domingo, marzo 16, 2008

El olor del humo

Tradicionalmente la manipulación mediática de las tabaqueras ha despotricado de la misma manera. Ha tratado de lavar el cerebro del que no fuma para que no vea el humo, no husmee el humo, no oiga que molesta y no lea que enferma. En ningún anuncio moderno de Marlboro Country se ve humo. Por fortuna, tampoco se huele.

Eliminando el reconocimiento de que el humo intoxica y molesta al que no lo produce, todo lo demás pasa a ser una cuestión de intolerancia. Insinúan los justificadores del deber de soportar, que compartir estancia con alguien fumando es para el que no fuma solamente un espectáculo visual. Un espectáculo que a los intolerantes les molesta y a los tolerantes no.

Pero señores, tengamos un poco de cabeza y dejémonos de absurdos lógicos. No es lo mismo que por mi campo visual se cruce un gordo, una mujer con barba, un feo, o un tatuado que tener cerca a cualquiera de ellos fumando –los vea o no-. Si yo no quiero observar a una persona cuyo aspecto físico me desagrada, puedo mirar a otro lado o no prestarle atención. Si yo no quiero respirar el humo que produce porque me desagrada tengo que dejar de respirar o colocarme una máscara antigás. Si yo inspiro un hollín radiactivo y pegajoso mis pulmones tienen que asimilarlo o expectorarlo; si yo accidentalmente veo a esas personas de las que hemos hablado, mis ojos no enrojecen y lagrimean. Sin embargo, el humo de tabaco desencadena en mi organismo alteraciones fisiológicas independientemente de cual sea mi actitud. Eso es algo ajeno a mi voluntad.

domingo, marzo 02, 2008

30%

Un nuevo apunte salido en las noticias desvela que el español consume 4 veces más drogas de diseño y hachís que el resto de los europeos. Pero eso ya no alerta a nadie y como ya aburro hablando de lo mismo, pasaremos a otro tabú relacionado: los que se van de picos pardos.

El otro día salieron a la luz los datos de un informe estadístico sobre la actividad de las prostitutas y los putañeros en este país. Bienvenidos una vez más al país de los records.

Resumamos:

-Más de medio millón de prostitutas.
-30% de putañeros entre los varones en edad adulta.

Repetimos:

-600.000 mujeres ejercen la prostitución.
-Por estadística, alguno de vuestros amigos, maridos o hermanos...

A muchos, de esos que no son “delicaos”, les parecerá normal. Esos, mientras sostienen una lata de cerveza en una mano y un cigarro en la otra, dirán que los hombres tienen derecho a contratar los servicios de las señoritas que se prostituyen libremente.

Todo eso es mentira. Lo único que existe es un deleznable abuso de posición por parte de quien paga por un servicio así. Nadie se prostituye con agrado precisamente y nadie debería contribuir a la oferta de esos servicios demandando sexo. Sólo la necesidad explica la “voluntariedad” de quien se vende por dinero. La libertad no existe porque el repertorio de opciones está severamente acotado para quienes se ven obligadas a ejercer el oficio.

También me parece absurdo que se distinga entre las que obtienen un cierto nivel económico o “standing” dedicándose a ello y las que lo hacen por pura supervivencia. Si bien podrá haber un grueso de trabajadoras que no sean víctimas de chantajes, presiones, violencia, extorsiones y otros delitos propios de la trata de blancas, la falta de escrúpulos o debilidad moral que caracteriza a sus clientes subyace en cualquier caso y los matices son poco menos que anecdóticos.

Estamos siempre con lo mismo. Los proxenetas no tienen ningún derecho a desarrollar sus actividades porque no se están responsabilizando de los costes sanitarios sociales y económicos que el resto de la sociedad paga por su culpa. Dejando a un lado, como siempre, consideraciones morales y de dignidad, tanto el cliente como el proxeneta contribuyen al mantenimiento de círculos viciosos de ignorancia, pobreza y miseria, fracaso social, drogadicción y enfermedad.

Al igual que está ocurriendo con las drogas duras, el grado de aceptación social asumido erróneamente como un signo de progreso, está alcanzando cotas que van de lo irrisorio a lo escandaloso. La frívola asunción de normalidad, a menudo condicionada por postulados liberalistas y su autista concepción de la responsabilidad individual, hace creer a la clase política española que aquí no pasa nada y esto ocurre de igual manera en cualquier país de Europa. Si es normal que los españoles consuman 4 veces más cocaina que los europeos, también debe de ser normal que el porcentaje de putañeros sea 6 veces superior al del Reino Unido.

Dirán los políticos populacheros: “Como son tantos los proxenetas, las prostitutas y los clientes ¿para qué nos vamos a meter en camisas de 11 varas regulando o prohibiendo? Prohibido prohibir, qué viva el libre albedrío y al que no le guste que se aguante.”

Señores parlamentarios, la clase política no puede caer en la inoperancia por culpa de tabúes asumidos tradicionalmente por una sociedad, si a ustedes les da vergüenza o miedo regular algo, tienen que mentalizarse, armarse de valor, ir al sicólogo si hace falta, y proceder. ¿Qué no da tiempo y hay cosas más importantes que legislar? Bueno; entonces habrá que trabajar en turno de tarde también en el hemiciclo.

Pero ya está bien de hacer la vista gorda con los “problemas sociales” por excelencia. Y basta de tabúes políticos. Si hay que concienciar a un putañero, se conciencia. Si hay que prohibirle y perseguirlo, se le persigue. En los países de nuestro entorno la prostitución está regulada o prohibida. En España no se hace ni lo uno ni lo otro.

domingo, febrero 17, 2008

Control, erradicación y prevención

No creo que sea propio de un no-fumador el interesarse por el uso que se pueda hacer del tabaco en la intimidad. El cultivo de la planta de tabaco en la jardinera de la terraza de un piso, el secado de su hoja en el tendedero de la ropa, la trituración con un almirez, etc. y la experimentación del individuo en su privacidad del acto de fumar en sí, -la práctica de lo conocido como autoconsumo- no es tabaquismo.

El problema está en la comercialización del tabaco. La venta al público, su promoción y, por tanto, la creación de toda una industria entorno a ello es lo que nunca debió existir. Ahora, los intereses creados y el ingente número de beneficiarios directos hacen muy difícil que el problema pueda ser atajado sin lucha, sacrificios y tiempo.

Actualmente, en lo que concierne al tratamiento general del problema del tabaquismo, se habla de control. Tanto la connotación asumida por el uso del término “tabaquismo” como el fin denotado por la palabra “control”, nos indican que sólo se pretende abordar el aspecto específico de un problema que es más complejo y amplio. Amplitud que trasciende lo estrictamente sanitario.

Si por un lado consideramos que el tabaquismo es un mal económico y social, además de sanitario público, llegamos fácilmente a la conclusión de que una lacra tan arraigada sólo puede ser abordada de manera eficaz con medidas aplicadas a los diferentes frentes mencionados de manera simultánea, y esa iniciativa debe ser auspiciada desde la voluntad política.

Si por otro lado hablamos de “control” referido al tabaquismo, incurrimos en una incoherencia. Esa palabra pone de manifiesto que no se pretende solucionar un problema sino mantener sus consecuencias en la salud pública a raya ¿alguien se imagina que en 1942 se destinasen políticas orientadas al “control del nazismo”?

Entonces, siendo coherentes, si deseamos atajar de una vez por todas de manera sincera el problema del tabaquismo, debemos dejar claro que las medidas para luchar contra el mismo deberán estar orientadas a la erradicación. Hablar de “control” sobre algo que está siempre fuera de control supone, como siempre, una declaración de intenciones, una operación de maquillaje, una disculpa formal.

Por eso, desde el auténtico movimiento antitabaco, nunca se hablará de control; más bien se hablará de erradicación. La erradicación se materializará en la reconversión total de las empresas tabaqueras sellada mediante la consecutiva ilegalización del comercio del tabaco. Una vez que esto quede claro, y no deje lugar a dudas, tras la erradicación quizá podamos hablar de la prevención.

viernes, febrero 15, 2008

Homicidio imprudente en masa

La comercialización del tabaco, el fomento de su consumo y el auspicio de los intereses de la industria tabaquera, conlleva una responsabilidad criminal para quien actúe llevando a cabo cualquiera de esas tareas o que, de forma directa e intencionada, favorezca el consumo de tabaco. Porque es posible que vender o cultivar tabaco en sí no mate. Pero sí lo hace el inexorable destino de toda esa hojarasca seca de tabaco envenenada: la combustión y la inhalación de su producto.

Por eso, hacer como hace, apología de su consumo, una organización pantalla de la industria tabaquera llamada el “Club de Fumadores por la Tolerancia”, constituye una actividad criminal. Esos señores saben perfectamente que quienes comparten su vicio, corren el riesgo de morir y que es moralmente inaceptable que ensalcen en público el acto de fumar bajo la bandera de la libertad individual. Aún así, ellos proceden con su cometido sin tan siquiera ruborizarse pese a que todo el mundo sabe por qué lo hacen.

Pero más condenable es, aún si cabe, la buena predisposición de la prensa mercenaria y de nuestros parlamentarios a escucharles cada vez que quieren pronunciarse en público. No nos engañemos, a día de hoy es absurdo que ciertos medios de comunicación insistan en presentar a estos señores tan tolerantes como tertulianos válidos –e incluso interlocutores válidos-, cada vez que el gobierno propone nuevas regulaciones sobre control de la venta y consumo de tabaco.

Francamente, a mi jamás se me ocurriría asistir a un debate en cualquier medio de comunicación si alguno de estos señores está presente. No es cómodo ni apropiado pretender que personas involucradas en la muerte de 60.000 personas al año merezcan ser escuchadas, salvo si es en el banquillo de los acusados de la sala de un tribunal.

Figuran como miembros integrantes del Club de Fumadores por la Tolerancia José María Mohedano y Javier Marías, entre otros.

lunes, febrero 11, 2008

Nuestra lucha contra el ruido llega a su fin



He aquí una notificación del Ayuntamiento más ruidoso de toda España.

Destaco el orgulloso intento de atribuirse la potestad discrecional de ejecutar el auto y ofrecernos la resolución judicial como la gracia de una entidad que cumple porque sus miembros lo han decidido democráticamente –porque tienen buena voluntad-. Habría tenido sentido este acuerdo si a lo largo de todo el proceso hubiésemos ido recibiendo notificaciones sobre lo que se iba debatiendo al respecto, sobre cada una de nuestras solicitudes, reclamaciones y denuncias o, si llegado este momento, aún cupiese recurso por parte del Ayuntamiento; pero no es ni ha sido el caso.

No se debate ni se vota en democracia sobre la procedencia de cumplir y hacer cumplir las leyes y las sentencias judiciales. Sólo se procede y ya está.

La amenaza de los que no queremos fumar

En cualquier caso, todo esto está siendo una interesante experiencia para conocer el comportamiento de las administraciones españolas. Es un microcosmos en el que podemos estudiar a pequeña escala los entresijos burocráticos con los que nos toparemos los que no queremos fumar de gorra y que, en un futuro próximo, nos enfrentaremos al Estado para conseguir aquello que nos pertenece por justicia. Ya hemos aprendido la lección y estamos hartos de escuchar promesas incumplidas y de leer leyes en papel mojado. Pero hemos tomado nota y pronto se librará la madre de todas las batallas en los tribunales. Las pruebas están siendo reunidas y los nombres anotados. Tanto el Estado como las administraciones autonómicas tarde o temprano sucumbirán ante nuestras impetuosa determinación. Una vez que las demandas comiencen muchas cosas van a empezar a cambiar en este país en lo que respecta al tabaco, su consumo y su venta. La razón y tres años van a ser suficientes para que los responsables rectifiquen, nos paguen y pidan perdón. La administración ha tenido tiempo de sobra de hacer las cosas bien por las buenas y no ha querido. Ahora es tiempo de que se hagan como debieron hacerse desde un principio: por las malas.

viernes, febrero 08, 2008

Está claro lo esencial

Los políticos socialistas se han hartado de decir que es muy difícil regular el consumo de tabaco en lugares públicos, aunque sean cerrados. ¿Es complicada la aplicación de la regulación? Es posible. Tienen derecho a hablar de lo difícil que les resulta no fumar en lugares de acceso público con techo las personas que están acostumbradas a fumar en ellos; no un ministro de Sanidad. Si el ministro de Sanidad no es capaz de conseguir algo que la sociedad considera fácil, ello sólo puede deberse a su incompetencia o a que sus superiores no le prestan el auxilio debido, deliberadamente.

Saber y hacer saber dónde no se puede fumar es muy sencillo. Si alguien quiere inhalar su dosis, antes de echarse la mano al bolsillo, mirará al cielo como encomendándose a Dios -tiene 40 razones en forma de carcinógenos para hacerlo-. Si cualquier obstáculo le impide ver el cielo, ha de abstenerse en ese momento. Aplazará la quema de cigarros para otra ocasión y en otro lugar, o saldrá al exterior.

La imperiosa necesidad de fumar en un lugar y momento concretos es solamente achacable al síndrome de abstinencia. Si un individuo no es capaz de respetar una norma tan sencilla, tiene un problema de autocontrol que lo convierte en un inadaptado social, al mostrarse incapaz de respetar a desconocidos. Si eso le sucede, debe buscar ayuda médica de manera urgente. Si no lo hace, entonces a esa persona adicta al tabaco fumado, se le puede acusar de falta de responsabilidad.

lunes, enero 28, 2008

El humo radiactivo


El año pasado asistimos al fallecimiento del ex-espía ruso Alexander Litvinenko. Las autoridades británicas revelaron que su lenta agonía tuvo que ver con la exposición al polonio 210, que es un elemento altamente radiactivo.

Se dispararon las alarmas y la opinión pública británica se escandalizó ante lo que suponía una clara amenaza para la salud pública y la seguridad nacional. Poco después las aguas parecieron calmarse porque aquello fue algo excepcional y porque el Polonio 210 no era tan letal: había estado entre nosotros desde hacía tiempo, pero no se sabía. Antes de la muerte del espía sólo lo sabíamos esas personae non gratae que nos dedicamos a molestar a las tabaqueras.

La combustión de ciertos fosfatos provenientes de abonos y pesticidas, que se hayan presentes en la planta de tabaco, libera el polonio 210, el cual emite radiactividad al ser sometido a la temperatura del cigarro encendido que lo acoge, al igual que ocurre con el plomo 210. Tras cada inhalación de humo de tabaco, el fumador recibe radiactividad en pequeñas dosis; pequeñas pero detectables y muy por encima de lo aconsejado. Para igualar la dosis de radiactividad recibida durante una radiografía de torax, es suficiente con fumar un paquete de cigarrillos a lo largo de una noche en un antro cargado de humo tabacoso.

Por otra parte, en ambientes cargados es lógico pensar que el fumador pasivo también inhala partículas radiactivas provenientes del humo que comparte con el fumador.

La radiactividad presente en el espacio de un local nocturno en el que se fuma profusamente es medible. Porque es España uno de los países de Europa que más índices de radiactividad acusa en sus edificios de acceso público. Todo porque España no huele a ajo, como creía Victoria Beckham; más bien huele a humo de tabaco.

martes, enero 15, 2008

El engaño de las tabaqueras al feminismo


Garganta Profunda fue estrenada a primeros de los 70. Curiosamente, esta película de éxito tiene al tabaco como protagonista en su escena más memorable. En cierto momento, en un gesto que provoca la risa del espectador por lo artificial del hecho, Helen le pregunta a su amante que le practicaba el sexo oral: “Mind if I smoke, while you're eating?”.

Aquello era un gesto contestatario que representaba la culminación de todo un camino. La comercialización de la píldora, supuso para la mujer de los años 60 un paso de gigante hasta alcanzar la liberación sexual. Una conquista más del feminismo era la demostración de que podían fumar igual que los hombres -sólo que con más glamour y estilo-. Así pues, Helen celebraba sus nuevas conquistas en nombre del feminismo fumándose un pitillo.

Durante los Locos Años 20, la industria pudo observar como algo anecdótico el que algunas cabareteras y actrices comenzaran a fumar. En los años 30, las rutilantes estrellas hollywoodienses comenzaron a ser el vehículo perfecto para difundir el vicio. Ya había actrices declaradas fumadoras.

En los años 50, Sir Richard Doll, buscando el por qué de ese inusitado aumento de los cánceres de pulmón entre sus compañeros de profesión, concluyó en su investigación, que sólo el tabaco podía ser la causa. De todas maneras, la epidemia siguió su proceso de expansión y, habiendo llegado la proporción de varones blancos adictos al cigarrillo a límites teóricos, era hora de que la industria tabaquera enfocase sus estrategias de marketing a la seducción del colectivo femenino.

No fue difícil consolidar la moda del tabaco entre las mujeres estadounidenses. En realidad, era inevitable que sucediese de manera espontánea ante la nueva realidad social. Si las mujeres estaban haciéndose acreedoras de los mismos derechos que los hombres, fumar era un derecho y a la vez símbolo de todos ellos. Lo era porque se podía hacer en cualquier momento y lugar. Era el medio visual perfecto para exhibir la recién adquirida emancipación y sus implicaciones: éxito social e independencia económica.

Esto sucedía en los E.E.U.U hasta los años 80. Comenzada la década de los 90, ser visto fumando no era motivo de orgullo ni para mujeres ni para hombres. El glamour y el estilo que la sigilosa publicidad tabaquera les había prometido a las mujeres jamás había existido. El tabaco nunca premió a nadie con nada, ni fue un síntoma o consecuencia de éxito social; sólo produjo adicción y enfermedades en quien lo había consumido.

La industria tabaquera es un actor social que con salvajismo y crueldad ha conseguido siempre desplazar su mercado hacia las partes menos concienciadas, cebándose con los colectivos más débiles; diezmando la salud biológica, económica y social de los colectivos más desfavorecidos. Todo ello gracias a su populachera intoxicación mediática, ante la mirada displicente de los estados.

A fecha de hoy, en España, el prototipo de mujer de mediana edad fumadora es otro bien distinto de aquel al que la industria tabaquera le gustaría promocionar. Puede ser el de una infeliz ama de casa en un barrio pobre de Madrid, el de una joven llena de complejos y con tendencia a la obesidad, o el de una prostituta cocainómana.

El cebo y el cepo

En todos los países y comunidades procede siempre de la misma manera. Primero esquilma sus caladeros a base de engaños entre los hombres de clase acomodada. Cuando las tasas de consumo permanecen estables o se van reduciendo entre las élites masculinas, las estrategias de persuasión se dirigen a la población femenina y, finalmente, a los jóvenes. El guiño de la publicidad hace uso de los deseos de éxito social e independencia de las mujeres jóvenes.

Pero muchas variables escapan al control incluso de las tabaqueras. Así, una vez tendida la trampa, la adicción parece discriminar clases y colectivos para cebarse en los más débiles de entre los débiles. Aquella mujer ideal, joven y brillante, segura y realizada que sólo sostenía un cigarro encendido; erigida en icono de la industria tabaquera, se desvanece día a día, calada tras calada, hasta terminar siendo lo que nunca quiso ser. El cigarro termina convirtiéndose en el símbolo de su fracaso y en compañero de desdichas. Como el vestigio de lo que pudo ser y no fue. Como la bandera blanca de la rendición. Sueños rotos y evasión.

En atención a Herminia

Enlaces:

http://www.inwat.org/


http://www.tabaquismo.freehosting.net/mujerytabaco/mujeresytabaco.htm

sábado, enero 05, 2008

El modelo urbanístico español es feo

Suele pasar en muchos países en vías de desarrollo como el nuestro, definidos por la cultura del abuso. Me refiero a las pocas ganas que se tienen de hacer las cosas bien o de arreglarlas si ya estaban mal cuando llegaron, empezando por los dirigentes. Es típico de las democracias inmaduras aferradas a la egoísta mentalidad de la escasez.

Recuerdo cuando era pequeño que, en clase de E.G.B., alumnos y profesores desarrollaron una actividad lúdica en grupo que pretendía simular el funcionamiento de los órganos de gobierno de un país imaginario. En esta actividad, que se prolongó durante una semana, el objetivo era ganar sin trampa; cosa que no se consiguió hasta el tercer o cuarto día. Transcurrida esa primera fase de pillería, los alumnos tramposos empezaron a cansarse. Comprendieron que el juego, si no se respetaban las reglas prescritas, dejaba de tener gracia y ya no les satisfacía ganar. En España estamos en esa primera fase. Lo malo es que llevamos así demasiado tiempo.

Últimamente me he fijado de cerca en el modelo urbanístico español. Todo después de que a un canadiense le tuviese que explicar a su llegada a España que todos esos edificios apelotonados de 8, 9 o 10 plantas no son oficinas a las que la gente va a trabajar por las mañanas sino que ahí, vive –duerme- la gente, aún tratándose de la periferia de Almería. Además le sugerí que, seguramente, en Holanda o Luxemburgo él habría visto una aglomeración de viviendas verticales en una situación igual o peor, puesto que allí, la densidad de población era mucho mayor. Me respondió que de eso nada.

Entonces, he abierto el Google Earth a ver qué pasa y he visto que compartimos la afición por los pisos tipo colmena con otros países de nuestro entorno tales como Palestina, Argelia, Turquía o Marruecos. Lo que aquí conocemos por chalet, duplex y otras construcciones horizontales abundan en los países anglosajones. Aunque hay de todo en todos sitios, la proporción de “pisitos” en áreas residenciales es superior en España a la del resto de países de la Europa septentrional, Australia, EEUU o incluso Japón, pese a que tenemos espacio de sobra.

Tras reflexionar un poco, no he necesitado ver más o informarme en detalle, o consultar fuentes: desde los órganos de poder se favorecen los intereses de las constructoras a toda costa. Las constructoras no aportan fondos a los ayuntamientos cada vez que compran suelo, pues ayuntamientos y constructoras se han convertido en una misma parte, ya que su relación va mucho más allá de una estrecha complicidad.

Como resultado inmediato, el decadente modelo urbanístico español ofrece una vivienda cara y de mala calidad. El problema se soluciona de una manera muy fácil: se limita el número de plantas en el centro de los cascos urbanos –salvo si hablamos de oficinas-. En la periferia, se prohíben las alturas de más de dos plantas y, las anchuras mínimas de las calles y avenidas, la puesta a punto de servicios públicos como el alumbrado, zonas verdes, alcantarillado etc., no se negocia; se impone. Si se quiere coger al toro por los cuernos hay que empezar a poner en marcha una medida así y empezar a expedir órdenes de derribo. Por su parte, los ayuntamientos no deben ser competentes en un área que les viene demasiado grande. Ya sé que es fácil de decir e imposible de hacer. No como lo de prohibir fumar en todos los locales de ocio cerrados.

martes, enero 01, 2008

¿Un partido político de no-fumadores?


Ha comenzado la precampaña del Partido de los No-Fumadores




En una asociación, sus individuos aunan esfuerzos para conseguir un fin común. Si ésta adquiere el suficiente reconocimiento, podrá convertirse en portavoz de una demanda de la sociedad civil. Sin embargo, existen varias razones por las que una asociación, propiamente dicha, puede no ser el medio idóneo para conseguir un objetivo de alcance general como es la generalización de los espacios libres de humo.

Es posible que la magnitud del problema exceda la capacidad de una asociación, quizás porque el problema no sea sólo sanitario o social, quizás porque existan demasiados intereses en juego, quizás por la naturaleza adictiva de la pandemia del tabaco o quizás por su trascendencia en términos políticos.

Con un activismo intenso, la asociación puede constituirse en el medio de expresión de una declaración de intenciones por parte de una sociedad, pero al final, su logro se reducirá a un valor testimonial sin relevancia práctica ulterior. Ello es porque el fondo del problema es en esencia político. En la clase política reside la capacidad para dar solución a nuestra demanda. Entonces, para los partidos políticos mayoritarios a los que, de acuerdo con el juego democrático, hemos trasladado la competencia para imponer la solución, el problema es electoral.

Está asumido que, como consecuencia de una hipotética prohibición general y una muestra de voluntad real de imponer los espacios libres de humo mediante mecanismos embarazosos -despliegue de medios coercitivos-, cualquier gobierno perdería votos ante una medida tan impopular. Sin embargo, los temidos vuelcos electorales derivados del tratamiento político del problema, responden a la imaginación o a la irracionalidad. No es una realidad. El endurecimiento de las regulaciones en el consumo de tabaco no resta réditos electorales a quienes lo proponen. La única realidad es que la Industria Tabaquera, con su holística manipulación, ha secuestrado la voluntad política.

Un ejemplo de ello podemos verlo en el famoso mito de “el tabaco es bueno para la economía y crea puestos de trabajo”. Sin duda, los argumentos más estúpidos esgrimidos por la Tabacalera funcionan entre los políticos que, en este país, suelen ser retrógrados o poco previsores. Desde el error intelectual, insisten en aplicar la “doble moral” para perpetuar un problema que, en su fantasiosa imaginación, les es demasiado costoso solucionar.

Por otro lado, el fumador pasivo concienciado abunda; pero se encuentra diversificado en todos los demás grupos imaginables. El fumador pasivo concienciado, sólo supone un punto de vista o, a lo sumo, una actitud ante situación concreta y no hay otros elementos comunes que ayuden a su unión para formar un colectivo con fuerza reivindicativa.

Es difícil determinar hasta que punto todas esas personas que no fuman perciben un mal tan sutilmente diluido por toda la sociedad. Considerando todo esto, parece que la diversificación del problema esconde demasiado sus enormes implicaciones a todos los niveles.

Éste problema dificulta también la consolidación de una fuerza política. Muchos votantes aún no ven al tabaquismo y al fumador pasivo como un gran problema de nuestra sociedad que merezca una dedicación exclusiva o prioritaria, pues aún la conciencia es escasa. Como quiera que sea, existe una importante base electoral, aunque ésta se encuentre dispersa y bloqueada de la manera más incómoda para nuestros intereses.

Surge la necesidad de agrupar por un lado a los individuos que tienen ese fin en común, afianzándolos en su posición mientras su número aumenta. Con ello, llega el momento de presionar directamente a aquellos en cuyas manos está la capacidad efectiva para conseguir esa meta. Es decir, la presión política cobra su sentido.

Es por ello, por lo que la afiliación política puede constituirse como el medio idóneo para conseguir un fin así. La militancia política compromete a sus miembros aún siendo inferiores en número. Además, su importancia de cara a la sociedad queda certificada irrefutablemente con los votos obtenidos, toda vez que supone el instrumento de presión más eficaz para conseguir una meta social que ha sido totalmente politizada.

domingo, diciembre 23, 2007

El poder de la adicción

A otro día fui a comprar frutas y verduras al mercado central de Almería. En cada una de sus varias entradas se advierte la señal internacional de prohibido fumar. Efectivamente, cuando entré, entre toda la muchedumbre no había nadie fumando. Todo el mundo iba a lo suyo, a comprar, y todos parecían ajenos en ese momento a la existencia del tabaco, como así lo atestiguaba el único olor distinguible: el de las frutas y las verduras.

Faltando poco para irme contento, mientras sacaba el dinero de la cartera para pagar, coincidiendo con el instante de la inspiración me llega el tufazo a humo radiactivo tan repentinamente que está apunto de hacerme toser. Espero a terminar de pagar y, mientras veo como parte del hollín cancerígeno de su cigarro se precipita sobre las habichuelas, le digo:

-Disculpe, aquí no se puede fumar.

Entonces, el rostro del señor tan despreocupado, tan tranquilo y relajado hasta ese momento, con cara de sueño incluída, cambia como la noche al día. Me mira fijamente a la cara, con los ojos abiertos como platos y con la boca abierta, como si hubiese visto un fantasma y sin articular palabra. De modo que rompí el hielo:

-No se sorprenda usted tanto, es normal que no se pueda fumar aquí. Es poco higiénico hacerlo delante del género.

Responde, ahora con cara de cordero degollado:

-Pues yo no he visto ningún cartel de que esté prohibido. Me extraña mucho, aquí el techo está muy alto y está ventilado por todos lados. De todas formas si hubiese sabido que está prohibido fumar, lo habría apagado al entrar. Ya lo apago.

El cartel estaba justo al lado de la balanza. Era más grande que su despiste y, si no lo vio él, tuvo forzosamente que verlo su mujer mientras le pesaban la compra y se preparaba para pagar. Pero sólo me molesté en darle una explicación: “Lo siento, es la ley”.

En vista de que su mujer también comenzó a observarme contrariada, sólo justo al final del episodio, la incomodada dependienta se atrevió a mostrar un atisbo de “intolerancia” al ponerse de mi parte, no sin antes dar un profundo suspiro y mirarme con cara de asco:

-Es verdad. Aquí está prohibido fumar.

Es lo de siempre. La creencia de que no dejar fumar es signo de intolerancia y de mala educación prevalece en demasiadas ocasiones. No es normal que la encargados prefieran hacer la vista gorda antes que impedirle a la gente que lo llene todo de humo y hollín. No es tanto culpa de los voltarios fumadores como de sus díscolos “defensores”.

jueves, diciembre 20, 2007

Lo del canon

El gobierno quiere aplicarles a los CDs, a las memorias USB y otros soportes informáticos el llamado “canon”. Esta medida haría que, por ejemplo, una memoria USB de 1Gg cuyo precio puede rondar los 11,90 €, pasase a costarnos cerca de 15 €.

La Sociedad de Autores se siente muy agraviada si alguien se baja de Internet o consigue en el top manta una cosa que estaba apunto de comprarse en El Corte Inglés. Los abaratamientos de los costes en la producción de chismes y soportes informáticos ponen muy fácil lo del pirateo. Por otra parte, el consumidor se ha quejado siempre de que el precio de la música, las películas y los libros originales es excesivo. De ahí que a la Ministra de Cultura, se le ocurriese hace unos años hacer un descuento en la fiscalidad aplicada a estos “productos de uso cultural”. El consumidor no lo notó, primero porque era poca, y segundo porque los comerciantes mantuvieron el mismo P.V.P. De esta manera incrementaron así sus márgenes de beneficios ellos y ya está.

Ahora viene otro intento que busca contentar a autores sin ofender a los consumidores con esto del canon. Pirateemos lo que pirateemos, la Sociedad de Autores andará sobre seguro y quedará salvaguardada de la ruina. Es lógico y no vamos a dejar que un cantautor preferido se vuelva afónico porque no le sea rentable continuar con su profesión.

Es normal que la gente haga copias “piratas” de aquello por lo que no puede o no quiere pagar un precio. Es normal y, en realidad, beneficioso para la difusión general del saber cultural e incluso para la promoción de los autores y sus obras. Es posible que existan propiedades intelectuales y derechos de autor pero el acceso a la cultura, hoy en día y gracias a la tecnología, es de dominio público por naturaleza como siempre lo fue; sólo que ahora resulta más evidente.

Está bien que el estado se nutra de la ayuda de los consumidores para crear una especie de fondos cuyo destino sea compensar a los autores perjudicados por la piratería. Pagamos multitud de tasas e impuestos todos los días sin poder decidir a donde van exactamente. ¿Qué más nos da llevar a cabo un esfuerzo solidario más?

Pero, si esto se hace siguiendo la senda europea, pues seamos consecuentes. Si vamos a equiparar el precio de las memorias USB y sus impuestos a estándares europeos, hagámoslo también con aquello cuyo precio inexplicablemente no se ha visto incrementado ni siquiera por la inflación. ¿Por qué no repercutimos todo ese canon en los productos del tabaco y así beneficiamos a consumidores y autores?. El dinero recaudado mediante todos y cada uno de los impuestos, termina siendo parte de un fondo común que puede ser destinado a cualquier cosa, según quieran los políticos. ¿Para cuando un nuevo “canon” aplicado al tabaco de 3€ por cajetilla? Todo es cuestión de buena voluntad.

jueves, diciembre 06, 2007

Ayuntamiento ruidoso que no paga

Hace ya casi año y medio que recayó esta sentencia. Sin precedentes en España, obligaba a un ayuntamiento a hacer que una barraca de feria cumpliese con la Ley del Ruído vigente -básicamente prohibiendo la actividad-.

La sentencia deja claro que el derecho al descanso y a la intimidad ha de prevalecer frente al pretendidamente inalienable derecho al ocio festivo del que hablaban los técnicos del ayuntamiento. El matiz que hace a esta sentencia especial es el carácter temporal de la actividad ruidosa prohibida. Hasta ese momento, la impunidad de los ayuntamientos era posible gracias a la excusa de que “sólo son equis días”. Además, el ayuntamiento hizo uso de los peregrinos argumentos a los que a veces han aludido los Presidentes de Federaciones de Municipios. A saber: que el que produce el ruído es la actividad privada de la que ellos no pueden hacerse responsables, que es positivo para los intereses generales del pueblo, que la mayoría de la gente se divierte y estamos en una democracia etc. Todo eso ya no cuela en los tribunales.

El otro punto de la sentencia, hace referencia a los costes y las indemnizaciones, que fueron determinadas meses después en la ejecución de sentencia. Quedó establecida una indemnización de 4.200 € para la vecina agraviada.

Pues bien, a fecha de hoy y, agotados todos los plazos legales para que el ayuntamiento mueva ficha, en la cuenta bancaria donde la propietaria espera el pago de la indemnización, no ha habido ingreso alguno al efecto. Por tanto, hemos dado luz verde a nuestra abogada para que solicite la llamada “ejecución forzosa de sentencia”. El Ayuntamiento del que hablo es el Níjar, donde socialistas y populares se han ido turnando en el poder a lo largo del larguísimo proceso, sin que ello marcase diferencia alguna en el acontecer de los hechos.

jueves, noviembre 29, 2007

El hombre que más odia en el mundo al no-fumador

José María Mohedano es uno de los máximos exponentes del recién instituido género tabaquero como parte de la literatura. Es el militante más entusiasta de la institución. Para él, los ignominiosos que no fumamos somos la maldita raza elegida que no merece existir. La mera insinuación de que el humo de tabaco le molesta a uno para él es un pecado inconfesable; la regulación del consumo, un sacrilegio; el juicio sobre su conveniencia para la sociedad, un tabú.

El culto al tabaco es su religión. Él está dispuesto a dar su vida por luchar al lado de las hordas pro-fumadoras. Su atormentada alma sólo descansará cuando descubra el escondrijo del último no-fumador. Sólo una vez que éste haya sido lapidado, para él la cruzada pro-tabaquera habrá alcanzado su fin. Aquí tenemos algunos apuntes sobre su intrincada personalidad.

El 20 de Julio José María Mohedano es obligado a dimitir de su cargo como Secretario General del Grupo Socialista en el Congreso. El País se hace eco de la opinión de sus compañeros:

“Destacados dirigentes del PSOE, tanto guerristas como renovadores, se mostraron ayer de acuerdo con la práctica renuncia de José María Mohedano al cargo de secretario general del Grupo Socialista en el Congreso tras salir a la luz sus relaciones con el constructor José Luis Gómez-Pinto Fontán. El presidente valenciano, Joan Lerma, opinó que la defensa de Mohedano "es dudosa desde un punto de vista socialista", mientras que Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente extremeño, pedía incluso que el abogado renuncie a su acta de diputado.”


http://www.asturiasopinion.com/article.php?id=1072


...actualmente es director del Despacho Mohedano & Morales Abogados Asociados. Ha intervenido como defensor de varios procedimientos penales, como el caso de los perjudicados por el Síndrome Tóxico. Es autor de numerosos libros y artículos aparecidos en publicaciones periódicas. Recientemente ha sido el protagonista de la sentencia del Tribunal Supremo en la que se ha absuelto a un diputado del delito de desobediencia grave, al negarse a realizar la prueba de alcoholemia en un control preventivo.

http://www.cea-online.es/forumcea/anteriores.asp

Es abogado y jurista. Ha sido diputado en la IV y la V Legislatura, y miembro de las Comisiones Constitucional y de Justicia del Congreso. Fue presidente de la Asociación de Derechos Humanos de España y representante español en la Comisión del Consejo de Europa para la prevención de la Tortura. Es socio fundador del Club de Fumadores por la Tolerancia. Ha publicado, entre otras obras, Las libertades públicas en España y La Constitución, cuenta atrás.

http://www.elcorteingles.es/libros/secciones/biografia/2.biografia.asp?ncodiaut=21967

Tenemos otros conversos…También, algunas figuras menores, aunque hayan llegado a ministros; o ese personaje al que ya nadie recuerda, José María Mohedano, que pasó de abogado laboralista, miembro del Partido Comunista de España, a defender empresarios. Tuvo premio: una asociación madrileña le otorgó el galardón de tonto contemporáneo.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=6000


El tabaco nos ha acompañado, a fumadores y no fumadores, en la creación, en la literatura, en la política, en el amor y también en la soledad. ¿Quién defiende al fumador? pretende que no hagamos humo de todo ello con una 'inquisitorial y autoritaria Ley Antitabaco' que, para José María Mohedano, 'ha sido aprobada por unos legisladores a los que la enfermedad de la tabaquina –miedo al humo– ha cegado sus ojos y quizá su mente'. Este libro es una aportación más para destacar el rasgo civilizador del tabaco, que durante más de cinco siglos ha tenido que vencer a las más tiránicas leyes civiles y eclesiásticas.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/recuerdo/Jose/Maria/Mohedano/elpepiopi/20020126elpepiopi_6/Tes/

domingo, noviembre 04, 2007

En honor a la verdad

“De esa forma pude mirar de nuevo a la cara de mi país.” (Edward L. Bernays)

El Dr. Edward Bernays, sobrino del padre del psicoanálisis Sigmund Freud, es considerado el pionero de las Relaciones Públicas –o la Manipulación Mediática, según se mire-. Memoria viviente de la historia del siglo XX, murió no hace mucho a sus 104 años de edad. Por supuesto, no era fumador. Sólo fue engañado, al igual que el resto de la humanidad, por la naturaleza maldita del tabaco.

No fue ni su falta de ética profesional ni su mala praxis…fue el desconocimiento. No quiso trabajar para Francisco Franco así como tampoco para Somoza o Hitler. Pero no se dio cuenta a tiempo de que el tabaco no debería venderse. Fue entrevistado en 1990, antes de morir:

¿Es cierto que en el mundo las mujeres fuman por culpa de las Relaciones Públicas?

Si, no obstante cuando las persuadimos de que lo hiciesen no conocíamos que el fumar producía cáncer.

¿Cómo lo hicieron? ¿Costó mucho dinero?

Bueno, en un momento en el que el fumar estaba muy mal visto por la sociedad para las mujeres y nunca ninguna se hubiese atrevido a fumar en público se me ocurrió que en pro de los intereses de las mujeres y que estas pudiesen fumar igual que los hombres el enviar a varias asociaciones feministas de la época unas cartas que decían: "Mujer defiende tus derechos el día x concéntrate en la quinta avenida de New York y enciende tu antorcha por la libertad, fuma." Y así se hizo y obtuvo un éxito sin precedentes, al día siguiente se podían leer los titulares en todos los periódicos "La mujer fuma" y por otro lado los tabaqueros doblaron de un día para otro su clientela obteniendo las tabaqueras pingues ingresos pues llegaron a doblar sus ingresos en tan solo unas semanas.
Por otro lado la mujer americana era igual al hombre, fumaba y rompía un tópico machista.
El hecho en la época fue algo insólito es como si hoy en día pudiéramos pensar que para vender más flores las mujeres regalen a sus hombres flores nos parece una temeridad, pues en aquella época que una mujer fumase aún lo fue más.
La campaña fue una de las más económicas pues costó lo que vale mandar veinte cartas.

¿Se arrepiente de haber conseguido que las mujeres fumen?

Sí, porque no sólo ayudé a que fumase sino que con posterioridad en los años 1945 diseñé la estrategia publicitaria de promoción para que aún lo hicieran más.


¿Puso remedio?

Si, cuando me enteré por parte de la administración pública del peligro del tabaco, trabajé gratis para conseguir que se prohibiera la publicidad y se advirtiera del peligro del mismo.
De esa forma pude mirar de nuevo a la cara de mi país.”


Extracto: http://www.barquerorrpp.com/menu/bernays.html

domingo, octubre 28, 2007

El ataque de los neocones


Desde que se empezó a dar a conocer la Ley 28/05, ciertos intereses han estado llevando cabo una feroz campaña destinada a infundir en el público un odio compulsivo a ciertas regulaciones de ámbito estatal. No han dudado en atribuir las políticas prohibicionistas a las opresoras izquierdas progres, tildándolas de poco menos que estalinistas, si era el caso.

Cierta forma de liberalismo, apuesta por la defensa a ultranza de las libertades individuales para justificar su particular lectura del laisser fair, y aplicarlo a las actividades corporativas.

Se dice que los neocon o neo-conservadores responden a un perfil en particular, tal y como se muestra en este decálogo. Un repaso dado por quienes no apliquen la navaja de Okcham, puede hacer que nos sintamos tentados a describir una serie de carácterísticas y tópicos que los definan, sólo para quedarnos con lo superfluo y crear una identidad imaginaria y artificial de ellos.

Los think tank importados de Estados Unidos empiezan a incrementar su influencia en la clase política y en la sociedad española a pasos agigantados –léase el enlace para entenderlo- y el neocon parece ser un engendro de estos grupos. En España actúa en complementaria unión con el lobby tabaquero; tan enquistado y poderoso en este país.

Debemos ser conscientes del carácter accesorio de cualquier consideración política o ideológica –o decalógica- encaminada a definir al neocón, para ver que el fin de su existencia es la con-servación de un modelo económico adaptado a los intereses de las corporaciones que sienten su actividad amenazada por el intervencionismo estatal. Es normal que suceda por la conflictividad inherente a algunas actividades, sobre todo en términos medioambientales o de salud pública. Los mandamientos del neocon son la proclama de unas consignas ideadas y adaptadas al caso español, con el fin de crear simpatía entre los sectores populistas, que a su vez tienen capacidad para ejercer una fuerte influencia en la opinión pública encaminada a favorecer los intereses que defienden.

Perdemos el tiempo conjeturándonos en si en España el neocon es un tradicionalista, un constitucionalista, un atlantista probushiano, un tertuliano de la COPE, un teísta del Opus o un columnista del ABC. Sólo debemos preguntarnos a quien beneficia la existencia y obra de los neocones. Entonces daremos con el quid de la cuestión.

Para atrapar a nuevos adeptos o a conversos potenciales usan como señuelo el ejercicio absoluto de la libertad individual y empresarial, repitiendo hasta la saciedad, hasta el hastío, las mismas consignas y falacias de siempre que ya conocemos. El "absolutismo libertinario", aplicado a la libertad empresarial, permite la conservación en el tiempo de las actividades corporativas frente a intentos de regulación, mientras que la libertad individual permite que los consumidores con-serven sus tradicionales hábitos de consumo, los cuales son sensibles al influjo del progreso social o al avance de la ciencia.

La concepción de esa libertad no es real sino inducida, precisamente porque es interesada y, lógicamente, no se le ha revelado al individuo por altruismo. Así, resulta evidente que el objeto de esa incitación al libre albedrío responde siempre a intereses extraños. En otras palabras, es una libertad manipulada a conciencia por estos mediadores entre los que el neocon, a menudo sin saberlo, disfruta de un puesto de honor.

En consecuencia con esos propósitos, uno de sus rasgos más destacados, -aunque no el más característico a simple vista-, es su negacionismo aplicado al caso. Si la petrolera Exxon necesita que sus consignas anticalentamiento global penetren en la opinión pública; su maestra Philip Morris ha estado haciendo lo propio sembrando la duda y la confusión en el consumidor de productos del tabaco, para que éste no vea cuestionada su libertad de fumar por temor a las consecuencias que ello acarrea a su salud y a la de terceros.

En conclusión, la labor del neocon en el tema que nos incumbe, cumple su función en una doble vertiente. Por un lado, los postulados liberalistas sirven bien a la causa corporativa ensalzando su victimismo frente al opresor estado, cuyas regulaciones son presentadas como las responsables de la ineficiencia social y económica del país. De cara al consumidor, se presentan como los filántropos a quienes les indigna que esa maquinaria llamada estado rija, manipule o coarte las libertades individuales de manera supuestamente gratuita.

Pero es posible que podamos cuestionar si la industria automovilística, la actividad de las centrales térmicas o las radiaciones electromagnéticas de las antenas de telefonía móvil, afectan de manera directa al medio ambiente y a nuestra salud respectivamente. En realidad, debido al caos informativo, el consumidor aún no sabe a ciencia cierta si el calentamiento global atenaza el futuro de la humanidad o si una antena de telefonía móvil puede producirle un cáncer. No sabemos qué creernos porque cualquier estudio o informe nos parece parcial, dada la confusión mediática en el que estamos inmersos, consecuencia del tira y afloja entre tantos intereses enfrentados.

Sin embargo, a diferencia de los casos expuestos en el párrafo anterior, existen verdades incuestionables que, en esencia, no se prestan a la relativización como algunos quieren que demos por sentado. Es el caso de la inconveniencia del tabaco, cuya naturaleza es conocida de sobra, las causas de su éxito comercial son más que inaceptables en términos morales y, a diferencia de los medios de transporte, la electricidad y la telefonía móvil, éste no vale para nada.

martes, octubre 23, 2007

Los ex-exfumadores

Comparto, por supuesto, los objetivos de este bitacorista miembro del SEDET, como yo, antitabaco; pero no su optimismo. En concreto el manifestado en una entrevista radiofónica y en una entrada referida a la venta de tabaco a turistas, ambas en alusión a un supuesto descenso de ventas y consumo entre los españoles. No es tanto la veracidad de los datos aportados como su interpretación lo que discuto.

Asegura el CNPT que el 40% del tabaco que se vende lo compran extranjeros. No sé de donde habrán salido esas cifras. Esos desproporcionados datos suelen ser proporcionados, valga la redundancia, por tabaqueras y estados, difundidos para intentar tranquilizar a los grupos locales de control. Sin ser escéptico, puedo asegurar que entre la clientela de cualquier estanco, las compras llevadas a cabo por extranjeros –turistas-, nunca llega a tanto. O el CNPT se equivoca o a sus fuentes se les ha olvidado precisar algo en esa estadística. Si se consideran aparte los extranjeros –inmigrantes- que viven en España, las cifras tendrían más sentido pero entonces no cambiaría mucho la realidad para bien. También habría que aclarar en ese caso si las políticas del Ministerio de Sanidad tienen alcance universal, si van dirigidas también a los ciudadanos comunitarios, si excluyen a los extranjeros que trabajan y viven aquí, o según convenga considerar para una futura redefinición de lo que es España como nación. A ver si alguien matiza esos datos.

Yo vivo en una zona turística y he podido observar a los compradores en los Duty Free de los aeropuertos. En este tipo de estancos es posible que se acerquen algo más las cifras. Un souvenir en forma de cigarrillos es un gran negocio para el Duty Free del aeropuerto (como en tantos otros aeropuertos de gran parte del mundo). Pero de todas formas no es estadísticamente demasiado significativo a nivel nacional, como tampoco lo es el trapicheo transfronterizo; eso sin hablar del descontrolado contrabando en España, que es un caso aparte. Los extranjeros que nos visitan no fuman tanto como nosotros, o como lo hacían en los años 80. Eso de que en España el tabaco es barato no es algo nuevo, ¿acaso no ha sido el tabaco en España siempre más barato que en Europa desde los años 60 que se recuerde? ¿Ahora precisamente, en estos tiempos de “polémica”, es cuando se viene a caer en la cuenta de que los turistas compran tabaco en España? Qué casualidad, a lo mejor es que antes, el que los turistas se llevasen tabaco se consideraba expolio al estilo Odissey porque no se sabía que el tabaco era malo y producía cáncer.

Me parece que ese tipo de datos bien los podría abrazar el club más tolerante de toda España, para justificar ante hacienda la conveniencia de mantener la venta de tabaco en este tipo de establecimientos; máxime si se quiere hacer creer que son los objetivos del Ministerio de Sanidad –y no los del de hacienda- los que se están cumpliendo. Y todo por los catastróficos vaticinios de los agoreros de siempre: que en España no se puede obstaculizar la venta y consumo de tabaco a los turistas porque entonces cambian sus billetes y eligen destinos alternativos. Parece que eso de que el turista europeo viene a España por el sol y la playa, a visitar nuestro patrimonio cultural o a disfrutar de nuestra gastronomía va a ser una leyenda urbana. Ahora va a resultar que la gran mayoría en realidad viene a llenar sus maletas de tabaco, a fumar en un antro lo más cerrado posible, a beber como hooligans y a practicar turismo sexual.

Frente al optimismo de Ricardo, pienso que la Ley ha hecho muy, pero que muy, poco. Hasta la fecha, su eficacia ha sido anulada por la propaganda de la Industria Tabaquera –la cual ha tenido demasiado éxito- y la ineptitud del gobierno. Dice Ricardo que ha ayudado a muchos a dejar el tabaco. Eso sería recién entrada la ley. Pero las cosas no han ido a mejor con el paso del tiempo, precisamente. Esos datos no están actualizados. La realidad es que en estos últimos 6 meses han recaído la mitad o más de aquellos que decían haberlo dejado y que ahora se cuentan (al menos puedo verlo así en una muestra de unos 10 amigos míos de mi entorno). Por otra parte, el porcentaje de incorporación al hábito entre los jóvenes ha seguido incrementándose poco menos que exponencialmente. Además, la masa de fumadores tradicionales, lo único que ha hecho es adaptar su hábito a las nuevas restricciones en la oficina (en aquellas en las que se respeta la ley, claro), pero nada más.

Los índices de tabaquismo permanecen más o menos igual que antes de la ley puesto que en torno al 30% de la población fuma-. En conclusión, el llamado tabaquismo en España, sigue estando fuera de control. Sólo esto explica que se vendan cada vez más cigarros en el país y que Altadís siga cotizando al alza; que los asesores de bolsa aconsejen invertir en ella, porque es un valor seguro y con buenas perspectivas de futuro como si tal cosa. No creo que sea sólo gracias al turismo, sector que además se supone que está entrando en crisis.

¿Conclusión y dato realmente llamativo? Que España ostenta el dudoso honor de tener el record de “ex-exfumadores”; de ser el único país de occidente en el que las leyes del tabaco se pasan de moda porque no se aplican y la mismísima clase política que las promulgó las somete a linchamiento mediático, etc., etc. Por otra parte, decir que la cosa no está tan mal y que poco a poco las tasas de tabaquismo van bajando me parece hasta cínico. Además, es algo que no es de nuestro interés: el que el progreso social haga que de forma natural poco a poco la gente fume menos, es irrelevante para el caso que nos ocupa.

La cuestión es que la clase política no está ni mucho menos haciendo todo lo que podría -y debería- para luchar contra esta lacra. Más bien todo lo contrario, pues insiste en ir contracorriente, negándose a establecer un endurecimiento regulatorio que la mayoría de la sociedad demanda con sinceridad. Esa es la cuestión.

sábado, octubre 06, 2007

Unión Ciclista Internacional: "El problema viene de España"

El pasado 27 de Septiembre pasa más o menos desapercibida esta noticia, incluso por la prensa deportiva más especializada. Debe de ser la neocensura fantasma que se está poniendo de moda en este país y cuyo objetivo parece ser el auspicio del camellaje de alto standing, o quizás cosas del patriotismo deportivo. La noticia no tiene desperdicio y revela sin tapujos un problema perfectamente extrapolable al caso del tabaquismo. Los impedimentos que encuentran los actores antitabaco a la hora de abordar cualquier iniciativa son los mismos que refiere Pat MacQuaid, Presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI), en la lucha antidopaje.

Llama la atención la escalofriante similitud de lo dicho al respecto por el ciclista Oscar Freire y los argumentos esgrimidos por actores pro-tabaco, propios de los fumadores y estanqueros más recalcitrantes. A saber: el típico proceso atribucional externo, la puesta en tela de juicio de las labores de los organismos de control, el tratar de restarle importancia al problema del dopaje y el desvío de la atención, en general, hacia otros temas. Así dice Oscar Freire:

"El negocio de la UCI es el tema de los controles y demás, seguramente reciben muchísimas ayudas para ello y tienen montado ese negocio. Al final, no se preocupan de lo que se tendrían que preocupar, que es que el ciclismo siguiera adelante por el buen camino...es una buena noticia que pueda correr después de todos los líos y todas las tonterías que están saliendo cada día, porque lo bueno para el ciclismo es que se hable de lo deportivo".

Rifirrafe entre Pat Macquaid y el Secretario de Estado para el Deporte español, Jaime Lissavetzky. Subrayo lo más elocuente en relación con el problema del tabaquismo:

McQuaid ha manifestado sentirse decepcionado porque el secretario de Estado para el Deporte español, Jaime Lissavetzky, se haya puesto del lado de la Federación Española y manifestó que su actitud es "indicativa" de la posición de España respecto al dopaje a pesar de haber aprobado recientemente la nueva ley antidopaje. "Está bien sacar nuevas leyes, pero necesitas actuar después de eso", ha dicho McQuaid. El presidente de la Federación Española, Fulgencio Sánchez ha declarado que McQuaid tiene derecho a expresar sus opiniones. "Si tiene la solución para resolver los problemas, me gustaría que me explicara cuál es y yo la aplicaría. Puede que algunos ciclistas sean culpables, pero hay que demostrarlo".

Es lo que ya todos sabemos pero también es lo que un deportista español educado en la cultura del dopaje no quiere oír. Debe de pensar que eso de que el dopaje es peligroso para su salud es mentira; o que es algo que todo el mundo mundial hace pero que lo calla porque es un hipócrita; o que cree que las reglas que valen en España, valen en la UCI. También es consecuente esa actitud con el instinto picaresco del español: el hacer trampa sirviéndose de ayuditas químicas. En vistas al futuro, para curarse en salud, esa Federación Española expide el siguiente estudio-disparate, con fecha de publicación idéntica, que trata de justificar la proclividad del ciclista –español supongo- a la adicción a las drogas tras su retirada como profesional, debido a lo traumático del cambio de estilo de vida. No se entiende mucho pero ahí está por si a alguien le viene a la cabeza alguna reflexión.

Dice McQuaid:

"Las autoridades no están persiguiendo estas practicas”
McQuaid también ha declarado que "la evidencia de los valores sanguíneos que tomamos de los corredores nos indica que en España se manipula la sangre. Y se hace más que en ningún otro país", ha añadido el presidente de la UCI. "Eso me demuestra que las autoridades no están persiguiendo estas maniobras con la dureza suficiente. El cambio cultural que está teniendo lugar en el resto de Europa no lo está teniendo en España"


Efectivamente, Señor McQuaid, ya veo que usted se ha dado cuenta. El problema viene de aquí; y aquí se obstina en seguir. Todo porque tenemos unos gobernantes que parece que se han quedado anclados en la época de la Movida de los 80. Acostumbrados a hacer lo que Europa prescribe en este tipo de cosas pero sólo de manera formal, porque creen que no les conviene. Porque sus retrógradas mentes piensan que es malo para sus intereses, para los de la nación y para los de la economía. Porque piensan que el dopaje y las drogas no son malas, que son cosas normales e inevitables que dependen de la responsabilidad de cada uno. No es que se quiera contravenir las normativas del resto de la Europa -formalmente no se hace-, por eso tenemos tantas leyes y decretos que pintan muy bien sobre la mesa. ¡Qué vergüenza Señor McQuaid!, creo que nos ha pillado…

*Nota del autor:

Mis comentarios no pretenden cuestionar la profesionalidad del colectivo ciclista español. Sólo pretendo hacer ver que las autoridades españolas no hacen lo que pueden para perseguir a infractores concretos. Ellas y sólo ellas son las responsables de que el ciclismo español pueda verse empañado por asuntos de este tipo, al no garantizar la puesta en práctica de las debidas inspecciones ni en número ni en fiabilidad. La mala praxis de unos pocos médicos y sus ciclistas repercuten negativamente en la reputación del conjunto del ciclismo español. Esas personas deben ser señaladas con el dedo. A la Real Federación Española de Ciclismo, hay que exigirle la responsabilidad que le corresponde en su justa medida, que es toda.

martes, octubre 02, 2007

El Rey fumador y su “Fortuna”, embajadores de la Industria Tabaquera


Tras la polémica suscitada a raíz de la quema de un retrato, el Rey finalmente ha hablado. Ha tratado de convencernos de su valía, tan despreciada últimamente. Nos ha recordado que la monarquía (Él), es símbolo y garante de los valores democráticos y de la estabilidad del estado de derecho.

Efectivamente nos lo ha recordado, porque eso ya pasó a la historia. En verdad me parece un patético ejercicio de chantaje emocional por su parte, aunque bastante comprensible dadas las circunstancias. La Monarquía Española ha caído en el anacronismo, y si no lo ha hecho en el olvido es gracias a la prensa rosa; nada más.

Hay ciertas tradiciones que merecen la pena ser conservadas cuando son compatibles con el progreso. Cuando no, no.

Por fortuna, hoy en día las monarquías occidentales juegan un papel meramente protocolario en lo que a gobierno y gestión pública atañe. El problema es que en algunos casos los monarcas no llevan con dignidad esa labor. Era de esperar que sus funciones de protocolo implicasen cierta virtud, como ha de ser el caso cuando por una cuestión de repercusión mediática se tiene -se ostenta- una responsabilidad de alcance público.

Tradicionalmente, los beneficios de la venta de tabaco han sido un derecho Real. Aquí se puede ver algo de historia al respecto. Durante la dictadura y hasta los inicios de la democracia, el monopolio estatal continuó. Luego llegaron las privatizaciones, de tal manera que Telefónica y Tabacalera Española fueron cambiando su estatus poco a poco. Aún hoy la desvinculación no es, ni mucho menos, total para el caso de los restos de Tabacalera (Altadís). El divorcio entre Estado Español y la Industria Tabaquera es sólo aparente; la relación entre ella y el Rey es íntima.

Los derechos de pernada tabaqueros sobre los pulmones de la gente son, al igual que el título de Rey, poco menos que un derecho dinástico heredado merced a la tradición ajena.

Un no-fumador debe considerar inadecuado que quien ostenta el cargo de representación del país en actos protocolarios sea fumador. Tampoco se entiende que tanto el Presidente del Gobierno como el portavoz de la oposición sean fumadores, con lo que es imposible que nuestros derechos sean garantizados de manera objetiva, votemos a quien votemos.

No me quejo por el hecho de que sean fumadores, sino porque actúan como tales. En lugar de publicitar el vicio como si esto fuese Mónaco, el Rey se haría merecido acreedor de su título si enajenase su yate “Fortuna”, o por lo menos lo rebautizase con otro nombre más serio; sabido que el tabaco está mermando la salud biológica y social de sus súbditos, debería pedir disculpas en nombre del Estado y la Corona. Para compensar los errores del pasado, en su tradicional mensaje navideño no estaría de más que dedicase un espacio a la concienciación sobre el problema del tabaquismo en España deseándonos un 2008 sin tabaco. Así mataría dos pájaros de un tiro: por un lado se redimiría y por otro cumpliría con una labor social pasando a ser un elemento realmente útil para la sociedad, que no sólo un despilfarro presupuestario.

Mientras tanto me da igual que republicanos y catalanistas lo abucheen y lo cuestionen. Se lo merece por inútil y mercachifle y me alegro si eso de ponerse a la defensiva hablando de respeto, tolerancia y otras estupideces no le sirve de nada. En cuanto a nuestra particular pega, resulta evidente que detrás de su desvirtuada persona no se vislumbra una actitud favorable a nuestros intereses. Tal y como están las cosas, un no-fumador no puede declararse monárquico.

lunes, septiembre 17, 2007

Noticia ingenua


Paso a comentar esta noticia que me gusta, no por su trascendencia o novedad, pues el tema que trata ni siquiera es una noticia a estas alturas, sino por el carácter ingenuo y superficial del tratamiento aplicado. Éste es un ejemplo elocuente en ese sentido. La noticia completa puede leerse aquí.
El título de la noticia es “Cinco guardias civiles del Puerto de Vigo detenidos por participar en una trama de contrabando de tabaco”. Cito lo más interesante:

(…) desde el pasado 31 de agosto trabaja en la investigación de una trama de contrabando de tabaco en el Puerto de Vigo en el que están involucrados cinco miembros de la Guarda Civil (…)

¿De qué trama hablamos en concreto? Pero si en España más del 20% del tabaco que se fuma es de contrabando. El contrabando de tabaco es algo generalizado y sucede porque no es un producto ilegal. Por esa misma razón, la sociedad tolera este contrabando igual que podría tolerar que un proveedor nos hiciese una factura sin I.V.A para que así nos salga más barata una adquisición. De todas maneras, a lo mejor tenemos que agradecer que al menos se busquen cabezas de turco.

(…)Delfín Fernández, valoró a Efe la operación realizada, ya que, según dijo, demuestra que tanto la Guardia Civil, en este caso, como la Policía Nacional, tienen control sobre su personal para evitar que sus miembros cometan delitos.

Eso puede que sea mentira. Entra en contradicción con lo dicho en el párrafo siguiente. Si se tuviese control, los mandos, o habrían estado implicados en la “trama” o se reconocería que llevan tiempo haciendo la vista gorda. Sin embargo, no se reconoce ninguna de las dos únicas posibilidades. Pero de todas formas, el problema principal es otro.

Por un lado tenemos el sistema retributivo de los guardias civiles y los baremos empleados en su promoción profesional, -no basados en la consecución de objetivos relativos a los cometidos para los que fueron adiestrados-, como ya di a entender en esta entrada; por otro, y sobre todo, la forzada legalidad contra natura del tabaco.

Muchos consideran el contrabando un negocio lucrativo por lo mismo supra dictum, (porque el tabaco no es ilegal), sólo que está fuertemente gravado. El Estado se hace participe y supuesto beneficiario del negocio en pro de un interés pretendidamente rentable en términos de recaudación pública, pero el tabaco no es rentable para el interés público, porque sus beneficiarios últimos son privados, cuantificables e identificables mientras que la perjudicataria es el resto de la sociedad. Se insiste en auspiciar una legalidad intentando acomodarla al sentido común en unas condiciones que son imposibles; debido a la propia naturaleza adictiva y dañina del producto.

«Nos cuesta asimilar que sus mandos más directos no estuviesen al tanto de lo que estaba sucediendo (…)

Evidentemente, o tienen control sobre lo que sus subordinados hacen, o no. De cualquier forma, sea una cosa o la otra, vamos mal. Algún mando tendría que pagar por cómplice, por incompetente o por ambas cosas. Lo que cuesta reconocer es que el mismo presidente del gobierno hace la vista gorda, pues todos sabemos que el problema del contrabando de tabaco en España hace tiempo que se fue de las manos quedando fuera de control. Es lógico que las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado hagan la vista gorda si creen que hay que proteger su oferta y su demanda porque sí en términos absolutos; se grave con impuestos o no. Y todo porque es legal y, como es legal, a partir de ahí todo vale.

Para terminar, recomiendo la lectura de este enlace aclarador del que extraigo el siguiente párrafo clave:

“¿Por Qué Existe el Contrabando?
Según sostiene la industria del tabaco, la razón por la cual existe el contrabando es por los altos impuestos que se aplican al tabaco y que la única solución viable es la reducción de dichos impuestos. La realidad es otra, los precios son unos de los muchos factores que influyen en el contrabando. Existen otros factores más importantes tales como: el propio papel que juega la industria del tabaco en la generación del contrabando; la ausencia de controles adecuados para los productos obtenidos del tabaco en el comercio internacional; y la existencia de redes de contrabando atrincheradas, así como la distribución sin licencia, las leyes anti-contrabando muy generales y vagas, la débil observancia coercitiva de las leyes y finalmente, la corrupción de los funcionarios.”