, junto con el uso electoralista del asunto, se ha instituido como una doctrina de organización política y económica. Si durante siglos la venta de tabaco estuvo íntimamente ligada a La Corona por medio de los derechos reales, -derechos arancelarios-, tras la privatización de Tabacalera, a efectos prácticos las cosas no han cambiado nada. Es más, en España la recaudación de impuestos sobre las labores del tabaco es concebida por los gestores de la Administración como uno de los pilares básicos a la hora de garantizar la estabilidad recaudatoria.
En un escenario así, es comprensible que la Administración no pretenda orientar su política a la erradicación del consumo, sino sólo al control o la regulación. Con “regulación” no me refiero al dictado de normas destinadas al consumo, la venta o la publicidad del tabaco, sino a su calibrado con fines recaudatorios hasta niveles compatibles con la política, social, económica y electoral de cada momento.
A fecha de hoy, el gobierno desoye las voces que aconsejan la puesta en práctica de una sólida política antitabaco. Ni las organizaciones médicas, ni las organizaciones de consumidores y usuarios son consideradas de acuerdo a su peso social.
¿Qué tiene de malo el Tabaquismo como modelo y por qué es enemigo del Liberalismo?
El Tabaquismo impone un modelo de conducta determinado entre los individuos, usando como instrumento el poder de la adicción. Si consideramos prejuiciosamente que el Comunismo Estalinista o el Nazismo usaban para ello la coerción, o el Judaísmo el engaño, el Tabaquismo se sirve de la manipulación química para orientar los hábitos y conductas de una parte indeterminada de la sociedad a un fin: la apropiación de sus ahorros mediante el consumo de un producto concreto con la regularidad propia de un suministro.
¿Y por qué el tabaquismo es malo para la economía española?
El consumo de tabaco siempre es una losa para la economía familiar pero también lo es para la economía global, merced a la perdida de rendimiento laboral en todos los frentes. Eso sin contar con el gasto social y sanitario extra –y no compensado-, que ocasiona. Además, per se, la protección que el Estado ofrece al mercado de ese producto, obliga al resto de actividades económicas sectoriales a desarrollarse en un marco acotado según los intereses de esa Industria-Estado. De esta manera, el estado español con su regulación decide estadísticamente qué parte del presupuesto de las familias ha de destinarse a la compra de tabaco, para así garantizar niveles ajustados a sus necesidades recaudatorias. No olvidemos su extraña inclusión en el cálculo del Índice de Precios al Consumo, ni tampoco la dudosamente favorable ratio exportación-consumo nacional.
El error intelectual de la política tabaquista viene dado porque no se tienen en cuenta las pérdidas globales en términos de economía social, las cuales se traducen en un daño neto a la economía. Así, es fácil de observar cómo el Tabaquismo contribuye a la obtención de un “encogido” producto interior bruto por este motivo dada, volvemos a repetir, la ineficiencia de un bien de consumo, que destruye salud y riqueza sin aportar nada a cambio para la sociedad. Por todo ello, es imposible no pensar que la legalidad del tabaco perjudica al resto de sectores que trabajan con mercancías útiles. Por tanto, es lógico entender que si se reducen drásticamente los niveles de consumo de tabaco, el dinero que ya no es acaparado por el gasto en ese producto específico se destine a la compra de más coches, de más casas, de más electrodomésticos, de alimentación de mejor calidad, de más ropa y calzado etc.
Al final, el dinero que en ese momento no estuviese yendo a parar a manos de la Industria Tabaquera, el libre mercado lo repartiría entre otros proveedores de bienes y servicios de manera que el Estado podría mantener el volumen de recaudación con un sencillo ejercicio de diversificación del gravamen y, si aún ello diese lugar una pérdida comparada en el volumen de lo recaudado, el nuevo orden mantendría su mayor rentabilidad a medio-largo plazo gracias al ahorro en gasto social y sanitario
jueves, enero 15, 2009
El síndrome de la bata blanca
Esta mañana he intentado entrevistarme sin éxito con el Director del Centro Hospitalario Torrecárdenas de Almería, básicamente con el objeto de devolverle a la institución algo que no es ni mío ni del familiar al que dieron de alta hace poco: una bata azul de paciente y una vía intravenosa. En fin, iba a quejarme por una serie de despistes médicos y administrativos y una mala praxis de empleados del servicio de ambulancia. Entonces, como estaba enfadado, he reparado más de la cuenta en lo del tabaco, tanto a la entrada como a la salida.
Tenía en mente, además, preguntarle al Señor Director qué tal va su unidad de tabaquismo, ya que se supone que los hospitales andaluces van a empezar a ofrecer atención médica especializada al que quiera dejarlo. No todo va a ser prohibir y prohibir, ¿verdad? En fin que me gustaría informarme de primera mano de cómo va el tema porque, como no fumo, no puedo comprobarlo personalmente, salvo que me haga pasar por un adicto de esos saturando, aún más si cabe, la Seguridad Social.
La entrada, ya fue sufrida, pues tuve que avanzar entre las columnas de humo de las líneas enemigas hasta alcanzar la primera puerta corredera y, después, aguantar la respiración para atravesar el espacio que queda hasta la segunda (en ese espacio se acumula bastante tufo).
Ya me parece poco estético y obsceno, tener que soportar en las puertas del hospital la visión de aquello que satura el sistema sanitario, pero lo que me escandaliza sobremanera es ver al personal sanitario, con sus batas de médico y de ATS haciendo juego con la ordinariez. Espero que no sean esos médicos los asignados para que ayuden al público a dejar de fumar.
Particularmente desagradable me resultó la desfachatez de un médico que llevaba hasta el estetoscopio colgando del pescuezo. Mientras yo salía tuvo la osadía de enseñarme su increíble capacidad pulmonar y su capacidad para aguantar la respiración, como si fuese campeón de apnea:
Apura el pitillo dando la más profunda de las últimas caladas que he visto; mientras retiene el humo en sus pulmones se despide de sus compañeros y cruza la primera corredera acristalada, la segunda…y, una vez dentro, diez segundos después expulsa todo el humo en una interminable expiración hasta que la bocanada termina llenando sus alrededores de esa niebla gris que se distingue al trasluz. Algo que podía haber hecho en la calle o en su casa, ¿no os parece?
Tenía en mente, además, preguntarle al Señor Director qué tal va su unidad de tabaquismo, ya que se supone que los hospitales andaluces van a empezar a ofrecer atención médica especializada al que quiera dejarlo. No todo va a ser prohibir y prohibir, ¿verdad? En fin que me gustaría informarme de primera mano de cómo va el tema porque, como no fumo, no puedo comprobarlo personalmente, salvo que me haga pasar por un adicto de esos saturando, aún más si cabe, la Seguridad Social.
La entrada, ya fue sufrida, pues tuve que avanzar entre las columnas de humo de las líneas enemigas hasta alcanzar la primera puerta corredera y, después, aguantar la respiración para atravesar el espacio que queda hasta la segunda (en ese espacio se acumula bastante tufo).
Ya me parece poco estético y obsceno, tener que soportar en las puertas del hospital la visión de aquello que satura el sistema sanitario, pero lo que me escandaliza sobremanera es ver al personal sanitario, con sus batas de médico y de ATS haciendo juego con la ordinariez. Espero que no sean esos médicos los asignados para que ayuden al público a dejar de fumar.
Particularmente desagradable me resultó la desfachatez de un médico que llevaba hasta el estetoscopio colgando del pescuezo. Mientras yo salía tuvo la osadía de enseñarme su increíble capacidad pulmonar y su capacidad para aguantar la respiración, como si fuese campeón de apnea:
Apura el pitillo dando la más profunda de las últimas caladas que he visto; mientras retiene el humo en sus pulmones se despide de sus compañeros y cruza la primera corredera acristalada, la segunda…y, una vez dentro, diez segundos después expulsa todo el humo en una interminable expiración hasta que la bocanada termina llenando sus alrededores de esa niebla gris que se distingue al trasluz. Algo que podía haber hecho en la calle o en su casa, ¿no os parece?
martes, enero 13, 2009
Determinación
En 1998 el presidente de los Estados Unidos Bill Clinton fue juzgado mediáticamente por su conducta sexual (escándalo Lewinsky); por llevar a cabo determinadas prácticas en el ámbito de su intimidad, sin que éstas afectasen a terceros, en ellas mediase coerción de alguna manera, o afectasen a su labor como líder mundial. Aún así, fue sometido por el congreso al “Impeachment”. Es decir, un juicio político a raíz de una excusa estrictamente moral.
Ahora, los no-fumadores caemos en la cuenta de que hay un grueso de escritores, periodistas, artistas, políticos e intelectuales de los que valoramos su trabajo pero que, sin embargo, les reprochamos tímidamente el flaco favor que le hacen a la causa antitabaco valiéndose de su carta de presentación. Por supuesto, ni la sociedad ni la justicia van tan siquiera a lamentar su incapacidad para salir del error intelectual cuando se pronuncian sobre el tabaco, y ello pese a que no se trata sólo de una cuestión moral, sino de acciones que afectan a terceros. Entonces, para poner orden estamos nosotros; para evitar que les salga rentable o asegurarnos de que no les sale gratis decir tonterías y ordinarieces; para que se lo piensen mejor antes de comprometer su carrera profesional o su reputación por culpa del tabaco.
A veces hay que radicalizar posturas para contrarrestar la influencia del enemigo. Hemos de sacrificar paciencia y condescendencia para no caer en la frivolidad. Así de complicada es la lucha antitabaco porque en el mundo sólo hay dos bandos: los que venden tabaco y los demás, y sólo se puede estar del lado de uno de ellos. Estos que venden tabaco representan un enemigo tan duro y tenaz que es inevitable que nuestra confrontación implique daños colaterales.
Los medios desplegados por la Industria Tabaquera para extender su influencia son tan imponentes, invasivos y se hallan tan enquistados en nuestra sociedad que no podemos permitir que los defensores de los intereses o apólogos accidentales de la lacra se escuden tras su reputación social; tras la admiración que despiertan en las masas.
Escritores, periodistas, artistas, políticos e intelectuales hay muchos. La mayoría son igual o más admirables que los que juzgaremos pero además no defienden el tabaco, o al menos no se pronuncian en público sobre el asunto; hay muchos donde elegir. Debemos hacer un esfuerzo por cambiar en tal caso nuestras preferencias y dar la espalda a todo aquel que manifieste una actitud obstaculizadora en nuestra lucha contra los intereses de la Industria Tabaquera y, además, hacedlo saber para que sepa por qué debe guardar silencio antes de decir alguna frivolidad que ofenda al sentido común. Es vital poner en práctica este tipo de estrategias de aislamiento desde todos los frentes si queremos neutralizar los movimientos de la Industria. Es posible que nos resulte difícil a veces hablar con el más hipócrita de los desprecios sobre aquello que nos gusta leer, ver o escuchar, pero pensemos que quizá eso mejore el bienestar y la salud de generalidades de personas, e incluso salve vidas.
El militante antitabaco ha de exhibir su clara determinación en tales casos para transmitir la importancia de su causa aunque lo tachen de radical, mientras su situación de desamparo actual persista. Por mal que siente a muchos, la experiencia futura revelará que en el fondo siempre tuvo razones para tomárselo tan a pecho. El humo de tabaco mata; el reproche y el desprecio, sólo estimulan.
No tenemos dinero como ellos cuando propagan su doctrina manipuladora pero sí la voluntad y la razón de nuestra parte. El que, sin justificar su motivación, valiéndose de su profesión como instrumento beneficie directa o indirectamente los intereses de la Industria Tabaquera, ha de ser vituperado sin dilación por muy reconocida que sea su obra. No debemos sentir miedo, vergüenza o, ni mucho menos, piedad. Los siete enanitos no la tuvieron con cientos de millones de consumidores cuando declararon bajo juramento que el tabaco no era adictivo. Tampoco muchos interesados en que se siga fumando en el interior de las cafeterías españolas la tienen con nosotros.
Esto es una guerra, debemos mostrarnos firmes y seguros en nuestras convicciones. La manipulación mediática de la Industria Tabaquera es vulnerable a la agresividad de los no-fumadores y nuestra piedad es espartana.
Extraída de aquí publico una lista de personas a las que, si algún día ostentase mando suficiente, trataría de encarcelar o expulsar de este país. Esa sería la manera más eficaz de neutralizar su perniciosa actividad:
César Alierta, Presidente de Telefónica
Charles Henri-Filippi, Presidente de HSBC France
Amado Franco Lahoz, Presidente de Ibercaja
Javier Gómez Navarro-Navarrete, Presidente de Aldeasa y Consejero de Sogecable
Gonzalo Hinojoso Fernández de Angulo, Presidente del Consejo de Administración del Grupo Cortefiel y Consejero de Telefónica
Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, Presidente de Roch Farma (sí, una empresa farmaceútica), y Consejero de Logista, PRISA, Sogecable, Viscofán y Lafarge Asland
Jean-Pierre Marchand, Director General Honorario de Societé Générale, Consejero de Seita.
Patrick-Louis Ricard, Presidente y Consejero Delegado del Grupo Pernod-Ricard. Consejero de Société Générale y de Provimi
Wulf Von Schimmelmann, Director General y Consejero y Presidente del Consejo de Administración de Deutsche Postbank AG, Consejero de Deutsche Post World Net Group y de Accenture.
Ahora, los no-fumadores caemos en la cuenta de que hay un grueso de escritores, periodistas, artistas, políticos e intelectuales de los que valoramos su trabajo pero que, sin embargo, les reprochamos tímidamente el flaco favor que le hacen a la causa antitabaco valiéndose de su carta de presentación. Por supuesto, ni la sociedad ni la justicia van tan siquiera a lamentar su incapacidad para salir del error intelectual cuando se pronuncian sobre el tabaco, y ello pese a que no se trata sólo de una cuestión moral, sino de acciones que afectan a terceros. Entonces, para poner orden estamos nosotros; para evitar que les salga rentable o asegurarnos de que no les sale gratis decir tonterías y ordinarieces; para que se lo piensen mejor antes de comprometer su carrera profesional o su reputación por culpa del tabaco.
A veces hay que radicalizar posturas para contrarrestar la influencia del enemigo. Hemos de sacrificar paciencia y condescendencia para no caer en la frivolidad. Así de complicada es la lucha antitabaco porque en el mundo sólo hay dos bandos: los que venden tabaco y los demás, y sólo se puede estar del lado de uno de ellos. Estos que venden tabaco representan un enemigo tan duro y tenaz que es inevitable que nuestra confrontación implique daños colaterales.
Los medios desplegados por la Industria Tabaquera para extender su influencia son tan imponentes, invasivos y se hallan tan enquistados en nuestra sociedad que no podemos permitir que los defensores de los intereses o apólogos accidentales de la lacra se escuden tras su reputación social; tras la admiración que despiertan en las masas.
Escritores, periodistas, artistas, políticos e intelectuales hay muchos. La mayoría son igual o más admirables que los que juzgaremos pero además no defienden el tabaco, o al menos no se pronuncian en público sobre el asunto; hay muchos donde elegir. Debemos hacer un esfuerzo por cambiar en tal caso nuestras preferencias y dar la espalda a todo aquel que manifieste una actitud obstaculizadora en nuestra lucha contra los intereses de la Industria Tabaquera y, además, hacedlo saber para que sepa por qué debe guardar silencio antes de decir alguna frivolidad que ofenda al sentido común. Es vital poner en práctica este tipo de estrategias de aislamiento desde todos los frentes si queremos neutralizar los movimientos de la Industria. Es posible que nos resulte difícil a veces hablar con el más hipócrita de los desprecios sobre aquello que nos gusta leer, ver o escuchar, pero pensemos que quizá eso mejore el bienestar y la salud de generalidades de personas, e incluso salve vidas.
El militante antitabaco ha de exhibir su clara determinación en tales casos para transmitir la importancia de su causa aunque lo tachen de radical, mientras su situación de desamparo actual persista. Por mal que siente a muchos, la experiencia futura revelará que en el fondo siempre tuvo razones para tomárselo tan a pecho. El humo de tabaco mata; el reproche y el desprecio, sólo estimulan.
No tenemos dinero como ellos cuando propagan su doctrina manipuladora pero sí la voluntad y la razón de nuestra parte. El que, sin justificar su motivación, valiéndose de su profesión como instrumento beneficie directa o indirectamente los intereses de la Industria Tabaquera, ha de ser vituperado sin dilación por muy reconocida que sea su obra. No debemos sentir miedo, vergüenza o, ni mucho menos, piedad. Los siete enanitos no la tuvieron con cientos de millones de consumidores cuando declararon bajo juramento que el tabaco no era adictivo. Tampoco muchos interesados en que se siga fumando en el interior de las cafeterías españolas la tienen con nosotros.
Esto es una guerra, debemos mostrarnos firmes y seguros en nuestras convicciones. La manipulación mediática de la Industria Tabaquera es vulnerable a la agresividad de los no-fumadores y nuestra piedad es espartana.
Extraída de aquí publico una lista de personas a las que, si algún día ostentase mando suficiente, trataría de encarcelar o expulsar de este país. Esa sería la manera más eficaz de neutralizar su perniciosa actividad:
César Alierta, Presidente de Telefónica
Charles Henri-Filippi, Presidente de HSBC France
Amado Franco Lahoz, Presidente de Ibercaja
Javier Gómez Navarro-Navarrete, Presidente de Aldeasa y Consejero de Sogecable
Gonzalo Hinojoso Fernández de Angulo, Presidente del Consejo de Administración del Grupo Cortefiel y Consejero de Telefónica
Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, Presidente de Roch Farma (sí, una empresa farmaceútica), y Consejero de Logista, PRISA, Sogecable, Viscofán y Lafarge Asland
Jean-Pierre Marchand, Director General Honorario de Societé Générale, Consejero de Seita.
Patrick-Louis Ricard, Presidente y Consejero Delegado del Grupo Pernod-Ricard. Consejero de Société Générale y de Provimi
Wulf Von Schimmelmann, Director General y Consejero y Presidente del Consejo de Administración de Deutsche Postbank AG, Consejero de Deutsche Post World Net Group y de Accenture.
miércoles, diciembre 10, 2008
Tóxicas, nocivas y molestas chimeneas de hogar
Vivo en un barrio en la periferia de Almería capital. Me gusta mi casa y mi vecindario en cuanto a espacios y estética. No me gustan las garruladas y las cochinadas.
En muchas zonas residenciales alejadas de los centros urbanos de las grandes ciudades, se nota la relajación de la Administración, de su policía local y de los lugareños. Es el caso de La Cañada de San Urbano; donde el civismo no abunda.
Durante este verano pude observar cosas que para un cosmopolita resultarían llamativas pero que, sin embargo, allí parecía normal. Allí es fácil ver, a fecha de 2008:
-Tres adolescentes sin casco sobre un mismo ciclomotor de noche, sin luces y sin espejos.
-Motos de alta cilindrada circulando sin permisos, sin la ITV pasada y, por supuesto, los propietarios enseñando como se conduce sin casco y con el tubo de escape roto.
-Carreras de coches con discoteca móvil los sábados de madrugada por una de las calles principales del barrio.
-Gente que invita a sus mascotas a que dejen sus deposiciones en mitad de la acera pública y asunción del hecho como normal por la comunidad.
-Gente que escupe por esas mismas aceras con más desinhibición de la habitual.
-Uso indistinto, aleatorio, de los contenedores destinados al vidrio, a la basura orgánica o al cartón.
-Afiladores, panaderos, tapiceros que se pasean con sus furgonetas por las calles del barrio manteniendo pulsado el claxon no-homologado durante larguísimos espacios de tiempo.
-Obras y reformas mayores sin licencia municipal y sin el uso tan siquiera de contenedores donde depositar la arena que con el viento se esparce por el largo de la calle.
Todo ello ante la mirada impertérrita de las cobardes autoridades municipales
Haciendo un ejercicio de toleración, de tolerantismo tolerador, puedo hacer como que no veo y oigo estas cosas y seguir tan feliz. Pero entonces llega el invierno, con ello el frío, y con el frío las chimeneas. Entonces es cuando toca privarse de otro sentido más.
Un día tendí la ropa de la colada y, tras dejarla una noche en mi propia terraza para que se secara, tuve que devolverla al canasto de la ropa sucia otra vez. Pues apestaba a humo de chimenea.
Es increíble como hoy en día la gente sigue usando las primitivas chimeneas y con ello ambientando el aire de las calles, condimentándolo con algunos isótopos radioactivos extra. Hoy en día, la leña es cara y su combustión molesta al prójimo asmático o alérgico o que, sencillamente, le da asco que le atufen el pelo y la ropa con el pestazo a hollín.
Nadie tiene derecho a contaminar un aire que no le pertenece a él solo. Hacer un uso abusivo y perjudicial de un aire que es común, no puede justificarse con argumentos tipo “Es que te quieres cargar el olor a hogar” “Es que a mis niños en navidad les gusta” “Da un ambiente acogedor” “Es que con tus estufa de calor azul las chimeneas de Endesa también expulsan humo a la atmósfera” etc. Porque, efectivamente, hay alternativas que cumplen la misma función a un precio semejante y que no molestan. Están las estufas de gas y las eléctricas; sin ceniza ni humo y sin ocupar espacio en el sótano con peligrosa leña afectada por la carcoma y, a la hora de la verdad, más limpia y eficiente.
Además, por culpa de esas chimeneas he tenido que comprar una secadora eléctrica para así cumplir con los planes de ahorro energético del gobierno que, por supuesto, ni los vecinos humeantes ni el Ayuntamiento me han sufragado.
Las chimeneas caseras en los núcleos urbanos o sus proximidades deberían estar prohibidas. Si no, pues que paguen un alto impuesto e indemnicen a los que nos molestan y nos hacen gastar más dinero en limpieza e higiene.
En muchas zonas residenciales alejadas de los centros urbanos de las grandes ciudades, se nota la relajación de la Administración, de su policía local y de los lugareños. Es el caso de La Cañada de San Urbano; donde el civismo no abunda.
Durante este verano pude observar cosas que para un cosmopolita resultarían llamativas pero que, sin embargo, allí parecía normal. Allí es fácil ver, a fecha de 2008:
-Tres adolescentes sin casco sobre un mismo ciclomotor de noche, sin luces y sin espejos.
-Motos de alta cilindrada circulando sin permisos, sin la ITV pasada y, por supuesto, los propietarios enseñando como se conduce sin casco y con el tubo de escape roto.
-Carreras de coches con discoteca móvil los sábados de madrugada por una de las calles principales del barrio.
-Gente que invita a sus mascotas a que dejen sus deposiciones en mitad de la acera pública y asunción del hecho como normal por la comunidad.
-Gente que escupe por esas mismas aceras con más desinhibición de la habitual.
-Uso indistinto, aleatorio, de los contenedores destinados al vidrio, a la basura orgánica o al cartón.
-Afiladores, panaderos, tapiceros que se pasean con sus furgonetas por las calles del barrio manteniendo pulsado el claxon no-homologado durante larguísimos espacios de tiempo.
-Obras y reformas mayores sin licencia municipal y sin el uso tan siquiera de contenedores donde depositar la arena que con el viento se esparce por el largo de la calle.
Todo ello ante la mirada impertérrita de las cobardes autoridades municipales
Haciendo un ejercicio de toleración, de tolerantismo tolerador, puedo hacer como que no veo y oigo estas cosas y seguir tan feliz. Pero entonces llega el invierno, con ello el frío, y con el frío las chimeneas. Entonces es cuando toca privarse de otro sentido más.
Un día tendí la ropa de la colada y, tras dejarla una noche en mi propia terraza para que se secara, tuve que devolverla al canasto de la ropa sucia otra vez. Pues apestaba a humo de chimenea.
Es increíble como hoy en día la gente sigue usando las primitivas chimeneas y con ello ambientando el aire de las calles, condimentándolo con algunos isótopos radioactivos extra. Hoy en día, la leña es cara y su combustión molesta al prójimo asmático o alérgico o que, sencillamente, le da asco que le atufen el pelo y la ropa con el pestazo a hollín.
Nadie tiene derecho a contaminar un aire que no le pertenece a él solo. Hacer un uso abusivo y perjudicial de un aire que es común, no puede justificarse con argumentos tipo “Es que te quieres cargar el olor a hogar” “Es que a mis niños en navidad les gusta” “Da un ambiente acogedor” “Es que con tus estufa de calor azul las chimeneas de Endesa también expulsan humo a la atmósfera” etc. Porque, efectivamente, hay alternativas que cumplen la misma función a un precio semejante y que no molestan. Están las estufas de gas y las eléctricas; sin ceniza ni humo y sin ocupar espacio en el sótano con peligrosa leña afectada por la carcoma y, a la hora de la verdad, más limpia y eficiente.
Además, por culpa de esas chimeneas he tenido que comprar una secadora eléctrica para así cumplir con los planes de ahorro energético del gobierno que, por supuesto, ni los vecinos humeantes ni el Ayuntamiento me han sufragado.
Las chimeneas caseras en los núcleos urbanos o sus proximidades deberían estar prohibidas. Si no, pues que paguen un alto impuesto e indemnicen a los que nos molestan y nos hacen gastar más dinero en limpieza e higiene.
viernes, noviembre 28, 2008
La OCU
Dice las noticias que ha sido premiada por su compromiso en la lucha antitabaco.
Hace algunos años, mientras se hablaba sobre la creación del Partido del Cigarro Partido, varios intercambiamos ideas de cómo debía gestarse un partido así, sobre cuales deberían ser sus fines, sobre cómo estos fines, aún diferenciados y, tan aparentemente específicos, podían ser universales -en cuanto a sus consecuencias en términos de orden social- llevando las cosas a extremos ideales porque estas conjeturas no podían salir del nivel teórico ni encontrar aplicación práctica. Por tanto, desde casi la fantasía, se habló bastante de nociones reinventadadas “pero sobre realidades existentes”.
En ese proceso dialéctico, aunque de manera muy rudimentaria, y a falta de un pulido en sus formas, se manejaron conceptos y re-definiciones tales como la de estado, corporación, demagogia, manipulación mediática, ciudadano, institución y consumidor, entre otros.
Si la sociedad había avanzado y ya todos los movimientos habidos en el siglo XX habían ya vencido, evolucionado o pasado de largo, ya se había alcanzado una estabilidad que no hacía presagiar una gran revolución –social-. Entonces, podíamos llegar a suponer que en el primer mundo vivimos la era de la “sociedad del bienestar” y, o todo ya está bien como está, o no puede cambiar más de manera significativa, o corresponde al azar o el destino ese tipo de cambios. En un panorama así, extrapolando la Pirámide de Manslow al caso, los integrantes de la sociedad han alcanzado el último escalón de la pirámide y como última meta queda la autorrealización. La plena autorrealización pasa por la “exhibición” moral y la resolución de problemas no-vitales -de manera altruista o no-. En tal caso, el tabaquismo en todas sus dimensiones, es un problema a resolver con alguna que otra implicación moral.
En conclusión, bajando a la tierra y apartándonos de explicaciones pesadísimas, en el último escalafón de una pirámide de Manslow adaptada a la psicología social, es lógico que el consumidor sea siempre una parte disconforme. Desde la constante exigencia, siempre aspiraremos a la mejora de nuestro entorno inmediato; primero el de nuestra intimidad, luego el de nuestro entorno laboral y, finalmente, el de los espacios en los que solemos socializar durante nuestro tiempo de ocio. En esos entornos el ciudadano ejerce el papel de consumidor de servicios que, pueden ser definidos como sociales, si el ocio se constituye como un servicio ofrecido al público (lo gestionen o no manos privadas y siempre que el propietario no renuncie al acceso público como según expliqué aquí). Por tanto, al menos aquí y ahora, lo que caracteriza la mala calidad del ocio es el humo de tabaco y sus inconveniencias principalmente. Como consumidores creo que es el objeto primordial de nuestra lucha: por la calidad del ocio; por la calidad del aire que se respira en esos entornos, donde disfrutamos de nuestro tiempo libre, donde socializamos, nos conocemos, nos comunicamos etc. Ese logro nos es vital.
Hace algunos años, mientras se hablaba sobre la creación del Partido del Cigarro Partido, varios intercambiamos ideas de cómo debía gestarse un partido así, sobre cuales deberían ser sus fines, sobre cómo estos fines, aún diferenciados y, tan aparentemente específicos, podían ser universales -en cuanto a sus consecuencias en términos de orden social- llevando las cosas a extremos ideales porque estas conjeturas no podían salir del nivel teórico ni encontrar aplicación práctica. Por tanto, desde casi la fantasía, se habló bastante de nociones reinventadadas “pero sobre realidades existentes”.
En ese proceso dialéctico, aunque de manera muy rudimentaria, y a falta de un pulido en sus formas, se manejaron conceptos y re-definiciones tales como la de estado, corporación, demagogia, manipulación mediática, ciudadano, institución y consumidor, entre otros.
Si la sociedad había avanzado y ya todos los movimientos habidos en el siglo XX habían ya vencido, evolucionado o pasado de largo, ya se había alcanzado una estabilidad que no hacía presagiar una gran revolución –social-. Entonces, podíamos llegar a suponer que en el primer mundo vivimos la era de la “sociedad del bienestar” y, o todo ya está bien como está, o no puede cambiar más de manera significativa, o corresponde al azar o el destino ese tipo de cambios. En un panorama así, extrapolando la Pirámide de Manslow al caso, los integrantes de la sociedad han alcanzado el último escalón de la pirámide y como última meta queda la autorrealización. La plena autorrealización pasa por la “exhibición” moral y la resolución de problemas no-vitales -de manera altruista o no-. En tal caso, el tabaquismo en todas sus dimensiones, es un problema a resolver con alguna que otra implicación moral.
En conclusión, bajando a la tierra y apartándonos de explicaciones pesadísimas, en el último escalafón de una pirámide de Manslow adaptada a la psicología social, es lógico que el consumidor sea siempre una parte disconforme. Desde la constante exigencia, siempre aspiraremos a la mejora de nuestro entorno inmediato; primero el de nuestra intimidad, luego el de nuestro entorno laboral y, finalmente, el de los espacios en los que solemos socializar durante nuestro tiempo de ocio. En esos entornos el ciudadano ejerce el papel de consumidor de servicios que, pueden ser definidos como sociales, si el ocio se constituye como un servicio ofrecido al público (lo gestionen o no manos privadas y siempre que el propietario no renuncie al acceso público como según expliqué aquí). Por tanto, al menos aquí y ahora, lo que caracteriza la mala calidad del ocio es el humo de tabaco y sus inconveniencias principalmente. Como consumidores creo que es el objeto primordial de nuestra lucha: por la calidad del ocio; por la calidad del aire que se respira en esos entornos, donde disfrutamos de nuestro tiempo libre, donde socializamos, nos conocemos, nos comunicamos etc. Ese logro nos es vital.
martes, noviembre 18, 2008
Max Payne y el tabaco
En una de las primeras escenas de esta película, una chica despampanante trata de coquetear valiéndose de un extraño cigarro (no recuerda a ninguna marca en concreto); para ello, por unos momentos, adopta unas posturas y un lenguaje corporal que recuerda a esa particular estética de los años 20. Ese cigarro es el único que aparece en la escena. Es el único que sale en toda la película y jamás será encendido, sino que acabará partido y pisoteado en el suelo sin producir una sola voluta.
Entonces, entre un juego de sombras y claroscuros, avanza hasta colocarse en el mismo plano que el protagonista.
Seductora, pregunta en un intento de aproximación comunicativa.
-¿Tienes fuego?
Pero él rompe las expectativas comunicativas de la joven y de cierto tipo de espectador. Su pensamiento está alejado de ese ambiente festivo. Impasible, apático, contesta.
-No fumo
Inmediatamente después, otros personajes entran en la acción de la escena. Lo que se sucede a continuación es el preludio de la acción trepidante que se disfruta a lo largo de la película y, el cigarro, desaparece para no volver tras una exclamación de enfado de su portadora, que lo parte y lo tira al suelo para pisotearlo sin ni siquiera haberlo encendido, como ya he dicho.
Resulta interesante que nada más empezar la película uno sepa que el tabaco no tiene lugar en ese universo. Si hubiese sido un a película española es probable que, en ese local de ocio nocturno en el que tiene lugar la escena, la mitad de la gente estaría ya fumando. El protagonista no sólo habría sacado su mechero ante el requerimiento de la chica, sino que además se habría encendido otro para él. Dado el tipo de película, el número de volutas avistadas rivalizaría con el de Casablanca. Se habría fumado con cualquier excusa en cualquier escena.
Se puede hacer un análisis semiótico de algunos aspectos de la trama y extrapolar el caso al tabaco. Aquí la acción gira entorno a una droga y su uso con fines perversos (por parte del malo, como instrumento de dominación mediante la alteración de conductas). En un principio, el gobierno había contratado a una farmacéutica para que diseñase un fármaco capaz de ofrecerles a los soldados ventajas sobrenaturales en combate. Pero no pudo ser. El proyecto fracasó porque la droga terminó siendo un arma incontrolable debido a sus indeseadas repercusiones psíquicas en los casos estudiados, que incluían alucinaciones y adicción. Así, el gobierno ordenó detener el proyecto, pero el malo de la película continúo con la producción de ese suero; le había encontrado una aplicación para su beneficio.
Se nota que en las películas americanas, las clasificaciones por edades y las advertencias, “morales” como muchos dicen, están funcionando para el caso del tabaco. Uno de los criterios empleados para determinar el grado de aptitud para según qué público, es el número de escenas de tabaco. Gracias a esta regulación, pronto, en el cine americano, será una rareza ver a un personaje fumando.
Antes de esa película, con las luces aún encendidas, pasaron el trailer de una producción española llamada “Sólo quiero caminar”, aunque bien podría llamarse “Sólo quiero fumar”. En demasiados fotogramas, estaba presente ese trastorno respiratorio que obliga a los enfermos a inspirar y exhalar humo de cigarro, sólo que no se presentaba de esa manera, sino con clase y estilo. El humo se veía realzado, espeso, abundante. Se paseaba por el objetivo de la cámara sin ningún tipo de asco o pudor, como si fuese lo más normal del mundo. En España, estamos a años luz de un cine libre de tabaquismo.
De hecho, una secuencia únicamente muestra una exhalación, de tal manera que el humo la centra y destaca -como si intentase decirnos algo-. Vosotros mismos podéis averiguar cuál es:
Entonces, entre un juego de sombras y claroscuros, avanza hasta colocarse en el mismo plano que el protagonista.
Seductora, pregunta en un intento de aproximación comunicativa.
-¿Tienes fuego?
Pero él rompe las expectativas comunicativas de la joven y de cierto tipo de espectador. Su pensamiento está alejado de ese ambiente festivo. Impasible, apático, contesta.
-No fumo
Inmediatamente después, otros personajes entran en la acción de la escena. Lo que se sucede a continuación es el preludio de la acción trepidante que se disfruta a lo largo de la película y, el cigarro, desaparece para no volver tras una exclamación de enfado de su portadora, que lo parte y lo tira al suelo para pisotearlo sin ni siquiera haberlo encendido, como ya he dicho.
Resulta interesante que nada más empezar la película uno sepa que el tabaco no tiene lugar en ese universo. Si hubiese sido un a película española es probable que, en ese local de ocio nocturno en el que tiene lugar la escena, la mitad de la gente estaría ya fumando. El protagonista no sólo habría sacado su mechero ante el requerimiento de la chica, sino que además se habría encendido otro para él. Dado el tipo de película, el número de volutas avistadas rivalizaría con el de Casablanca. Se habría fumado con cualquier excusa en cualquier escena.
Se puede hacer un análisis semiótico de algunos aspectos de la trama y extrapolar el caso al tabaco. Aquí la acción gira entorno a una droga y su uso con fines perversos (por parte del malo, como instrumento de dominación mediante la alteración de conductas). En un principio, el gobierno había contratado a una farmacéutica para que diseñase un fármaco capaz de ofrecerles a los soldados ventajas sobrenaturales en combate. Pero no pudo ser. El proyecto fracasó porque la droga terminó siendo un arma incontrolable debido a sus indeseadas repercusiones psíquicas en los casos estudiados, que incluían alucinaciones y adicción. Así, el gobierno ordenó detener el proyecto, pero el malo de la película continúo con la producción de ese suero; le había encontrado una aplicación para su beneficio.
Se nota que en las películas americanas, las clasificaciones por edades y las advertencias, “morales” como muchos dicen, están funcionando para el caso del tabaco. Uno de los criterios empleados para determinar el grado de aptitud para según qué público, es el número de escenas de tabaco. Gracias a esta regulación, pronto, en el cine americano, será una rareza ver a un personaje fumando.
Antes de esa película, con las luces aún encendidas, pasaron el trailer de una producción española llamada “Sólo quiero caminar”, aunque bien podría llamarse “Sólo quiero fumar”. En demasiados fotogramas, estaba presente ese trastorno respiratorio que obliga a los enfermos a inspirar y exhalar humo de cigarro, sólo que no se presentaba de esa manera, sino con clase y estilo. El humo se veía realzado, espeso, abundante. Se paseaba por el objetivo de la cámara sin ningún tipo de asco o pudor, como si fuese lo más normal del mundo. En España, estamos a años luz de un cine libre de tabaquismo.
De hecho, una secuencia únicamente muestra una exhalación, de tal manera que el humo la centra y destaca -como si intentase decirnos algo-. Vosotros mismos podéis averiguar cuál es:
domingo, noviembre 02, 2008
Agnes de Dios: Una monja muy fumadora
Es posible que Ron Brugal y la Fundación Altadis España patrocinen ciertos eventos culturales. Eso explicaría lo insólito de algunas escenas tabáquicas en muchas obras teatrales. A veces, el rostro constreñido de los productores y directores al comentar ante los medios la incorporación de elementos ajenos en sus propias paridas da cuenta de ello.
Esto es sólo una posibilidad teórica que puede tener reflejo o no en la realidad. En un escenario así, en el que la producción teatral da muy poco dinero sin el debido patrocinio, la Industria Tabaquera tomaría las riendas de la situación y compraría un canal comunicativo privilegiado para difundir sus mensajes. El impacto visual -sensorial en este caso- es esencial para conseguir dos objetivos primordiales de una inversión a plazo indefinido: la normalización del acto de fumar desde el rescate retrocultural y la invitación a desafiar prohibiciones en su interés; como si los “intentos de censura administrativa” aplicada al fumeteo fuesen una cuestión moral asociada a las trama argumental de la obra representada.
Actores de amarillentos dientes, nos proponen la última moda en estravaganzza teatral. Una monja muy fumadora y a mucha honra.
La obra es una adaptación estética de la obra de un tal John Pielmeier. Dicen que la han acomodado a los tiempos modernos. Ya existe una película de 1985 protagonizada por Jane Fonda. Por tanto, me parece que este forzado remake sólo destaca por la intención de sus escenas de tabaco. Para los que tenemos un mínimo de cultura, ese trasfondo que invita a una supuesta reflexión, es sólo apto para ingenuos con complejo de garrulos porque el tema propuesto para la reflexión y el debate está ya muy visto; es desfasado y cateto.
Aquí tenemos la presentación:
El dramaturgo americano John Pielmeier leyó en un periódico que el cadáver de un bebé había sido encontrado en la celda de una monja y, aunque el hecho en sí no llamó especialmente su atención, sí sintió interés por las posibilidades de reflexión que suscitaba. Comenzó a escribir Agnes de Dios espoleado por las preguntas de si existen los santos en el mundo de hoy y si son posibles los milagros en una sociedad marcada por el laicismo más rotundo. Las protagonistas de Agnes de Dios, la doctora Livingston, que procediendo de una educación católica ha abandonado la religión, y la madre Miriam, que ha llegado a la devoción como última agarradera que la libera del mundo, del demonio y la carne, encarnan, sólo aparentemente, las dos posibilidades de enfocar el drama: a partir del racionalismo o la fe. A una y a otra, el terrible suceso les remueve los débiles cimientos de sus creencias.
¿Quién fue el hombre que entró en el convento y sedujo a la hermana Agnes? ¿O fue ella la seductora? ¿Cómo es posible que ninguna de las monjas se diera cuenta de que la hermana Agnes estaba embarazada? ¿Es verosímil que ni la propia novicia conociera su estado? ¿Acaso la concepción del bebé fue por intervención divina? ¿Fue Dios, tal como afirma la hermana Agnes, quien estranguló a ese niño concebido por un ángel caído para llevarlo inmediatamente a su divina presencia? ¿Crimen o milagro?
El trailer no tiene desperdicio. Da pena en el fondo la atriz fumadora, que tiene que estar hasta la narices de fumar en cada representación, sin cobrar su plus de toxicidad. Muchos dirán que es necesario caracterizar a la monja así. Que es la mejor forma de recordar que, detrás del hábito, hay una mujer, un ser humano. Otros dirán que detrás del hábito lo que se esconde son los intereses de la Industria Tabaquera.
Los comentarios de los actores y el director tratan de justificar las peculiaridades de los cambios estéticos (porque no hay otros notorios a parte de lo del tabaco) con las coletillas liberaloides de siempre:
“…He optado por una visión muy libre, es decir, he pretendido que se acercara lo mas posible a los espectadores de hoy, a los espectadores españoles...”
“…nada es blanco ni es negro, sino que todas las relaciones entre los personajes están llenas de matices…”
“…será el propio público el que tome sus propias conclusiones…“
Pero lo mejor son los criterios empleada a la hora de remodelar la estética. Ellos dicen que se ha optado por el minimalismo y la sobriedad (con unos muebles de diseño muy bonitos, por cierto) en los que priman las líneas rectas y las formas lisas. Es cierto que no hay decoración añadida y los colores predominantes –un acierto- son el blanco y el negro. Ni siquiera veo otro color en el trailer. La verdad es que lo único que destaca visualmente, lo único que queda realzado con tanta sobriedad reapartida, es el cigarro encendido y las volutas de humo. El tabaco no pega en ese escenario ni con cola.
En conclusión, no recomiendo que vayáis a ver esta obra salvo que queráis que os atufen impíamente con humo de tabaco. Quizá tenga interés pedir palco o última fila y conservar la entrada para luego deducir la pertinente reclamación o denuncia.
Esto es sólo una posibilidad teórica que puede tener reflejo o no en la realidad. En un escenario así, en el que la producción teatral da muy poco dinero sin el debido patrocinio, la Industria Tabaquera tomaría las riendas de la situación y compraría un canal comunicativo privilegiado para difundir sus mensajes. El impacto visual -sensorial en este caso- es esencial para conseguir dos objetivos primordiales de una inversión a plazo indefinido: la normalización del acto de fumar desde el rescate retrocultural y la invitación a desafiar prohibiciones en su interés; como si los “intentos de censura administrativa” aplicada al fumeteo fuesen una cuestión moral asociada a las trama argumental de la obra representada.
Actores de amarillentos dientes, nos proponen la última moda en estravaganzza teatral. Una monja muy fumadora y a mucha honra.
La obra es una adaptación estética de la obra de un tal John Pielmeier. Dicen que la han acomodado a los tiempos modernos. Ya existe una película de 1985 protagonizada por Jane Fonda. Por tanto, me parece que este forzado remake sólo destaca por la intención de sus escenas de tabaco. Para los que tenemos un mínimo de cultura, ese trasfondo que invita a una supuesta reflexión, es sólo apto para ingenuos con complejo de garrulos porque el tema propuesto para la reflexión y el debate está ya muy visto; es desfasado y cateto.
Aquí tenemos la presentación:
El dramaturgo americano John Pielmeier leyó en un periódico que el cadáver de un bebé había sido encontrado en la celda de una monja y, aunque el hecho en sí no llamó especialmente su atención, sí sintió interés por las posibilidades de reflexión que suscitaba. Comenzó a escribir Agnes de Dios espoleado por las preguntas de si existen los santos en el mundo de hoy y si son posibles los milagros en una sociedad marcada por el laicismo más rotundo. Las protagonistas de Agnes de Dios, la doctora Livingston, que procediendo de una educación católica ha abandonado la religión, y la madre Miriam, que ha llegado a la devoción como última agarradera que la libera del mundo, del demonio y la carne, encarnan, sólo aparentemente, las dos posibilidades de enfocar el drama: a partir del racionalismo o la fe. A una y a otra, el terrible suceso les remueve los débiles cimientos de sus creencias.
¿Quién fue el hombre que entró en el convento y sedujo a la hermana Agnes? ¿O fue ella la seductora? ¿Cómo es posible que ninguna de las monjas se diera cuenta de que la hermana Agnes estaba embarazada? ¿Es verosímil que ni la propia novicia conociera su estado? ¿Acaso la concepción del bebé fue por intervención divina? ¿Fue Dios, tal como afirma la hermana Agnes, quien estranguló a ese niño concebido por un ángel caído para llevarlo inmediatamente a su divina presencia? ¿Crimen o milagro?
El trailer no tiene desperdicio. Da pena en el fondo la atriz fumadora, que tiene que estar hasta la narices de fumar en cada representación, sin cobrar su plus de toxicidad. Muchos dirán que es necesario caracterizar a la monja así. Que es la mejor forma de recordar que, detrás del hábito, hay una mujer, un ser humano. Otros dirán que detrás del hábito lo que se esconde son los intereses de la Industria Tabaquera.
Los comentarios de los actores y el director tratan de justificar las peculiaridades de los cambios estéticos (porque no hay otros notorios a parte de lo del tabaco) con las coletillas liberaloides de siempre:
“…He optado por una visión muy libre, es decir, he pretendido que se acercara lo mas posible a los espectadores de hoy, a los espectadores españoles...”
“…nada es blanco ni es negro, sino que todas las relaciones entre los personajes están llenas de matices…”
“…será el propio público el que tome sus propias conclusiones…“
Pero lo mejor son los criterios empleada a la hora de remodelar la estética. Ellos dicen que se ha optado por el minimalismo y la sobriedad (con unos muebles de diseño muy bonitos, por cierto) en los que priman las líneas rectas y las formas lisas. Es cierto que no hay decoración añadida y los colores predominantes –un acierto- son el blanco y el negro. Ni siquiera veo otro color en el trailer. La verdad es que lo único que destaca visualmente, lo único que queda realzado con tanta sobriedad reapartida, es el cigarro encendido y las volutas de humo. El tabaco no pega en ese escenario ni con cola.
En conclusión, no recomiendo que vayáis a ver esta obra salvo que queráis que os atufen impíamente con humo de tabaco. Quizá tenga interés pedir palco o última fila y conservar la entrada para luego deducir la pertinente reclamación o denuncia.
martes, octubre 28, 2008
El Sentenciazo
Una sentencia de la Audiencia Nacional pretende ratificar lo evidente (que el tabaco produce cáncer). Lo cual es todo un detalle que se nos conceda jurisprudencia en ese aspecto; qué generosidad. Pero, sin entrar a estudiar en profundidad la casuística del acto de fumar, concluye que el Estado no tiene la culpa de que la gente fume y asuma libremente ese riesgo porque, ¿quién les manda meterse humo en los pulmones?, ¡mira que es tonta la gente!
He aquí el enlace de la noticia.
Podría no haber entrado al fondo de esa cuestión y haberla obviado de alguna manera, con algún subterfugio, pero no lo ha hecho. No sólo ha preferido la Justicia -o esos representantes de la Justicia, mejor dicho- no sopesar las razones del denunciante sino que, de un plumazo, han querido dar carpetazo a las posibles futuras demandas porque, hablando de superlativos, si en otro tiempo se habló de un “decretazo” por polémico, yo creo que lo que ha dicho la Audiencia Nacional merece el calificativo de “sentenciazo”.
Resulta que el tribunal fundamenta su decisión en el hecho de que fumar es un acto libérrimo, y que el Estado no impone el consumo de tabaco, el cual es exclusiva responsabilidad del fumador.
La palabra “libérrimo” es la que destaca por su carga afectiva. El juez podría haber dicho simplemente que es un acto “libre” o “voluntario”, sin recurrir a ese superlativo que suena hasta arcaico. Denota bastante exaltación en lo que se revela a continuación.
“Libérrimo”, junto con lo de “no impone” y “exclusiva responsabilidad” (tenemos alguna que otra redundancia semántica en la sentencia), delatan una fuerte influencia de un tipo de ideología determinada en la sentencia pronunciada. Sin duda, no podemos hablar de imparcialidad en el dictado de esta sentencia, cuya justificación se apoya en unos planteamientos ideológicos determinados, alejados de cualquier tipo de razonamiento estrictamente jurídico. Estos jueces parece que han leído más de la cuenta “Libertad Digital” o sencillamente fuman mucho.
Pero el reconocimiento de que tal acto es libérrimo, como ellos dicen, y que es de exclusiva responsabilidad del fumador, implica que ese mismo acto (el de meterse humo en los pulmones), no es de exclusiva responsabilidad del fumador pasivo. En tal caso, es el fumador pasivo que enferme, o sea molestado indeciblemente, el único legitimado para interponer una demanda de esta índole puesto que su decisión de fumar correspondió a los intereses de la Industria Tabaquera y al Estado y su coerción social para permitir –e imponer en algunos casos- el consumo de tabaco en ciertos lugares públicos. A estos lugares, corriendo un riesgo que ahora se reconoce, accedimos legítimamente en ejercicio de nuestra libertad deambulatoria ¿o tendríamos que haber renunciado a ella, Señorías?.
Por tanto, el Estado y la Industria Tabaquera, son los que deben indemnizar a los que no fuman por respirar hollín cancerígeno y radioactivo en contra de nuestra voluntad. Porque recordemos que donde empieza la libertad del que no fuma, termina la libertad liberrísima del fumador. Tarde o temprano, estos jueces, políticos y otros actores sociales, tendrán que dar explicaciones sobre lo que han dicho y hecho. Y es posible que en un futuro haga falta una ley de memoria histórica como la que propuso el Partido de los No-Fumadores.
He aquí el enlace de la noticia.
Podría no haber entrado al fondo de esa cuestión y haberla obviado de alguna manera, con algún subterfugio, pero no lo ha hecho. No sólo ha preferido la Justicia -o esos representantes de la Justicia, mejor dicho- no sopesar las razones del denunciante sino que, de un plumazo, han querido dar carpetazo a las posibles futuras demandas porque, hablando de superlativos, si en otro tiempo se habló de un “decretazo” por polémico, yo creo que lo que ha dicho la Audiencia Nacional merece el calificativo de “sentenciazo”.
Resulta que el tribunal fundamenta su decisión en el hecho de que fumar es un acto libérrimo, y que el Estado no impone el consumo de tabaco, el cual es exclusiva responsabilidad del fumador.
La palabra “libérrimo” es la que destaca por su carga afectiva. El juez podría haber dicho simplemente que es un acto “libre” o “voluntario”, sin recurrir a ese superlativo que suena hasta arcaico. Denota bastante exaltación en lo que se revela a continuación.
“Libérrimo”, junto con lo de “no impone” y “exclusiva responsabilidad” (tenemos alguna que otra redundancia semántica en la sentencia), delatan una fuerte influencia de un tipo de ideología determinada en la sentencia pronunciada. Sin duda, no podemos hablar de imparcialidad en el dictado de esta sentencia, cuya justificación se apoya en unos planteamientos ideológicos determinados, alejados de cualquier tipo de razonamiento estrictamente jurídico. Estos jueces parece que han leído más de la cuenta “Libertad Digital” o sencillamente fuman mucho.
Pero el reconocimiento de que tal acto es libérrimo, como ellos dicen, y que es de exclusiva responsabilidad del fumador, implica que ese mismo acto (el de meterse humo en los pulmones), no es de exclusiva responsabilidad del fumador pasivo. En tal caso, es el fumador pasivo que enferme, o sea molestado indeciblemente, el único legitimado para interponer una demanda de esta índole puesto que su decisión de fumar correspondió a los intereses de la Industria Tabaquera y al Estado y su coerción social para permitir –e imponer en algunos casos- el consumo de tabaco en ciertos lugares públicos. A estos lugares, corriendo un riesgo que ahora se reconoce, accedimos legítimamente en ejercicio de nuestra libertad deambulatoria ¿o tendríamos que haber renunciado a ella, Señorías?.
Por tanto, el Estado y la Industria Tabaquera, son los que deben indemnizar a los que no fuman por respirar hollín cancerígeno y radioactivo en contra de nuestra voluntad. Porque recordemos que donde empieza la libertad del que no fuma, termina la libertad liberrísima del fumador. Tarde o temprano, estos jueces, políticos y otros actores sociales, tendrán que dar explicaciones sobre lo que han dicho y hecho. Y es posible que en un futuro haga falta una ley de memoria histórica como la que propuso el Partido de los No-Fumadores.
lunes, octubre 27, 2008
El ministro más inútil de la historia de la democracia
Pensaba no volver a mencionar más a este ignominioso siervo aquí. Porque no se merece ni la más mínima atención este débil mediocre. Su persona es demasiado vulgar como para merecer que la gente se digne a prestarle atención.
Ya recordé una de sus payasadas como ejemplo:
http://mirandoatrasconira.blogspot.com/2008/08/bernat-soria-el-padrazo.html
Aquí ya se le hizo la carta de presentación:
http://mirandoatrasconira.blogspot.com/2007/07/la-cobarda-del-gobierno.html
Pero él tiene afán de protagonismo. Insiste en ganarse nuestro más profundo desprecio a base de bien.
He aquí la noticia que ha despertado mi ira:
http://buscador.lavanguardia.es/buscador/resultados/20081027/53566864512/Sanidad-descarta-endurecer-la-ley-del-Tabaco-por-l.xhtml
Pero no me voy a arriesgar a que se rompa el enlace con el paso del tiempo, pues esto es basura ahora y lo será aún más en 100 años (no va por la periodista Celeste López). Aunque Quod scripsi scripsi, lo dejo aquí:
“El Gobierno no endurecerá la ley del Tabaco, al menos, en esta legislatura. Así lo indicaron a este periódico fuentes del ministerio que dirige Bernat Soria, quienes justifican esta decisión en que en la actual situación de incertidumbre económica y de contracción del consumo "no parece adecuado presionar más a la población, sobre todo a los propietarios de los bares y restaurantes", señalan.
Desde Sanidad se insiste, sin embargo, que la reforma de la ley no es un compromiso adquirido por el ministro Soria, quien siempre se ha mostrado más a favor de potenciar las campañas que promuevan el abandono del tabaquismo que por endurecer la normativa que entró en vigor el 1 de enero del 2006. Pero, la presión recibida por parte del mundo sanitario, así como por responsables autonómicos como la consellera Marina Geli, que consideran que la norma quedó "corta" ya que, aunque se ha erradicado el tabaco del mundo laboral, el humo sigue presente en los ambientes de ocio, como en bares y restaurantes, le obligó a replantearse la conveniencia de afrontar en esta legislatura la citada reforma.
A esta situación se sumaba la constatación de que, dependiendo de la comunidad, la ley se cumplía con rigor, como es el caso de Catalunya y Galicia, mientras que en otras, como en el País Vasco o Madrid, la norma apenas si se ha implantado en los bares y restaurantes. La única opción para imponer la tan cacareada equidad territorial, a decir del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT), es endurecer la norma estatal.
La reelección del Gobierno Zapatero el pasado mes de marzo y la continuidad de Soria al frente de un ministerio centrado en cuestiones de salud pública permitían al ministro abrir la posibilidad de ampliar el cerco al tabaco. Máxime cuando gran parte del trabajo de concienciación social de exigir ambientes libres de humo ya estaba realizado.
Pero cualquier modificación de la norma ha quedado tajantemente aparcada hasta que la sociedad española recupere la tranquilidad económica perdida en los últimos meses. "La reforma era clara: prohibir el consumo de tabaco en bares y restaurantes independientemente de los metros cuadrados que tenga el local", señalan fuentes del ministerio. Ante la actual situación de contracción del consumo, que se ha traducido de inmediato en la caída de los ingresos en ocio y restauración, el Gobierno "no puede" introducir un nuevo elemento que pueda frenar el consumo, indican.
Soria se centrará esta legislatura en intentar combatir el tabaquismo con campañas de concienciación y en velar para que la actual ley se cumple en todo el territorio. En este último punto, el ministro tiene mucho que hacer a tenor de los resultados de la ley. Según datos de la CNPT, seis de cada diez locales de hostelería incumplen esta norma que protege el derecho de todos a disfrutar de un ambiente no contaminado por el tabaco. Esto significa que el 40% de la población sigue expuesta al humo de los cigarrillos.”
Ahora, sin ser cansinos, divirtámonos con sus disparates…citemos pues (lástima que sea una transcripción de la periodista).
“El Gobierno no endurecerá la ley del Tabaco…”
¡Claro!, que no se asuste La Tabaquera y que no se apuren los fumadores, echándole jeta se podrá seguir fumando como hasta ahora; casi en todas partes. Debe de ser todo un alivio, después de lo dura que ya estaba. O sea, leyendo entre líneas, “desde el Estado iniciamos el intento de derogación de facto de la Ley 28/05, con uno poco de suerte, y si Europa no nos molesta, podréis volver a fumar hasta en la oficina”.
“…en la actual situación de incertidumbre económica y de contracción del consumo, "no parece adecuado presionar más a la población, sobre todo a los propietarios de los bares y restaurantes"…”
¡Anda!, ¿entonces no era un mito? El tabaco es bueno para la economía. El dinero que la gente no gasta en tabaco, se lo traga en un agujero negro, se me había olvidado. Lo que más gracia me hace es lo de “no me parece adecuando presionar más a la población”. Por un momento pensé que se refería al fumador pasivo. Pero es lo contrario: del fumador pasivo abusad lo que queráis, a barco hundido cañonazos.
En cuanto al resto, debe de haber una errata en el texto. Donde pone “sobre todo a los propietarios de los bares y restaurantes”, hemos de entender, “sobre todo a los propietarios de los estancos” (y otros beneficiarios e interesados por extensión).
“…siempre se ha mostrado más a favor de potenciar las campañas que promuevan el abandono del tabaquismo que por endurecer la normativa…”
Es decir, lo más caro e ineficaz. Lo que garantiza la estabilidad de los niveles de consumo que ya vuelven a implicar al 30% de la población.
“…el Gobierno "no puede" introducir un nuevo elemento que pueda frenar el consumo…”
Es tajante y no quiere dejar lugar a réplica y discusión. Eso es consecuente con la conspiración de los poderes públicos contra la salud y el bienestar de la sociedad. La contundencia asertiva es una estrategia avistada también en el texto del “sentenciazo” (mañana hablaré de él); seguridad en apariencia, debilidad en realidad.
¿"Frenar el Consumo" de qué, Señor Soria? ¿En general? Me parece que no, lo que quiere decir es que el gobierno no puede permitir que la gente compre menos tabaco. Por muy en crisis que estén los vendedores de coches, las inmobiliarias y los restaurantes, el gobierno no puede permitir que se produzca un trasvase del dinero que el contribuyente se gasta en tabaco a otros sectores necesitados. Sería lógico que el consumidor tuviese otras prioridades distintas a las de fumar pero Soria, en su ignorancia supina, no lo ve así. Es evidente que no se va a reformar la fiscalidad del tabaco porque el gobierno se ha acomodado a ese sistema de recaudación; recaudación garantizada por la adicción de la población. Qué suerte tiene la industria tabaquera que goza del amparo privilegiado de un estado al completo. Ya cabría preguntarse si, en caso de depresión absoluta, de debacle económica aguda, preferiría que la gente muriese de inanición antes que tomar medidas que contrariasen a los intereses de un solo sector: el de la Industria Tabaquera. Quizás seamos así más felices, fumando; aunque muertos de hambre pero fumando.
Ya recordé una de sus payasadas como ejemplo:
http://mirandoatrasconira.blogspot.com/2008/08/bernat-soria-el-padrazo.html
Aquí ya se le hizo la carta de presentación:
http://mirandoatrasconira.blogspot.com/2007/07/la-cobarda-del-gobierno.html
Pero él tiene afán de protagonismo. Insiste en ganarse nuestro más profundo desprecio a base de bien.
He aquí la noticia que ha despertado mi ira:
http://buscador.lavanguardia.es/buscador/resultados/20081027/53566864512/Sanidad-descarta-endurecer-la-ley-del-Tabaco-por-l.xhtml
Pero no me voy a arriesgar a que se rompa el enlace con el paso del tiempo, pues esto es basura ahora y lo será aún más en 100 años (no va por la periodista Celeste López). Aunque Quod scripsi scripsi, lo dejo aquí:
“El Gobierno no endurecerá la ley del Tabaco, al menos, en esta legislatura. Así lo indicaron a este periódico fuentes del ministerio que dirige Bernat Soria, quienes justifican esta decisión en que en la actual situación de incertidumbre económica y de contracción del consumo "no parece adecuado presionar más a la población, sobre todo a los propietarios de los bares y restaurantes", señalan.
Desde Sanidad se insiste, sin embargo, que la reforma de la ley no es un compromiso adquirido por el ministro Soria, quien siempre se ha mostrado más a favor de potenciar las campañas que promuevan el abandono del tabaquismo que por endurecer la normativa que entró en vigor el 1 de enero del 2006. Pero, la presión recibida por parte del mundo sanitario, así como por responsables autonómicos como la consellera Marina Geli, que consideran que la norma quedó "corta" ya que, aunque se ha erradicado el tabaco del mundo laboral, el humo sigue presente en los ambientes de ocio, como en bares y restaurantes, le obligó a replantearse la conveniencia de afrontar en esta legislatura la citada reforma.
A esta situación se sumaba la constatación de que, dependiendo de la comunidad, la ley se cumplía con rigor, como es el caso de Catalunya y Galicia, mientras que en otras, como en el País Vasco o Madrid, la norma apenas si se ha implantado en los bares y restaurantes. La única opción para imponer la tan cacareada equidad territorial, a decir del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT), es endurecer la norma estatal.
La reelección del Gobierno Zapatero el pasado mes de marzo y la continuidad de Soria al frente de un ministerio centrado en cuestiones de salud pública permitían al ministro abrir la posibilidad de ampliar el cerco al tabaco. Máxime cuando gran parte del trabajo de concienciación social de exigir ambientes libres de humo ya estaba realizado.
Pero cualquier modificación de la norma ha quedado tajantemente aparcada hasta que la sociedad española recupere la tranquilidad económica perdida en los últimos meses. "La reforma era clara: prohibir el consumo de tabaco en bares y restaurantes independientemente de los metros cuadrados que tenga el local", señalan fuentes del ministerio. Ante la actual situación de contracción del consumo, que se ha traducido de inmediato en la caída de los ingresos en ocio y restauración, el Gobierno "no puede" introducir un nuevo elemento que pueda frenar el consumo, indican.
Soria se centrará esta legislatura en intentar combatir el tabaquismo con campañas de concienciación y en velar para que la actual ley se cumple en todo el territorio. En este último punto, el ministro tiene mucho que hacer a tenor de los resultados de la ley. Según datos de la CNPT, seis de cada diez locales de hostelería incumplen esta norma que protege el derecho de todos a disfrutar de un ambiente no contaminado por el tabaco. Esto significa que el 40% de la población sigue expuesta al humo de los cigarrillos.”
Ahora, sin ser cansinos, divirtámonos con sus disparates…citemos pues (lástima que sea una transcripción de la periodista).
“El Gobierno no endurecerá la ley del Tabaco…”
¡Claro!, que no se asuste La Tabaquera y que no se apuren los fumadores, echándole jeta se podrá seguir fumando como hasta ahora; casi en todas partes. Debe de ser todo un alivio, después de lo dura que ya estaba. O sea, leyendo entre líneas, “desde el Estado iniciamos el intento de derogación de facto de la Ley 28/05, con uno poco de suerte, y si Europa no nos molesta, podréis volver a fumar hasta en la oficina”.
“…en la actual situación de incertidumbre económica y de contracción del consumo, "no parece adecuado presionar más a la población, sobre todo a los propietarios de los bares y restaurantes"…”
¡Anda!, ¿entonces no era un mito? El tabaco es bueno para la economía. El dinero que la gente no gasta en tabaco, se lo traga en un agujero negro, se me había olvidado. Lo que más gracia me hace es lo de “no me parece adecuando presionar más a la población”. Por un momento pensé que se refería al fumador pasivo. Pero es lo contrario: del fumador pasivo abusad lo que queráis, a barco hundido cañonazos.
En cuanto al resto, debe de haber una errata en el texto. Donde pone “sobre todo a los propietarios de los bares y restaurantes”, hemos de entender, “sobre todo a los propietarios de los estancos” (y otros beneficiarios e interesados por extensión).
“…siempre se ha mostrado más a favor de potenciar las campañas que promuevan el abandono del tabaquismo que por endurecer la normativa…”
Es decir, lo más caro e ineficaz. Lo que garantiza la estabilidad de los niveles de consumo que ya vuelven a implicar al 30% de la población.
“…el Gobierno "no puede" introducir un nuevo elemento que pueda frenar el consumo…”
Es tajante y no quiere dejar lugar a réplica y discusión. Eso es consecuente con la conspiración de los poderes públicos contra la salud y el bienestar de la sociedad. La contundencia asertiva es una estrategia avistada también en el texto del “sentenciazo” (mañana hablaré de él); seguridad en apariencia, debilidad en realidad.
¿"Frenar el Consumo" de qué, Señor Soria? ¿En general? Me parece que no, lo que quiere decir es que el gobierno no puede permitir que la gente compre menos tabaco. Por muy en crisis que estén los vendedores de coches, las inmobiliarias y los restaurantes, el gobierno no puede permitir que se produzca un trasvase del dinero que el contribuyente se gasta en tabaco a otros sectores necesitados. Sería lógico que el consumidor tuviese otras prioridades distintas a las de fumar pero Soria, en su ignorancia supina, no lo ve así. Es evidente que no se va a reformar la fiscalidad del tabaco porque el gobierno se ha acomodado a ese sistema de recaudación; recaudación garantizada por la adicción de la población. Qué suerte tiene la industria tabaquera que goza del amparo privilegiado de un estado al completo. Ya cabría preguntarse si, en caso de depresión absoluta, de debacle económica aguda, preferiría que la gente muriese de inanición antes que tomar medidas que contrariasen a los intereses de un solo sector: el de la Industria Tabaquera. Quizás seamos así más felices, fumando; aunque muertos de hambre pero fumando.
miércoles, octubre 15, 2008
Ya estamos con los premios. Ahora Fernando Savater
A Fernando Savater se le concede el Premio Planeta 2008 por su “buen quehacer” como novelero. Este escritor y filósofo pasa a engrosar la ya escandalosamente larga lista de liberaloides protabaquistas agraciados con el don del éxito mediático. Irá al cielo junto con, entre otros, Javier Marías y Xavier Sala Martin.
Para este miembro del Club más Tolerante de toda España, lo del tabaco y su regulación es un tema recurrente en sus escribidurías. Dedica bastantes esfuerzos, (hasta rozar el descaro), a difundir su particular filosofía; determinada por su vicio y la patológica necesidad de convencerse a sí mismo de lo que no puede ser.
Trata de ofrecer una solución evasista al sentido de la vida y haciendo uso del relativismo moral y gnoseológico, trata de inocular en sus lectores una visión quebrada de la realidad adaptada a su vicio, con tendencia a solicitar nuestra tolerancia con… lo que no puede ser.
He aquí,(substraigo las siguientes líneas), una típica muestra de su estéril rechazo al intento de búsqueda de cualquier verdad absoluta. Dice en una de sus clases de ética:
“Algunos aseguran que lo más noble es vivir para los demás y otros señalan que lo más útil es lograr que los demás vivan para uno. Según ciertas opiniones lo que cuenta es ganar dinero y nada más, mientras que otros arguyen que el dinero sin salud, tiempo libre, afecto sincero o serenidad de ánimo no vale nada. Médicos respetables indican que renunciar al tabaco y al alcohol es un medio seguro de alargar la vida, a lo que responden fumadores y borrachos que con tales privaciones a ellos desde luego la vida se les haría mucho más larga. Etc.”
Entre sus devaneos que no vienen a decir nada, se descubre su autismo y falta de compromiso social (típico de la filósofía, la psicólogía o cualquier otra materia tratada desde una perspectiva unidisciplinar, la verdad), se topa un no-fumador con llamadas de atención en forma de manifiestos pro-libertad-para-el-fumador, que es en lo único que para él parece no estar sujeto a duda o discusión. Es lo único a lo que no le aplica el “Sólo-sé-que-no-sé-nada” porque es su única verdad absoluta. Su adicción a los puros le hace verlo tan claro como el principio del racionalismo cartesiano. Tengo ganas de fumar, luego tengo que defender mi libertad de fumar donde me de la gana.
Para este miembro del Club más Tolerante de toda España, lo del tabaco y su regulación es un tema recurrente en sus escribidurías. Dedica bastantes esfuerzos, (hasta rozar el descaro), a difundir su particular filosofía; determinada por su vicio y la patológica necesidad de convencerse a sí mismo de lo que no puede ser.
Trata de ofrecer una solución evasista al sentido de la vida y haciendo uso del relativismo moral y gnoseológico, trata de inocular en sus lectores una visión quebrada de la realidad adaptada a su vicio, con tendencia a solicitar nuestra tolerancia con… lo que no puede ser.
He aquí,(substraigo las siguientes líneas), una típica muestra de su estéril rechazo al intento de búsqueda de cualquier verdad absoluta. Dice en una de sus clases de ética:
“Algunos aseguran que lo más noble es vivir para los demás y otros señalan que lo más útil es lograr que los demás vivan para uno. Según ciertas opiniones lo que cuenta es ganar dinero y nada más, mientras que otros arguyen que el dinero sin salud, tiempo libre, afecto sincero o serenidad de ánimo no vale nada. Médicos respetables indican que renunciar al tabaco y al alcohol es un medio seguro de alargar la vida, a lo que responden fumadores y borrachos que con tales privaciones a ellos desde luego la vida se les haría mucho más larga. Etc.”
Entre sus devaneos que no vienen a decir nada, se descubre su autismo y falta de compromiso social (típico de la filósofía, la psicólogía o cualquier otra materia tratada desde una perspectiva unidisciplinar, la verdad), se topa un no-fumador con llamadas de atención en forma de manifiestos pro-libertad-para-el-fumador, que es en lo único que para él parece no estar sujeto a duda o discusión. Es lo único a lo que no le aplica el “Sólo-sé-que-no-sé-nada” porque es su única verdad absoluta. Su adicción a los puros le hace verlo tan claro como el principio del racionalismo cartesiano. Tengo ganas de fumar, luego tengo que defender mi libertad de fumar donde me de la gana.
jueves, octubre 02, 2008
¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Vas a comer a un restaurante sin fijarte mucho en los carteles de “aquí sí” o “aquí no”. A lo mejor no caes en la cuenta porque tales carteles no están o porque el hambre apremia y ni te acuerdas de eso. Además, si vas temprano y eres de los primeros en tomar asiento, casualmente nadie te recuerda que estás en España a base de tufaradas humeantes. Pero mientras esperas el plato y pasan unos minutos de las dos de la tarde, los camareros empiezan a colocar los ceniceros en las mesas. Entonces es cuando toca suspirar, inspirar hondo y aguantar porque llega la hora del toque de queda: los garrulos desenfundan sus armas y abren fuego…
Han transcurrido cinco minutos y lo que debía ser una agradable hora de la comida y de la sobremesa se convierte en un calvario. Te das prisa en terminar tu plato y renuncias al postre con la esperanza de poder terminar e irte antes de que tu pelo quede impregnado de ese aroma tan exclusivo, o al menos para que esas pegajosas partículas no penetren demasiado hasta tu ropa interior y más allá. Al final, lo que podría haber sido una estancia con un ambiente agradable para todos, acaba convirtiéndose en un entorno con una atmósfera incómoda para la mayoría. Para ti, que no fumas y te sienta mal o te da asco el humo, el restaurante es un auténtico purgatorio. Y es entonces cuando te preguntas, “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”
Han transcurrido cinco minutos y lo que debía ser una agradable hora de la comida y de la sobremesa se convierte en un calvario. Te das prisa en terminar tu plato y renuncias al postre con la esperanza de poder terminar e irte antes de que tu pelo quede impregnado de ese aroma tan exclusivo, o al menos para que esas pegajosas partículas no penetren demasiado hasta tu ropa interior y más allá. Al final, lo que podría haber sido una estancia con un ambiente agradable para todos, acaba convirtiéndose en un entorno con una atmósfera incómoda para la mayoría. Para ti, que no fumas y te sienta mal o te da asco el humo, el restaurante es un auténtico purgatorio. Y es entonces cuando te preguntas, “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”
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